La gloria empa?ada

Resulta frustrante que los autores de un cancionero may¨²sculo, aut¨¦nticos artesanos de la perfecci¨®n mel¨®dica encapsulada de tres en tres minutos, se encuentren maniatados por un sonido que nunca les hizo remota justicia. Los avatares t¨¦cnicos no arruinaron el concierto de The Jayhawks este viernes en un Teatro Barcel¨® embebido, pero empa?aron lo que pudo haber sido una noche de gloria. Y no: prendi¨® la llama Gary Louris con la instant¨¢nea I¡¯m gonna make you love me, propicia para el tarareo hasta el final de los tiempos, y se escuchaba mil veces m¨¢s la guitarra que su voz, mientras no hab¨ªa rastro de la mandolina ni de los maravillosos coros del bater¨ªa Tim O¡¯Reagan. La cosa fue afin¨¢ndose, pero poquito: m¨¢s por resignaci¨®n y costumbre que por entender a Louris, ni siquiera cuando presentaba las canciones.

No era cuesti¨®n de amargarse. Los de Minneapolis frecuentan poco la ciudad y las dos ¨²ltimas ocasiones fueron con Mark Olson compartiendo liderazgo. Y dig¨¢moslo claro, aun alimentando discusiones encendid¨ªsimas: la banda es mejor con Louris solo que con los dos jefes dirimiendo la batalla de egos sin dirigirse la mirada y, a¨²n peor, privando al p¨²blico de temas fabulosos por un qu¨ªtame all¨¢ esas cuotas. El viernes s¨ª sonaron Save it for a rainy day, Stambling through the dark o Tailspin, integrantes de aquel disco majestuoso, Rainy day music (2003), cuyas tres estrellitas en Allmusic son un borr¨®n inexplicable en esa biblia digital.

Habr¨¢ disco nuevo en enero, dijeron, pero esta vez tocaban las viejas. Y las anteriormente escamoteadas. Esos cruces maravillosos entre The Band (Ain¡¯t no end), Dylan (la arm¨®nica de Angelyne), Byrds, Buffalo Springfield, CS&N, incluso Beatles (Trouble). El sonido emborron¨® la faena y evit¨® la magia de aquel concierto inolvidable de 2004, pocos d¨ªas despu¨¦s de la barbarie del 11-M. Pero siguen siendo grandes. Tan grandes.