?Nos salvar¨¢ el teatro del apocalipsis?

Apocalipsis. Seg¨²n la NASA quedan 55 a?os. Seg¨²n Milo Rau y el colectivo International Institute of Political Murder estamos metidos de lleno en la demolici¨®n del mundo que conocemos o su elaborado espejismo. Es la conclusi¨®n despu¨¦s de escuchar las cuatro biograf¨ªas presentadas en The Civil Wars: la destrucci¨®n del ¡°sue?o europeo¡±, ese mito colectivo que nos hab¨ªamos otorgado despu¨¦s de la II Guerra Mundial. Cada una de las historias familiares que se recogen en la gran pantalla ¡ªconfesiones en dram¨¢tico saturado blanco y negro¡ª hablan del fracaso cuando Europa era modelo de civilizaci¨®n, equidad, cultura, progreso, sentido y compromiso social.

Eran los buenos a?os cuando un emigrante marroqu¨ª, un activista pol¨ªtico de izquierdas empleado de la IBM, un pionero de la televisi¨®n y un peque?o empresario empezaron a borrarse de su entorno, de sus familias. Figuras paternas ausentes por un tr¨¢gico accidente, la locura y el alcohol. Los padres de Karim Bel Kacem, Sara de Bosschere, S¨¦bastien Foucault y Johan Leysen. Los int¨¦rpretes reclutados por Rau para construir a trav¨¦s de sus recuerdos una intrahistoria europea poco complaciente. Excepto el padre de Leysen (muerto en accidente de coche), los otros tres son memorias de la insatisfacci¨®n extrema y violenta: el desarraigo y el paro en plena reconstrucci¨®n de la prosperidad, la frustraci¨®n de perder el negocio familiar que nunca form¨® parte de las aspiraciones personales, el conflicto sin resolver entre los ideales y la realidad. Pero tambi¨¦n son las historias de los hijos que ¡ªpor lo compartido¡ª optaron por alejarse del abismo familiar. ?Hicieron algo? ?Algo m¨¢s que hablar en un teatro? Quiz¨¢ el otro an¨¢lisis que sale de The Civil Wars es la molicie ideol¨®gica, la rendici¨®n como individuos y como sociedad. Paso atr¨¢s aprovechado por los mercados y cualquiera que ofrece nuevos ideales ¡ªaunque est¨¦n te?idos de sangre y radicalidad¡ª para captar adeptos a su causa.

Tambi¨¦n es una reflexi¨®n sobre la esterilidad de la cultura ¡ªuna pol¨¦mica tan vieja como el siglo XX¡ª como medio para ofrecer respuesta o salvaci¨®n. Rau lo ejemplifica con un ¨²nico gesto escenogr¨¢fico: el p¨²blico es recibido por un espectacular palco rococ¨®. Detr¨¢s, en un vulgar sal¨®n de clase media, caer¨¢n las confesiones. Palabras secas de un cuarteto excepcional de int¨¦rpretes. Poca iron¨ªa, escasa emoci¨®n expl¨ªcita. Un volcado de experiencias ¨ªntimas que el oficio de actor matiza con distancia profesional. Un excelente trabajo que deja el interrogante sobre la utilidad de este ejercicio de teatro-documento filmado. Quiz¨¢ s¨®lo es una magn¨ªfica terapia mancomunada sin respuestas compartidas. La primera sin resolver: ?el teatro, qu¨¦ papel tiene en el apocalipsis?