Insidiosa antiEspa?a
El desprecio del PP a ¡®Siudatans¡¯ y su pisoteo de la lengua catalana recuerdan que el nacionalismo espa?ol vive y crece
Angustiados porque un peque?o pero creciente partido anticatalanista, al que siempre minusvaloraron, les devora terreno, los jefes del Partido Popular empezaron hace un mes a despreciarle en voz alta. Por catal¨¢n. Cuando no hace tanto buscaban trabar con ¨¦l una estrecha alianza antisoberanista.
Primero fue el vicesecretario popular, Carlos Floriano, que les denomin¨® en p¨²blico algo as¨ª como Siudatans o Chiutatans. Caricaturizaba as¨ª con fruici¨®n su nombre ¡ªCiutadans (o Ciudadanos)¡ª, pero no s¨®lo su nombre. Peque?o detalle, de paso pisoteaba tambi¨¦n la lengua catalana. ¡°Es un partido catal¨¢n, no conozco sus planes¡± para otros lugares, a?adir¨ªa enseguida su superiora jer¨¢rquica, la secretaria general Dolores de Cospedal.
O sea, lo catal¨¢n es ajeno o ignoto, cuando no inh¨®spito, y se pretende ganar votos desprestigiando a alguien por pertenecer a ese universo. Como predic¨® a?os atr¨¢s Esperanza Aguirre, en aquel caso de una empresa, Endesa: ¡°antes alemana que catalana¡±. ?Lo repetir¨ªa ahora la que es a¨²n presidenta de una pr¨®spera empresa catalana de cazatalentos?
M¨¢s rugidos. ¡°A m¨ª no me gusta que Andaluc¨ªa se mande desde Catalu?a, yo no quiero que en Andaluc¨ªa mande un partido pol¨ªtico que se llama Chiutadans, y que tiene un responsable pol¨ªtico que se llama Albert [?!] y que con todo respeto a m¨ª no me gusta que manejen [desde] fuera a Andaluc¨ªa¡±, acaba de afirmar el delegado del Gobierno central en Andaluc¨ªa, Antonio Sanz.
Ni? Floriano, ni de Cospedal, ni? Sanz ni F¨¢tima B¨¢?ez han sido destituidos de sus puestos por xenofobia perpetrada contra connacionales
A¨²n m¨¢s. ¡°Quiero decir que Juanma Moreno [el presidente del PP andaluz] se ha construido desde abajo, como tantos otros: es un malague?o, que naci¨® en Barcelona, pero [?!] es una persona afable, sencilla¡±. As¨ª le present¨® recientemente la ministra de Trabajo, F¨¢tima B¨¢?ez. O sea, Moreno Bonilla es una excepci¨®n entre los barceloneses de nacimiento, quienes, ¡ª?en su mayor¨ªa?, ?en su totalidad?¡ª son unos xiudatanos, algunos de ellos incluso Xiudatanos, nada afables, nada sencillos y por supuesto para nada construidos a s¨ª mismos.
Ni Carlos Floriano, ni Dolores de Cospedal, ni Antonio Sanz ni F¨¢tima B¨¢?ez han sido destituidos de sus puestos por xenofobia perpetrada contra connacionales. Lo que en otras derechas europeas, m¨¢s civilizadas, hubiera provocado una crisis pol¨ªtica de notables dimensiones, aqu¨ª parece saldarse gratis.
Desde luego que el episodio, o mejor, la reiterada secuencia de episodios, exhibe bastante inter¨¦s desde la perspectiva preelectoral y de la previsible evoluci¨®n de los partidos de la derecha, el centro-derecha y el centro. Pero seguramente supura algo m¨¢s esencial, que a veces difuminan algunos de los bienintencionados partidarios del ¡°patriotismo o lealtad constitucional¡± de raigambre aza?ista, formulado por J¨¹rgen Habermas como la integraci¨®n pol¨ªtica de las diferencias etnoculturales a base de compartir los principios y valores de un ordenamiento jur¨ªdico-constitucional democr¨¢tico. A saber, difuminan la pervivencia del nacionalismo espa?ol ¡ªno solo el ombliguismo administrativo o el centralismo pol¨ªtico gubernamental¡ª, incluso su crecimiento.
Josep Maria Colomer esquematiz¨® hace tiempo en un texto que irrit¨® a la tribu convergente (Contra los nacionalismos, Anagrama, Barcelona, 1984), la ideolog¨ªa del ¡°nacionalismo espa?olista tradicional¡± con los siguientes caracteres : a) la idea de una Espa?a ortodoxa, cat¨®lica, contrapuesta a una presunta antiEspa?a heterodoxa; b) la asimilaci¨®n de Espa?a a Castilla; c) la concepci¨®n m¨ªstica de ¡°lo espa?ol¡± como un ente espiritual que contiene un ¡°sentido de la vida¡±, y d) la visi¨®n de la Hispanidad como una comuni¨®n espiritual en unos valores tradicionales, entre ellos la lengua. Todos esos elementos palpitan en la concepci¨®n del actual conservadurismo espa?ol, y en la secuencia de expresiones anticatalanas que evocamos. Especialmente, el asimilismo castellanista.
Pero hay m¨¢s. ¡°La reyerta con los nacionalismos de la periferia ha sido elemento importante, en los tres ¨²ltimos decenios, en la articulaci¨®n del nacionalismo espa?ol, muy por encima, claro, del designio de dar respuesta a eventuales amenazas externas¡±, constata Carlos Taibo (¡°Nacionalismo espa?ol, esencia, memoria e instituciones¡±, Catarata, Madrid, 2007).
El franquismo fue ¡°la m¨¢xima expresi¨®n¡± del rancio nacionalismo espa?ol, como sosten¨ªa Colomer. Pero la transici¨®n aparc¨® en buena medida esa visi¨®n, por obra y gracia, entre otros, del sector de la derecha que se volvi¨® centrista: los elementos de la ideolog¨ªa perduraban, pero carentes de esa articulaci¨®n a la que se refiere el profesor Taibo. Fue el retorno de la derecha sin complejos reconciliatorios, bien encarnada por el azanarismo, lo que volvi¨® a enhebrar esos factores, durmientes o hibernados, en ideolog¨ªa operativa. Fue (sobre todo a ra¨ªz del nuevo Estatut) y es as¨ª como la aut¨¦ntica antiEspa?a autoritaria de casi siempre pugna por deshilvanar la Espa?a auton¨®mica de hoy. Enarbolando, entre otras armas, la insidia separadora de la xenofobia hacia los conciudadanos.
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