Sanidade abandona f¨¢rmacos y datos privados en un psiqui¨¢trico sin uso
Cientos de pastillas se acumulan en un recinto que tiene sus puertas abiertas En las oficinas que usaban los sindicatos en el hospital de To¨¦n se amontonan contratos de trabajadores
El viejo hospital ourensano Doctor Cabaleiro Go¨¢s, sin uso desde enero de 2012, cuando la Conseller¨ªa de Sanidade orden¨® su clausura definitiva pero abierto a cualquiera que pase por el lugar, guarda entre sus muros cientos de medicamentos psiqui¨¢tricos que ¨²nicamente se dispensan bajo receta, material sanitario sin estrenar abandonado y documentaci¨®n de trabajadores repleta de datos privados. La pr¨¢ctica totalidad de las puertas exteriores de los edificios del complejo, ubicado en el t¨¦rmino municipal de To¨¦n, est¨¢n abiertas, lo que permite recorrer unas instalaciones que, aunque fueron desmanteladas, todav¨ªa guardan sorpresas. En la farmacia que dispens¨® medicinas a los internos, hay cientos de pastillas de una treintena de marcas, en su mayor¨ªa destinadas al tratamiento de enfermedades psiqui¨¢tricas.
La lista es larga: anticonvulsivos para trastornos bipolares, antitiroideos, antidepresivos para trastorno obsesivo-compulsivo, neurol¨¦pticos, antagonistas opi¨¢ceos para desengancharse de drogas, antiepil¨¦pticos, c¨¢psulas contra el p¨¢rkinson, psicotr¨®picos para ataques de p¨¢nico, antipsic¨®ticos, ansiol¨ªticos inductores del sue?o, corticoides contra la esquizofrenia como la carbamazepina ¡ªque, seg¨²n el Vademecun, puede provocar fuertes reacciones al¨¦rgicas¡ª, e incluso medicamentos destinados a combatir los efectos del c¨¢ncer de mama. En la misma farmacia y a disposici¨®n de cualquiera que entre al edificio por la puerta principal, tambi¨¦n hay preparados m¨¦dicos en polvo, jarabes, agujas y jeringuillas. Adem¨¢s, en alg¨²n almac¨¦n de los s¨®tanos carcomidos por la humedad todav¨ªa se conservan cajas de material sanitario sin estrenar, como goteros, v¨ªas o pa?ales.
Las medicinas no son los ¨²nicos vestigios del antiguo sanatorio que permanecen impasibles al paso del tiempo y de la lluvia que se cuela por las ventanas, abiertas de par en par en habitaciones y despachos. En las oficinas que ocupaban los sindicatos todav¨ªa se almacenan contratos repletos de datos privados de trabajadores, algunos firmados hace una d¨¦cada, durante el ¨²ltimo mandato del expresidente de la Xunta Manuel Fraga.
Los archivadores que han resistido mudanzas y robos, tambi¨¦n contienen cuadrantes de turnos laborales, solicitudes de vacaciones destinadas a la gerencia o informes sindicales. Revolviendo en las cajas que salpican otras estancias del psiqui¨¢trico abandonado Doctor Cabaleiro Go¨¢s, en las afueras de Ourense, aparecen detalladas n¨®minas de empleados de diversas ¨¦pocas: algunas recientes, de a?os previos al cierre definitivo, pero otras se remontan a la d¨¦cada de los ochenta.
El club social (auditorio, cafeter¨ªa, sala de exposiciones, biblioteca o capilla) fue concienzudamente tapiado con cemento y placas opacas. Pero all¨ª, el gran port¨®n met¨¢lico tambi¨¦n est¨¢ desbloqueado. Los muros que ciegan puertas y ventanas ocultan un enorme vertedero sanitario que alguien quiso disimular con bloques de cemento. Al otro lado se acumulan decenas de colchones en mont¨ªculos, maquinaria hospitalaria de todo tipo, ordenadores, material asistencial para enfermos, manuales de aparatos radioactivos, memorias administrativas y mobiliario que convive con goteras, silvas, neveras de bar, listas de precios y cuadros pintados en las paredes por los enfermos.
No es la primera vez que la Xunta de Galicia tropieza con la custodia de material sensible en este hospital, inaugurado hace m¨¢s de medio siglo como un referente del sector, pero paulatinamente abandonado. La ausencia de inversi¨®n conden¨® al centro al ostracismo en el que ahora est¨¢ sumido entre zarzas, deposiciones de animales, humedades y saqueadores que han llegado a utilizar maquinaria pesada para derribar muros.
En agosto de 2009, con el hospital todav¨ªa en funcionamiento, durante el dispositivo de b¨²squeda de Laura Alonso ¡ªuna joven de un pueblo cercano asesinada por su novio¡ª se permiti¨® el paso al s¨®tano de un edificio que entonces ya hab¨ªa sido clausurado por su deplorable estado. Y los voluntarios que buscaban a la chica se toparon con expedientes de pacientes de los a?os setenta en los que se detallaba pormenorizadamente datos personales, patolog¨ªas, medicaci¨®n y comportamiento social ante los observadores que vigilaban. La Conseller¨ªa de Sanidade neg¨® entonces que aquellos documentos pudiesen ser considerados expedientes o documentos oficiales.
Un lustro despu¨¦s del suceso que motiv¨® la apertura de una investigaci¨®n de oficio por parte de la Agencia Espa?ola de Protecci¨®n de Datos, los 29.000 metros cuadrados que ocupan los diez edificios del complejo y los restos que hay en ellos, siguen sin vigilancia. La enorme finca de casi cuatro hect¨¢reas tampoco tiene control perimetral alguno. Aunque las carreteras de acceso est¨¢n bloqueadas con piedras o vallas, las puertas del sanatorio que guarda un comprometido dispensario de medicinas psqui¨¢tricas est¨¢n plenamente abiertas.
Y en medio del abandono, la Administraci¨®n no encuentra uso al complejo p¨²blico. El psiqui¨¢trico fue levantando en un monte comunal cedido por los vecinos del municipio de To¨¦n bajo dos condiciones: uso exclusivamente sanitario y contratos para los habitantes de la zona. Tras la clausura, Sanidade negoci¨® una cesi¨®n gratuita a la empresa Aspanas Termal, que propuso crear un espacio para rehabilitaci¨®n y terapia de personas discapacitadas. Los comuneros rechazaron la idea porque, en su opini¨®n, no era un proyecto s¨®lido.
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