Esconderse tras las masas
La prisa no se debe a lo que manifiestan en voz alta sino a algo que, de nuevo, esconde el miedo a que el terremoto electoral que se avecina en Espa?a no pase de largo en Catalu?a
El proc¨¦s no es una cuesti¨®n de ¨¦lites pol¨ªticas o de partidos, sino de todo el pueblo de Catalu?a puesto en pie" es ¡ªpalabra arriba, palabra abajo¡ª una de las frases m¨¢s repetidas por estas latitudes desde hace un tiempo. Lo llamativo es que quienes m¨¢s la suelen pronunciar son, parad¨®jicamente, representantes pol¨ªticos, esto es, personas en las que la ciudadan¨ªa ha delegado su voto pero que ahora parecen querer abdicar de toda responsabilidad y ser vistos como personajes secundarios de la representaci¨®n.
Cualquiera que siga la pol¨ªtica catalana con atenci¨®n constatar¨¢ que, tal vez por extra?as argucias de la raz¨®n hist¨®rica, lo que est¨¢ ocurriendo en Catalu?a en los ¨²ltimos diez a?os coincide de manera casi asombrosa con la hoja de ruta dise?ada por Carod Rovira hace ya una d¨¦cada, fecha del refer¨¦ndum en 2014 incluida. No costar¨ªa el menor esfuerzo analizar las diferentes etapas a lo largo de dicha d¨¦cada en las que las fuerzas pol¨ªticas hegem¨®nicas en cada momento (primero el PSC de Maragall, luego la CiU ya de Mas) consideraron que aquel dise?o de futuro pod¨ªa resultar de utilidad para sus particulares intereses. Del proceso estatutario, y de su din¨¢mica reivindicativa inasumible, abierta entonces por ERC, ya se ha hablado lo suficiente como para que haga falta ahora insistir mucho m¨¢s en el asunto. Pero cosas parecidas podr¨ªan se?alarse respecto al momento en el que, mucho antes de la sentencia del TC sobre el Estatut, Converg¨¨ncia decidi¨® hacer suyo, promover y respaldar el esl¨®gan ¡°dret a decidir¡± y, con ¨¦l, a la plataforma del mismo nombre (la PPD, inequ¨ªvoco germen de la actual ANC, dedicada en un primer momento solo a reclamar el control catal¨¢n sobre todas las infraestructuras).
En cualquier caso, lo que importa es se?alar que, sin poner en cuesti¨®n el apoyo popular con el que pueda haber contado el soberanismo, en absoluto es cierta ni la imagen espont¨¢nea del proc¨¦s ni, menos a¨²n, la inocencia de los pol¨ªticos que lo respaldan. M¨¢s bien al contrario, lo que no ofrece la m¨¢s m¨ªnima duda es la voluntad de estos de aparecer como perfectos irresponsables que se limitan a estar a lo que digan las masas o, por utilizar la expresi¨®n literal de Artur Mas, ¡°acompa?ando al pueblode Catalu?a¡±.
Pero lo que dec¨ªamos en general acerca de la hoja de ruta vale para las diferentes etapas que se han seguido. Etapas que han ido siendo se?aladas o bien por las fuerzas pol¨ªticas y sus responsables (cosa perfectamente leg¨ªtima, siempre que no se oculte) o por entidades como la ANC (cuya legitimidad para fijarle objetivos al gobierno de Catalu?a es perfectamente dudosa), pero en ning¨²n caso por el pueblo catal¨¢n reunido en asamblea ni por ning¨²n otro procedimiento an¨¢logo, como tan veces parece que se quiere dar a entender.
Sea como sea, Artur Mas se ha mostrado incapaz de gestionar, como pretend¨ªa en un principio, los nuevos objetivos independentistas con la vieja metodolog¨ªa pujolista del peix al cove. Como consecuencia, ha terminado por descolgar de la pared de su despacho el tim¨®n del abuelo y cederle la iniciativa pol¨ªtica a los autores del invento. Estos han optado por continuar escondidos tras las masas y, fuera de foco, ir corrigiendo el rumbo de la navegaci¨®n, aceler¨¢ndola. En el escaso tiempo que ha mediado entre la convocatoria inicial de la consulta y este ¡°proceso participativo¡± de hoy (que no es consulta, ojo, por m¨¢s que as¨ª lo indique la papeleta), el mensaje ha empezado a variar sustancialmente. No faltan quienes han determinado, y no se privan de decirlo en p¨²blico, que ¡°hemos superado el dret ¨¤ decidir", sin que se acabe de saber a quien designa exactamente esa primera persona del plural. De la misma manera que tambi¨¦n los hay que declaran (como hac¨ªa el pasado jueves Oriol Junqueras) que sigue en pi¨¦, m¨¢s fuerte que nunca, la unidad... alrededor de la independencia.
Sin duda quienes as¨ª act¨²an tienen prisa. Se dir¨¢ que no lo ocultan, pero no ser¨ªa del todo cierto. Su prisa no se debe a lo que manifiestan en voz alta sino a algo que, de nuevo, esconden, y es el miedo a que el terremoto electoral que se avecina en Espa?a no pase de largo en Catalu?a, y alguna de las fuerzas emergentes no acepte el papel de comparsa ¡ªo monaguillo, o palmero, d¨ªganlo como prefieran¡ª del soberanismo que, lamentablemente, otras, de muy respetable pasado, han asumido con pasmosa docilidad en los ¨²ltimos tiempos.
Otro d¨ªa valdr¨¢ la pena reflexionar acerca de si tiene sentido hablar de la responsabilidad de los pueblos (visto que ha habido tantos que se han equivocado severamente a lo largo de la historia, mientras esgrim¨ªan su derecho a tomar sus propias decisiones). Pero entretanto no entramos en ese asunto, conform¨¦monos con exigir a los responsables pol¨ªticos que est¨¦n a la altura, si no de la tarea que se les ha encargado (presentar a la ciudadan¨ªa propuestas pol¨ªticas claras), al menos de su nombre (responsables), y dejen de refugiarse en el burladero de las multitudes.
Manuel Cruz es catedr¨¢tico de Filosof¨ªa Contempor¨¢nea en la Universidad de Barcelona.
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