Las listas del bien y del mal
El proceso liderado por Mas podr¨ªa ser un trabajo de demolici¨®n de consecuencias negativas para la cultura de Catalu?a, fraccionada y tentada por el escapismo
Atribuir la esencia democr¨¢tica a quienes voten la lista Junts pel S¨ª y relegar el no a la filiaci¨®n penitente de las fuerzas oscurantistas no es nada nuevo. En fin, se ha convertido en una costumbre. En circunstancias como las que ahora vivimos, encaja la f¨®rmula que un historiador brit¨¢nico aplicaba a momentos algo distintos: ¡°Nada se ha aprendido de fracasos previos, salvo como repetirlos a mayor escala¡±. Uno de los errores c¨ªclicos del nacionalismo catal¨¢n es el todo o nada. Ahora tenemos que un pol¨ªtico de entidad relativa, sin sustancia conocida, es asumido como cabeza de lista de Junts pel S¨ª en el pen¨²ltimo episodio del relato recambolesco que es obra de Artur Mas. ?Qui¨¦n es Raul Romeva? ?Debemos calibrarlo por lo que dijo, lo que dice o lo que puede acabar diciendo? Entre las ruinas de Converg¨¨ncia casi todo es posible. Pero, ?qu¨¦ respuesta puede dar Romeva cuando le pregunten por las proporciones del asunto Pujol? ?Qu¨¦ idea tiene Romeva del derecho a la propiedad privada si es que quiere retener los votos convergentes? ?Conecta de alguna manera con los estados de opini¨®n de las clases medias? Su look probablemente corresponda a un nuevo disfraz del maximalismo, esa anacr¨®nica propensi¨®n al fracaso y a los callejones sin salida.
Eso obliga a recordar que existi¨® un catalanismo no maximalista. Ten¨ªa un sustrato cultural, un pensamiento estrat¨¦gico. Ahora, el proceso de construcci¨®n nacional liderado por Artur Mas podr¨ªa ser finalmente un trabajo de demolici¨®n de consecuencias negativas para la cultura de Catalu?a, visiblemente fraccionada, estupefacta o tentada por el escapismo, exasperada en uno u otro sentido o dislocada por los antagonismos. Ah¨ª tambi¨¦n hay listas del bien y del mal. En realidad, lo m¨¢s significativo no es cu¨¢les de estos estados de ¨¢nimo sean mayoritarios o minoritarios sino saber si la cultura sobrepasa la inmediatez pol¨ªtica, recupera capacidad autocr¨ªtica o si se aleja de momentos excelentes, como la Renaixen?a o el Noucentisme. Tampoco es una cuesti¨®n de nostalgia. En realidad, el nost¨¢lgico de los precedentes imposibles es Artur Mas mientras que la alternativa es recomponer una cultura creativa y plural, confluencia de hechos tan incontestables como es la sociedad biling¨¹e, una cultura de Catalu?a que represente a los escritores en catal¨¢n y en castellano. Adem¨¢s, ya lo dec¨ªa Carles Riba: ¡°La literatura de las lenguas minoritarias necesita una gran lengua que le permita acceder al circuito internacional. Sin el alem¨¢n, Strindberg no ser¨ªa Strindberg. Nosotros tenemos al lado la castellana. Hay que aprovecharla¡±. Ser¨ªa un modo de reconstruir un catalanismo para el siglo XXI, sin las pulsiones del maximalismo. En el caso de que un nuevo catalanismo sea posible, habr¨¢ de comenzar por no creerse su propia ficci¨®n hegem¨®nica. En fin, no caer en el absurdo maniqueo ¡ªy de dudosa raigambre democr¨¢tica¡ª que consiste en postular una lista del bien virginal frente a las listas t¨¦tricas del mal.
Uno sigue pregunt¨¢ndose qu¨¦ piensa Romeva de cuestiones tan capitales. De repente, una finta fatigada de Mas le ha colocado en el podio. El hundimiento de la casa convergente, dejando aparte las inc¨®gnitas sobre la marcha de Uni¨®, hace irreversible la sustituci¨®n del lenguaje catalanista por el abecedario de la ruptura, de una desconexi¨®n cuya primera perjudicada ser¨¢ la sociedad catalana, por la inmensidad del litigio que puede generarse, en el menos catastr¨®fico de los casos. Cabe la sospecha de que Mas sea un gran desconocedor de la cultura y de la historia pol¨ªtica de Catalu?a, por no hablar de lo que es un Estado. Es desafortunado que su tacticismo de hoy para ma?ana se haya impuesto en un momento de necesidad de din¨¢micas integradoras, sociales, culturales, institucionales. Al contrario, siguen ofici¨¢ndose las efem¨¦rides funerarias de 1714.
Despu¨¦s de un precedente cultural como la Mancomunitat de Prat de la Riba, ahora ?qu¨¦ Prat integra y proyecta?
Despu¨¦s de un precedente cultural como la Mancomunitat de Prat de la Riba, ahora ?qu¨¦ Prat integra y proyecta? Actualmente, al margen de hechos simb¨®licos de relativa adhesi¨®n, Google determina la cultura catalana, para bien o para mal, m¨¢s que los esencialismos de Montserrat, aquel Montserrat resistencialista donde se fund¨® Converg¨¨ncia con un esp¨ªritu, dicho sea de paso, totalmente opuesto a lo que representan los hoy candidatos de Junts pel S¨ª, Romeva, Carme Forcadell o Muriel Casals. Como es f¨¢cilmente constatable, existe una Catalu?a que no es ni secesionista, nacionalista ni tan solo catalanista. Por lo que parece, esa es la Catalu?a de las listas del mal.
Valent¨ª Puig es escritor
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