El domingo es m¨¢s largo con merengue
Juan Luis Guerra se elev¨® sobre un mal sonido y puso al Sant Jordi a punto de nata
Pocas cosas se antojan m¨¢s in¨²tiles que una silla en un concierto de Juan Luis Guerra. Sus poseedores las abandonaron ayer por la noche, sobre las 21:35h, y ellas hubieron de combatir su soledad escuchando solitarias el concierto del dominicano, una incitaci¨®n al baile empujada por el merengue. Estuvieron as¨ª, abandonadas y olvidadas casi por espacio de dos horas, el tiempo que dur¨® la actuaci¨®n, y si hab¨ªa alguna ilusa que esperaba ser recuperada y recordada durante los tramos de concierto regados con bachatas, piezas m¨¢s aptas para el arrullo que para el caderazo, pronto vio que buena parte del p¨²blico no se sentaba ni por esas. S¨ª, al final, y antes de abordar la salida del recinto, puede que alguien se sentase para recuperar el resuello, pero la noche ya hab¨ªa tenido protagonista y las piernas se impusieron a las posaderas.
Al poco de salir a escena Juan Luis Guerra repas¨® las nacionalidades de los all¨ª presentes, y con tanta sangre latina dispuesta a celebrar su presencia en Barcelona el baile era una cuesti¨®n de identidad. Y eso que durante buena parte de la actuaci¨®n el sonido fue simplemente estruendoso, confuso y empastado, un guirigay que imped¨ªa disfrutar de una numerosa banda con nutrida secci¨®n de metales y mucho acento en la percusi¨®n, tal y como mandan los c¨¢nones. Tambi¨¦n en esta l¨ªnea, el escenario, sencillo y austero, con pocos elementos escenogr¨¢ficos y escasa imaginaci¨®n en las proyecciones, obligaba a centrar la atenci¨®n en la m¨²sica y consecuentemente a bailar, ¨²nica opci¨®n razonable cuando el merengue, con m¨¢s beats por minuto que una pieza de techno, con el bombo golpeando ahora s¨ª y luego tambi¨¦n a toda velocidad, se desmelena. No digamos ya si encima la pieza es popular, cosa por ejemplo acaecida con ¡°La bilirrubina¡±: entonces del cielo ca¨ªa una sonrisa que encajaba con los desaforados bailes de la multitud. Una alegr¨ªa, una estampa impagable. Doce mil personas disfrutando.
Lo hicieron con un repertorio que despach¨® r¨¢pido ¡°Ojal¨¢ que llueva caf¨¦¡±, interpretada en tercer lugar, y que tuvo bastante representado el ¨²ltimo trabajo, del que sonaron seis de sus diez canciones. El ¨¦xtasis se alcanz¨® con ¡°El costo de la vida¡±, y hubiese podido acrecentarse si ¡°La gallera¡± no hubiese sido despachada como fragmento de los solos de percusi¨®n, pero aguardaba ¡°Visa para un sue?o¡±, ¡°El Ni¨¢gara en bicicleta¡± y el gui?o salsero ¡°De Moca a Par¨ªs¡± para revitalizar unos ¨¢nimos que parec¨ªan impropios de un domingo por la noche, en ese instante en el que el lunes, agazapado, amenaza. ¡°A pedir su mano¡±, una popurr¨ª de bachatas y ¡°Las avispas¡± conjuraron esa amenaza. Pod¨ªa ya ser casi lunes, pero la imagen de un Juan Luis Guerra retornado tras siete a?os de ausencia de los escenarios barceloneses, y de nuevo congraciado con el ¨¦xito obraron el milagro. El domingo dur¨® m¨¢s con merengue.
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