Inesperado debut espectacular
Convocada por Ibercamera, volvi¨® al Auditori la Orquesta Sinf¨®nica de la Konzerthaus de Berl¨ªn dirigida por Dmitri Kitajenko
Convocada por Ibercamera volvi¨® al Auditori la Orquesta Sinf¨®nica de la Konzerthaus de Berl¨ªn dirigida por Dmitri Kitajenko para presentar el mismo programa que la OBC present¨® hace justo un mes: el Concierto para viol¨ªn de Brahms y la Segunda Sinfon¨ªade Sergei Rachmaninov. Una coincidencia que no dice nada en favor de la originalidad y la coordinaci¨®n de las programaciones musicales ciudadanas. La m¨²sica cl¨¢sica hoy ya casi nunca se escucha, se reescucha, pero tampoco hay que exagerar.
En sustituci¨®n del inicialmente programado Sergei Khachatryan, se cont¨® con la participaci¨®n en la parte solista del concierto de Brahms del jovenc¨ªsimo violinista Eric Silberger. Su actuaci¨®n en el Auditori constituy¨® su debut en Espa?a.
Orquesta Sinf¨®nica de la Konzerthaus de Berl¨ªn
Orquesta Sinf¨®nica de la Konzerthaus de Berl¨ªn. Eric Silberge, viol¨ªn. Dmitri Kitajenko, director. Obras de Brahms y Rachmaninov. Temporada de conciertos Ibercamera. Auditori. Sala Pau Casals. 2 de marzo.
Pertrechado con un Guadagnini de 1757, una maravilla, un viol¨ªn de lujo, un aut¨¦ntico ¡°Ferrari¡± del siglo XVIII, de sonido potente y dulce, Silberger se enfrent¨® con soltura de veterano, con aplomo y autoridad de solista a uno de los grandes conciertos del repertorio, un reto pues se trata de una pieza con innumerables referentes de prestigio m¨ªtico en la mente de casi todos. No, sin embargo, en la de mi insolente vecina de butaca que se puso a responder correos electr¨®nicos en medio del adagio y ser¨¢ condenada por ello a arder por los siglos de los siglos en el infierno de los cretinos.
Silberger a¨²n no tiene una voz propia para este gran concierto, es demasiado joven, pero lo tiene todo a favor, t¨¦cnica, temple, car¨¢cter, para encontrarla pronto y ser¨¢ grande, buena, impresionante. Estamos a las puertas de un gran solista.
En la segunda parte vino la Segunda Sinfon¨ªa de Rachmaninov, un punto prolija, como tantas veces sucede con el bueno de Sergei, con su sabio lenguaje rom¨¢ntico fuera de tiempo, con su intensa expresividad, con su hermos¨ªsimo tercer movimiento, un apasionado Adagio de un sentimentalismo arrebatado y una sensualidad perturbadora, casi imp¨²dica.
Kitajenko y los m¨²sicos de Berl¨ªn ofrecieron una lectura acad¨¦mica de la obra entendido ello en el mejor de los sentidos: fundamentada en la tradici¨®n interpretativa, equilibrada en todas las secciones, correct¨ªsima de tempi, sin sorpresas estil¨ªsticas.
La de los correos electr¨®nicos se lo perdi¨®, hab¨ªa desaparecido en el intermedio. Mejor.
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