La rega?ina de Don Alfredo
Se podr¨ªa aplicar a algunos de estos nuevos pol¨ªticos, reci¨¦n estrenados en responsabilidades de gobierno lo de ¡°no te pido que pares los balones que vayan dentro, pero, por Dios, ?no te metas los que van fuera!¡±
Pas¨® a la historia, definitivamente, la vieja tradici¨®n de conceder a los nuevos gobernantes cien d¨ªas de margen para que tuvieran tiempo de ir aterrizando en la instituci¨®n que les hab¨ªa correspondido gestionar. Hoy, la lupa del escrutinio p¨²blico se coloca desde el primer instante encima de cuanto llevan a cabo quienes acaban de acceder al poder. Y si la nueva costumbre, por s¨ª sola, introduce sobre ellos un importante elemento de presi¨®n, la cosa se complica m¨¢s a¨²n en la actual circunstancia pol¨ªtica. Porque es un hecho que buena parte de ayuntamientos y comunidades aut¨®nomas han empezado a ser gobernadas por formaciones o coaliciones que de momento han obtenido ¨²nicamente el respaldo para la investidura, sin alcanzar pactos de gobierno o tener garantizados apoyos para toda la legislatura. Eso significa que su posici¨®n es inestable, a la espera de lo que ocurra en las elecciones generales y, en el caso de Catalu?a, en las auton¨®micas del 27-S.
Dicha inestabilidad explica algunas de las conductas de ciertos reci¨¦n llegados, deseosos de reforzar su imagen ante los ciudadanos, esto es, de llegar al oto?o en una posici¨®n algo m¨¢s fuerte para el caso de que hiciera falta renegociar su permanencia en el cargo o fueran objeto de una moci¨®n de censura. De ah¨ª que haya quien, aprovechando las plataformas que el poder pone a su disposici¨®n, exhiba una permanente presencia en los medios de comunicaci¨®n (nada m¨¢s f¨¢cil para un alcalde o alcaldesa que aparecer cada d¨ªa con cualquier excusa en la secci¨®n local de los peri¨®dicos). En realidad, nada tiene que ver tal exhibici¨®n con la pol¨ªtica, aunque se intente hacerla aparecer como tal.
As¨ª, con el pretexto de dar noticia de las instrucciones que ha cursado la nueva autoridad respecto a detalles absolutamente menores y sin la menor trascendencia p¨²blica (sustituci¨®n, al m¨¢s puro estilo Miguel ?ngel Revilla, de los coches oficiales por alg¨²n medio de transporte p¨²blico o por la bicicleta, renuncia a la escolta o indicaciones para que ¨¦sta vista de manera informal, junto con alg¨²n otro detalle cotidiano m¨¢s o menos iconoclasta y rupturista con los viejos h¨¢bitos, del que ¡ªsiempre, siempre¡ª deja oportuna constancia el fot¨®grafo convocado al efecto, etc¨¦tera) los ciudadanos son sometidos de manera permanente e inmisericorde a una aut¨¦ntica inmersi¨®n en propaganda personalizada, cuyo verdadero fin no es dar noticia de actuaci¨®n alguna, sino, como dec¨ªamos, conseguir que la ciudadan¨ªa se familiarice (y a ser posible, simpatice) con la nueva autoridad, fijando los perfiles que m¨¢s convenga destacar de ella cara a la definitiva negociaci¨®n que se podr¨ªa producir dentro de unos meses.
Pero la sociedad no ha colocado en el poder a los nuevos gobernantes para que se dediquen a la promoci¨®n personal y al ba?o de masas permanente. Espera de ellos, sobre todo, decisiones acorde con sus promesas. A este respecto, a muchos ciudadanos que se tienen a s¨ª mismos por gentes de izquierdas les sucede ¨²ltimamente algo parecido: por un lado, no les agrada que sus posibles cr¨ªticas a gobiernos progresistas, municipales o auton¨®micos, puedan convertirse en munici¨®n argumentativa de utilidad para los sectores m¨¢s reaccionarios, pero, por otro, tampoco quieren que los que presuntamente son los suyos puedan arruinar una oportunidad hist¨®rica ¡ªy propiciar de esta forma el r¨¢pido regreso al poder de los reci¨¦n derrotados por culpa de inexcusables errores¡ª.
Errores que, por cierto, resulta imposible atribuir a biso?ez o inexperiencia, en la medida en que sol¨ªan ser los mismos comportamientos que cuando ellos a¨²n no estaban en el poder denunciaban, airados. No estoy planteando una hip¨®tesis aventurada o inveros¨ªmil, sino algo que ya ha tenido lugar. De hecho, a ra¨ªz de determinados nombramientos ¡ªfronterizos con el nepotismo¡ª, le falt¨® tiempo a Alicia S¨¢nchez-Camacho para acusar al nuevo equipo de gobierno municipal de convertir el Ayuntamiento de Barcelona en una oficina de colocaci¨®n para sus familiares y amigos.
?Hac¨ªa falta pon¨¦rselo tan f¨¢cil? Alfredo Di St¨¦fano, esa especie de S¨¦neca futbol¨ªstico (am¨¦n de grand¨ªsimo jugador), le dedic¨® a un portero fall¨®n que durante su ¨¦poca de entrenador ten¨ªa bajo sus ¨®rdenes, y que en cierta ocasi¨®n desvi¨® hacia su propia puerta un disparo que iba claramente desviado, una rega?ina que sin esfuerzo se podr¨ªa aplicar a algunos de estos nuevos pol¨ªticos, reci¨¦n estrenados en responsabilidades de gobierno: ¡°No te pido que pares los balones que vayan dentro, pero, por Dios, ?no te metas los que van fuera!¡±.
Manuel Cruz es catedr¨¢tico de Filosof¨ªa Contempor¨¢nea en la Universidad de Barcelona.
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