El miedo ha cambiado de bando
Mas reconoce por primera vez la posibilidad de un fracaso del ¡®proc¨¦s¡¯ por chocar con enemigos insalvables
La consigna del soberanismo es que nada ha variado desde que se inici¨® el proc¨¦s. Tanto da que en poco tiempo se haya producido el relevo al frente del primer partido de la oposici¨®n espa?ol, que hayan irrumpido nuevas fuerzas pol¨ªticas que, seg¨²n todos los indicios, amenazan con alterar por completo el tablero pol¨ªtico del pa¨ªs o, incluso, que haya un nuevo Jefe de Estado. Minucias. Calderilla pol¨ªtica. Ning¨²n cambio sustancial. En consecuencia: no nos mover¨¢n.
En p¨²blico esto es lo que los soberanistas repiten de manera constante. Pero, realmente, quienes no dejan de proclamar a voz en grito no serem moguts, ?no se han movido en absoluto? No parece que se sostenga tan rotunda afirmaci¨®n. Por lo pronto, como han se?alado diversos analistas, en la hoja de ruta publicitada hace escasas semanas parece haberse renunciado precisamente a la reivindicaci¨®n que hab¨ªa constituido el eje fundamental de la estrategia soberanista, la consulta. No puede decirse que se trate de una renuncia menor. De hecho, durante meses una de las pancartas que m¨¢s pod¨ªa verse en balcones de pueblos y ciudades de Catalu?a rezaba (dicho sea sin el menor asomo de iron¨ªa) as¨ª: ¡°Votar ¨¦s normal en un pa¨ªs normal¡±.
Pues hete aqu¨ª que, tal vez para evitar que ning¨²n guas¨®n (tipo Ram¨®n de Espa?a para entendernos) pudiera afirmar que los precursores del eslogan de Rajoy ¡°el PP es el partido de las personas normales¡± est¨¢n donde menos cab¨ªa imaginar, han decidido variar la estrategia argumentativa. Se ha resuelto dar finiquito al argumento, tan falso como extendido entre nosotros, de que ¡°en cualquier pa¨ªs democr¨¢tico del mundo¡± el gobierno correspondiente autoriza sin poner el menor inconveniente, plantear resistencia alguna o ni tan siquiera torcer el gesto con leve contrariedad, un refer¨¦ndum de secesi¨®n de una parte de su territorio. En su lugar, se ha optado por abrazar la tesis de la absoluta excepcionalidad del caso catal¨¢n y aparecer como pioneros absolutos (ojo: a nivel planetario, ah¨ª es nada) en la forma de acceder a la independencia a trav¨¦s de unas elecciones auton¨®micas.
Pero lo llamativo de esta mudanza ha hecho que pase casi desapercibida otra, sobre la que vale la pena llamar la atenci¨®n. En la magn¨ªfica entrevista que Xavier Sard¨¢ le hizo a Artur Mas en el programa Pla Sard¨¢, de BTV, hace algunas semanas, el president, ya hacia el final de la conversaci¨®n y a modo de resumen, reconoci¨® que, de fracasar el proc¨¦s, ello se deber¨ªa al hecho de que hubiera encontrado enfrente enemigos insalvables y perfectamente identificables, que solo pod¨ªan ser dos. Uno, previsible del todo, era el Gobierno de Espa?a. Pero el otro, nunca reconocido hasta ahora, era nada m¨¢s y nada menos que la mism¨ªsima Europa.
Lo dijo sin pesta?ear, como si nunca hubiera existido la famosa pancarta del ¡°Catalunya, nou Estat d?Europa¡±, que gui¨® la movilizaci¨®n de la Diada de 2012, y cuyo masivo seguimiento incluso llev¨® a Mas, seg¨²n propio testimonio, a cambiar de opini¨®n en relaci¨®n con la independencia. O como si durante dos largos a?os los medios de comunicaci¨®n p¨²blicos catalanes (con la inestimable colaboraci¨®n de algunos privados afines) no hubieran bombardeado por tierra, mar y aire a la ciudadan¨ªa con el mensaje de que nuestra permanencia en Europa era incuestionable porque, ?c¨®mo podr¨ªan los europeos permitirse el lujo de prescindir de nosotros?
Cre¨ª percibir un cierto estupor en el entrevistador ante la desenvoltura con la que Mas aceptaba dicha posibilidad, hasta ahora rechazada de plano. Le traslad¨® a ¨¦ste su sorpresa, y la respuesta vino a ser que ya no quedaba m¨¢s remedio que perseverar en lo iniciado, por m¨¢s riesgos que pudiera tener (¡°el camino es incierto¡±, ¡°no tiene salida f¨¢cil¡± fueron algunas de sus frases) o por m¨¢s perjuicios a los ciudadanos que pudiera causar. ?Por qu¨¦ no cab¨ªa otra opci¨®n que continuar el camino emprendido? Porque ¡°no hacerlo nos lleva a quedar arrasados¡±. Parecidas palabras, por cierto, a las que pronunci¨® el viernes de la semana pasada en un acto electoral de CiU en Matar¨®, donde se?alo que si se pierde la esperanza en el proyecto secesionista, ¡°estar¨ªamos muertos¡±.
Siempre es de celebrar que se clarifiquen las propuestas. Siempre es bueno saber si la ilusi¨®n tiene alg¨²n fundamento material o, por el contrario, no representa otra cosa que puro ilusionismo al servicio de los intereses de algunos. De momento lo que se puede constatar es que, en trance de agotamiento dicha ilusi¨®n, desenmascarada la mentira de que una Catalu?a independiente permanecer¨ªa en Europa sin problemas o, en su defecto, se reincorporar¨ªa de inmediato y por la puerta grande, con lo que nos encontramos ahora es con que el argumento del miedo, tan denostado en su momento por el soberanismo, parece haber cambiado de bando. No es una buena noticia. Entre la mera ilusi¨®n vac¨ªa y el catastrofismo apocal¨ªptico m¨¢s desatado, mejor har¨ªan los soberanistas en dedicarse a presentar argumentos y a debatir acerca de los mismos en la plaza p¨²blica.
Manuel Cruz es catedr¨¢tico de Filosof¨ªa Contempor¨¢nea en la UB.
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