Grecia y Europa: la hora de los t¨¦cnicos

La reuni¨®n del Eurogrupo para tratar de llegar a un acuerdo que permitiera a Grecia superar sus graves peligros econ¨®micos y el deterioro social reinante no ha dejado el asunto cerrado y hace pensar que la UE no llegar¨¢, ni en sus cesiones ni en sus propuestas, a la posici¨®n que Tsipras y su gobierno quieren alcanzar. La soledad del primer ministro griego en esa reuni¨®n tuvo que ser desoladora aunque hay que reconocer que los personajes principales que estamos viendo desfilar por todos los pa¨ªses europeos, el ya aludido y su ministro de econom¨ªa Varoufakis, est¨¢n demostrando capacidad de aguante y resistencia. En la reuni¨®n de ayer, jueves, se consigui¨® avanzar algo. Los t¨¦cnicos pueden ponerse a trabajar y los pol¨ªticos, de momento se retiran a otros quehaceres. El premio Nobel Stiglitz mantiene que el problema de Europa no es Grecia sino Alemania y que el pa¨ªs que debiera abandonar la UE es Alemania.

Lo dice convencido y lo dice con convencimiento, como s¨®lo un economista en posesi¨®n de un Premio Nobel lo puede decir. Los que no lo somos nos mantenemos en un terreno m¨¢s neutral. No queremos que se vayan de Europa ni uno ni el otro y nos hacemos infinidad de preguntas en torno a este dif¨ªcil tema. Es evidente, por ejemplo que si Grecia pudiera devaluar su moneda sus problemas de endeudamiento se ver¨ªan aliviados. Y si con la devaluaci¨®n se generara inflaci¨®n, al disminuir el valor real de su deuda, el sacrificio al que se tendr¨ªan que enfrentar los griegos ser¨ªa menor. Pero dentro del euro ambas cosas son o imposibles (la primera) o de alcance limitado (la segunda) porque el objetivo de inflaci¨®n no puede sobrepasar el 2%. Y este hecho necesariamente tiene que ser tenido en cuenta. El principio de que las deudas hay que pagarlas est¨¢ en el ADN de los europeos no, como a veces parece, s¨®lo de los alemanes. Y est¨¢ reconocido que las reglas econ¨®micas que la UE ha adoptado son reglas de obligado cumplimiento para todos los pa¨ªses del euro. Grecia ya se ha dado cuenta de que salt¨¢rselas no le va a ser permitido. Podr¨¢ buscar flexibilidad en su aplicaci¨®n pero no incumplimiento.

Y parece que tambi¨¦n es consciente de que las posibles excepciones a las reglas, en t¨¦rminos de flexibilidad, se aceptaran s¨®lo si Grecia es capaz de garantizar que los acreedores no sufrir¨¢n las consecuencias de una decisi¨®n como esta. Est¨¢ bien que Grecia pida flexibilidad, les hace falta, es su ¨²nica salida, pero se les va a exigir que esa flexibilidad a la hora de pagar sus deudas no resulte completamente a costa de los acreedores que en un momento dado, cuando Grecia lo necesit¨®, les concedieron cr¨¦ditos. Hay otros principios, que no reglas, tambi¨¦n vitales, que hay que demostrar que son aceptados de forma mayoritaria.

Y me refiero a la solidaridad entre los pueblos europeos. Cuando se decide compartir moneda, instituciones, regulaciones, se hace porque se piensa que al hacerlo juntos podemos mejorar todos aunque no necesariamente en la misma cuant¨ªa. Pero la solidaridad entre el grupo de pa¨ªses ser¨¢ una realidad cuando se acepte que, para que las mejoras econ¨®micas resulten ser colectivas no basta con que se gane en productividad, crecimiento, eficiencia, competitividad, innovaci¨®n en el conjunto del grupo de los pa¨ªses de euro, sino que se precisa, adem¨¢s, que esas ganancias se materialicen en todos y cada uno de los Estados. No nos hemos unido para que unos ganen y otros pierdan.

La UE tiene que funcionar

Al menos no de forma sistem¨¢tica y repetida porque entonces los ganadores ser¨ªan siempre los mismos. Y esto solo lleva a la confrontaci¨®n y a poner en cuesti¨®n la construcci¨®n europea. Las apelaciones a Versalles, a las compensaciones que Alemania debe enfrentar por la ¨²ltima guerra, dan miedo, y me parecen totalmente fuera de lugar. Lo mismo que est¨¢ fuera de lugar esa especie de amenaza de chantaje que supone que Rusia o China est¨¦n dispuestos a proporcionar liquidez a Grecia una liquidez que, si no hay acuerdo para el 28 de febrero, va a ser imprescindible porque 1.800 millones de euros, el segundo tramo del rescate pactado, estar¨ªa, en peligro si no hay acuerdo antes de esa fecha. No queda m¨¢s remedio que hacerlo bien, tanto en el dise?o t¨¦cnicos de las soluciones como en el discurrir de la negociaci¨®n que todav¨ªa ha de producirse. La crisis que ha afectado a Europa ha sido muy muy severa e imprevisible (s¨¦ que hay opiniones discrepantes) cuando se cre¨® la Europa del euro.

Y Grecia, ahora, necesita atenci¨®n a sus problemas, que en parte son de todos, y flexibilidad. Si Tsipras pone de su parte (se compromete a encarar el fraude fiscal, proveer los bienes p¨²blicos con eficacia, atender a sus necesidades sociales, que sin duda son imperiosas, de forma eficaz y comportarse de forma leal con las instituciones europeas), ¨¦stas debieran estar a la altura del reto. La UE tiene que funcionar tambi¨¦n en la adversidad y no s¨®lo en ¨¦pocas de progreso. Ser¨ªa estupendo que pudi¨¦ramos demostrar a los griegos que somos capaces de hacerlo y hacerlo bien, cumpliendo con las reglas y apoyando la solidaridad que la convivencia y el bienestar de Europa exigen.