Ciudades y arquitectos
Gobernantes y poderes econ¨®micos han dado valor a los arquitectos poco urbanistas, fabricantes de objetos singulares que tienden a prescindir del entorno urbano
?Podr¨¢n sobrevivir las ciudades... a los arquitectos? Este encabezamiento se debe a un gran y olvidado libro de Josep Lluis Sert, escrito durante la II Guerra Mundial. Sert sintetiz¨® las ideas del Movimiento Moderno a partir de las CIAM (Conferencias internacionales de Arquitectura Moderna) y sus ideas propias y de otros j¨®venes profesionales, como Josep Torres Clav¨¦, muerto en el frente republicano durante la guerra civil. Los arquitectos pueden ser tambi¨¦n urbanistas, pero no todos los arquitectos, ni mucho menos, lo son. Y hay grandes urbanistas que no han sido arquitectos. Como Ildefonso Cerd¨¤, ingeniero civil y uno de los fundadores del urbanismo moderno. El urbanismo es una pr¨¢ctica que con la acumulaci¨®n de experiencias y an¨¢lisis cr¨ªtico ha constituido un corpus doctrinal respetable. Incluye las disciplinas t¨¦cnicas y las human¨ªsticas que en este caso se pueden beneficiar de la verificaci¨®n en la vida social.
?Pero son los profesionales quienes han de tomar las decisiones sobre la ciudad? Hace unos d¨ªas el colega, y sin embargo amigo, Josep Maria Montaner, en una entrevista publicada en EL PA?S, afirmaba rotundamente: ¡°Somos los arquitectos los que volveremos a decidir el urbanismo". Reconozco su habilidad period¨ªstica pues proporcion¨® al periodista un titular que llama la atenci¨®n. La frase se presta a la confusi¨®n. Los profesionales, arquitectos u otros, no pueden ¡°decidir¡± cuales son las prioridades, los destinatarios y los contenidos concretos de los planes o las intervenciones en el territorio.
El urbanismo condiciona la vida del conjunto de los ciudadanos, de los actuales y de los que vivir¨¢n m¨¢s tarde. El urbanismo puede servir para la acumulaci¨®n de capital o para la reproducci¨®n social, puede contribuir a la convivencia entre los ciudadanos de todas las clases o generar la segregaci¨®n social, favorecer o acentuar las desigualdades, establecer prioridades a favor de unos grupos sociales o econ¨®micos u otros, promover el espacio p¨²blico o la privatizaci¨®n del habitat, ponerse al servicio del coche privado o priorizar el transporte p¨²blico, integrar la dimensi¨®n ambiental o adaptarse a los usos consumistas.
El urbanismo es una dimensi¨®n de la pol¨ªtica, de lo colectivo, y se posiciona en un espacio conflictual de intereses, valores y necesidades. Se manifiestan los privilegios y la exclusiones, el conflicto entre clases y grupos, entre los beneficios privados y los derechos de ciudadan¨ªa. Son las fuerzas sociales y sus expresiones pol¨ªticas las que orientan el urbanismo y manifiestan valores, demandas y aspiraciones. Las instituciones pol¨ªticas lo traducen en programas pol¨ªticos seg¨²n los intereses a los que responden.
La sustituci¨®n del urbanismo por la arquitectura es una regresi¨®n en todos los sentidos: cultural, social, pol¨ªtica
El urbanismo es un conjunto de actuaciones p¨²blicas de car¨¢cter pol¨ªtico. Se deben traducir en sus dimensiones f¨ªsicas, sociales, jur¨ªdicas, financieras, etc¨¦tera y en un marco democr¨¢tico que merita debate ciudadano. El urbanismo no lo deciden los profesionales a partir de su saber t¨¦cnico. La t¨¦cnica es imprescindible pero puede servir para lo mejor o para lo peor.
Los gobernantes y los poderes econ¨®micos y medi¨¢ticos han valorizado principalmente a los arquitectos poco urbanistas, m¨¢s bien fabricantes de objetos singulares y que tienden a prescindir del entorno urbano y de un proyecto de ciudad. La sustituci¨®n del urbanismo por la arquitectura es una regresi¨®n en todos los sentidos: cultural, social, pol¨ªtica. La arquitectura ostentosa, tape-¨¤-l'oeil, con pretensiones de marcar simb¨®licamente el territorio, afirma el poder del dinero y de las autoridades y sobre todo hace el juego a la econom¨ªa especulativa y al urbanismo excluyente.
La multiplicaci¨®n de objetos presuntuosos les hace perder su sentido. ¡°Lo excesivo deviene insignificante¡±, como dijo Telleyrand. Exaltar a los arquitectos productores de objetos urbanos, que menosprecian o ignoran a la cultura urban¨ªstica acumulada, instalados en ¡°un sublime atardecer¡± como los describi¨® Graciela Silvestri en un excelente art¨ªculo en Punto de Vista, contribuyen a disolver la ciudad. En nombre del arte generan la alienaci¨®n urbana, ciudades-objeto del deseo de minor¨ªas y urbanizaciones sin ciudad, sin sentido y sin ciudadan¨ªa. Y que me excuse el amigo Montaner. S¨¦ que compartimos el ¡°urbanismo ciudadano¡±. Me permito apoyarme en una frase que me pareci¨® poco afortunada para hacer una cr¨ªtica a la arquitectura sin cultura ciudadana.
Jordi Borja es urbanista.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.