Complejas din¨¢micas urbanas
Hoy no se puede concebir la ciudad sin participaci¨®n, pero tal vez Barcelona deba volver a confiar en los arquitectos
El alcalde Xavier Trias tuvo la idea, vaya casualidad, de hacer picar una pared de una dependencia secundaria de la Modelo para dejar claro que de aqu¨ª unos a?os, qui¨¦n sabe cu¨¢ntos, la mole desaparecer¨¢ del Eixample. La promesa aparece siempre que hay elecciones, no se la salta nadie. Despu¨¦s las cosas se pierden entre los despachos y la imposibilidad de cerrar la c¨¢rcel si antes no se construye la de la Zona Franca. Estando as¨ª las cosas, es buen momento para ir a ver otra de las tres c¨¢rceles de Barcelona, la de la Trinitat, adonde por cierto han ido a parar algunos inquilinos de la Modelo. La Trinitat Vella es un barrio dif¨ªcil, que en el imaginario de los barceloneses es un barrio marginal, clavado entre la Ronda, la Meridiana y el Bes¨°s. Uno de esos barrios adonde no va nadie que no tenga algo que hacer; un barrio, pues, apretado contra la pared del fondo, para decirlo con una met¨¢fora que a lo mejor es cruel. A la Trinitat tambi¨¦n le prometen que le quitar¨¢n la prisi¨®n.
Bajo del metro, es la ¨²ltima estaci¨®n. Me recibe una zona de juegos infantiles y tres o cuatro bloques de pisos sociales, magn¨ªficos. Todav¨ªa huelen a pintura. Le comento a un vecino ¡ªescarbadiente en la comisura¡ªque son pisos muy guapos. Siiiiiiiiii, contesta, alargando la vocal para remarcar la opini¨®n. Se le nota el orgullo. La clave es que estos pisos podr¨ªan estar en cualquier barrio de Barcelona: en cualquiera. Camino hasta la Casa de l'Aigua, restaurada hace poco: es un edificio industrial de cien a?os atr¨¢s, color cobrizo en sus paredes. Est¨¢ cerrada. La circunda un patio jard¨ªn enorme, con los brotes de hiedra acabados de plantar: es un espacio grande y encalmado. Se me ocurre una facecia; esto no es para los turistas, aqu¨ª no llega ni uno. Es para los vecinos. Es aquella vieja consigna de monumentalizar la periferia, que sigue vigente, porque estas joyas restauradas, por donde pasar¨¢n los escolares para aprender el ciclo del agua, del Bes¨°s de Montcada a Barcelona, son parte de la identidad del barrio. Identidad equivale a ese orgullo dign¨ªsimo del jubilado frente a los pisos flamantes, ya con sus plantas en los balcones.
La Trinitat tiene sus problemas sociales, no ser¨¦ yo quien lo niegue. Un bloque nov¨ªsimo y privado est¨¢ okupado por una asociaci¨®n de mujeres, que expresan en un manifiesto sus reivindicaciones de vivienda y de apoyo. Pero avanzando hacia la c¨¢rcel se ve que aqu¨ª las inversiones han sido continuadas, desde que en 1992 se estrenara al gran parque del Nus de la Trinitat, elegante y lleno de vida, con la preciosa escultura de los caballos al galope. En este barrio los ¨¢rboles son tiernos, el pavimento est¨¢ impecable, las calles son de plataforma ¨²nica, hay equipamientos de todo tipo, hasta un local de juego infantil. No es tarea de un mandato, sino de siempre: hacer ciudad. Pero la prisi¨®n est¨¢ ah¨ª, m¨¢s suave que la Modelo, sin muro pero con una fachada ciega de ventanas barradas. Es inmensa, una infinita reserva de suelo. Hay futuro. Hay expectativas. Hay ganas.
Marc Andreu, en la interesante editorial de la revista L'Aven?, publica Barris, ve?ns i democr¨¤cia, una meticulosa cr¨®nica de la vida de la FAVB ¡ªlas asociaciones de vecinos de Barcelona¡ªdesde los inicios bajo el franquismo hasta 1986. Espl¨¦ndido trabajo, que a pesar de su mirada hist¨®rica, aporta reflexi¨®n al momento actual, porque m¨¢s que hablar de la evoluci¨®n de la ciudad, que queda en segundo plano, nos cuenta la vida interna de las asociaciones. Primera constataci¨®n: los partidos de izquierda controlaban, presid¨ªan y barr¨ªan para casa, cosa que fue determinante cuando, celebradas las elecciones democr¨¢ticas, los pol¨ªticos decidieron que hab¨ªa que desmovilizar a la gente, desmontando las estructuras de participaci¨®n. Hab¨ªa empezado en Barcelona la era del despotismo ilustrado, y a los vecinos s¨®lo les quedaba aplaudir.
Segunda constataci¨®n: no es cierto que se produjera, como dice el autor, una ruptura democr¨¢tica. En el campo vecinal hubo transici¨®n como en todas partes, precisamente porque los partidos recondujeron el impulso. ?Los vecinos reivindicaban cosas como designar ellos los maestros de las escuelas de barrio o que la FAVB tuviera voz en los plenos municipales! Sin embargo, tercera constataci¨®n, la ciudad que se hizo ten¨ªa mucho que ver con la que quer¨ªan, no porque participaran, sino porque hay una l¨®gica urbana indestructible, unas necesidades que acaban llevando a la misma soluci¨®n. La ciudad es una. Y una an¨¦cdota para pensar: hubo un intento, desde Nou Barris, de ponerse en contra del entusiasmo ol¨ªmpico, pero no hubo manera. La ciudad es una, tambi¨¦n para los grandes proyectos. Hoy no se puede concebir la ciudad sin participaci¨®n, pero me dec¨ªa una persona: es preciso que Barcelona vuelva a confiar en los arquitectos. Las din¨¢micas urbanas son sutiles y sobre todo complejas. No aceptan simplismos.
Patricia Gabancho es escritora.
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