La foto fija del sindicalismo vasco
Las cuatro grandes fuerzas se mueven en pocas d¨¦cimas desde hace tres lustros y mantienen unos porcentajes de representaci¨®n similares desde 1986
El mundo cambia a pasos agigantados, la econom¨ªa se globaliza y las crisis azotan a todos los rincones, as¨ª como las reformas que afrontan los gobiernos para superarlas, cambiando en ocasiones el orden establecido: Estados Unidos, el paradigma del capitalismo dej¨® caer a una parte de la banca para salvar la econom¨ªa mientras que en Espa?a una de las integrantes de la Europa del Bienestar, opt¨® por salvar a los bancos y dejar caer a los ciudadanos. En el caso de los pa¨ªses del sur de Europa esas reformas se han saldado con elevadas tasas de paro, crispaci¨®n social, e incluso convulsi¨®n pol¨ªtica y en esa especia de revoluci¨®n han aparecido incluso nuevas formaciones pol¨ªticas que amenazan la estabilidad de un resignado bipartidismo. En el plano sindical, sin embargo, todo sigue igual.
La foto de la representaci¨®n de las cuatro fuerzas sociales vascas, no se ha movido sustancialmente, desde finales de la d¨¦cada de los 80, cuando LAB se estabiliz¨® como el sindicato de la izquierda abertzale, a costa de CC OO y de UGT. ¡°Es un fen¨®meno interesante¡±, reconoce el catedr¨¢tico de Econom¨ªa Aplicada de la UPV, Felipe Serrano m¨¢s si cabe cuando la percepci¨®n social ¡°de los sindicatos no es en este momento demasiado buena¡±. En su opini¨®n pueden contribuir a ese hecho que todos los que votan se encuentren en situaci¨®n de empleo en ese momento y ¡°valoren el esfuerzo de sus delegados¡± por mejorar o mantener las condiciones salariales, o el empleo. El hecho es que en 1986 ELA se convirti¨® por vez primera en el primer sindicato en las tres provincias vascas, con el 43% en Gipuzkoa y un 34,9% de media en las tres provincias.
UGT obten¨ªa sus mejores resultados en ?lava y en Bizkaia, con m¨¢s fuerza en la industria pesada, hasta el 18,9% mientras que CC OO ten¨ªa un reparto m¨¢s homog¨¦neo en las tres provincias y era la tercera fuerza con el 16,7% de la representaci¨®n. LAB, que ya llegaba al 15% en Gipuzkoa y pero no superaba el 9% ni en ?lava ni en Bizkaia se qued¨® aquel a?o como la cuarta fuerza con un 10,75%. En aquella ¨¦poca, curiosamente, ELA y LAB crec¨ªan a buen ritmo mientras que UGT y CC OO decrec¨ªan, posiblemente lastrados ¡ªm¨¢s UGT¡ª por las grandes reconversiones del sector p¨²blico. Es cierto que a 31 de diciembre de 2014 LAB era ya el tercer sindicato, pero la imagen sindical no dejaba de tener un enorme parecido pese a que en 1986 el c¨®mputo total de delegados fue de 14.870, mientras que en 2014 se qued¨® en 16.997 ¡ªcasi 2.000 menos que en 2013 por el elevado desempleo¡ª.
ELA logr¨® por vez primera
El pasado a?o ELA segu¨ªa en cabeza con un 39,7% de los delegados, CC OO iba despu¨¦s con el 19,3%, LAB acaparaba ya el 18,3% y UGT ten¨ªa el 11,8%. Ese orden permanece inalterable con peque?os movimientos de d¨¦cimas desde hace tres lustros. ¡°En el mundo sindical es dif¨ªcil un vuelco¡±, asegura el secretario general de UGT, Ra¨²l Arza, entre otras razones ¡°porque votas a personas que tienes delante en las empresas, a los que conoces y hablas, y adem¨¢s no se vota el mismo d¨ªa sino que se dilata a lo largo de muchos meses con lo que se aten¨²a el posible enfado por una mala gesti¨®n¡±, precisa Arza. ¡°Los centros de trabajo son como una burbuja¡±, interpreta el responsable de Organizaci¨®n de CC OO, Sabino Santolalla.
¡°Se da la circunstancia de que hay empresas que llevan seis a?os sin convenio y salen los mismos representantes. Quiz¨¢s la presencia hace que se interpreten mejor los esfuerzos y los fracasos¡±, dice, y podr¨ªa explicar adem¨¢s que, pese a todo, la participaci¨®n en los procesos electorales dentro de los centros de trabajo que cumplen los requisitos, es muy alta, por encima del 75% y del 80%. En el proceso electoral s¨®lo participan quienes trabajan en empresas con m¨¢s de seis trabajadores, y eso excluye a dos terceras partes del tejido industrial vasco. ¡°Si votaran todos, empleados y desempleados, y sobre todo los j¨®venes, posiblemente el resultado ser¨ªa radicalmente diferente¡±, sugiere Serrano. ¡°Esa es la foto fija de una parte muy concreta del tejido productivo, pero hay que tener en cuenta que sigue siendo la menor parte¡±, subraya. En su opini¨®n, a partir de ahora, la batalla sindical debiera de centrarse en abrir el cat¨¢logo de servicios hacia los nuevos perfiles que est¨¢n apareciendo y en atraer a los integrantes m¨¢s j¨®venes del mercado laboral, posiblemente los m¨¢s formados y m¨¢s flexibles, con propuestas que les hagan considerar la utilidad de la sindicaci¨®n.
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