Un silencio conmovedor
El bar¨ªtono Matthias Goerne ofrece una interpretaci¨®n soberbia en la Schubertiada. Este domingo repite
Ocasionalmente se da que el ¨¦xito de un concierto no se mide por la duraci¨®n e intensidad del ruido de los aplausos sino por el silencio que sigue a la extinci¨®n del ¨²ltimo eco tras la ¨²ltima nota. S¨®lo dura unos segundos, pero es un silencio que suena, y suena a eternidad.
En ese momento m¨¢gico el espectador se da cuenta de que lo que hasta este momento ha vivido como una experiencia personal, privada, ¨ªntima, es, de hecho, un acto colectivo y que a su lado hay otras almas que, por su silencio, intuye tambi¨¦n tocadas por la m¨²sica tan intensamente como la suya.
La ¨²ltima resonancia de los "Ewig ... Ewig" (Eternamente ... Eternamente) que culminan Das Lied von der Erde (La Canci¨®n de la Tierra) de Gustav Mahler ya se hab¨ªa extinguido hacia algunos segundos pero Josep Pons a¨²n aguantaba la batuta en alto, Matthias Goerne manten¨ªa la mirada baja, a¨²n no daba permiso para aplaudir, la interpretaci¨®n a¨²n no hab¨ªa terminado, faltaba el silencio conmovedor, la conciencia de haber asistido a algo maravilloso y trascendente y el regreso, nada f¨¢cil, a un lugar y a una fecha: la noche del 22 de agosto en la Can¨®nica Santa Maria de Vilabertran. Finalmente, Goerne levant¨® la mirada, Pons baj¨® la batuta y estall¨® el aplauso.
Hab¨ªa iniciado el concierto el Preludio a la siesta de un fauno de Debussy, una pieza maravillosa que no encajaba en modo alguno en este concierto pero que sirvi¨® para disfrutar de la actuaci¨®n impresionante del flautista Alvaro Octavio y del alto nivel del conjunto instrumental: un quinteto de cuerda, un quinteto de viento, piano, armonio y percusi¨®n que Josep Pons hab¨ªa creado Ad hoc para interpretar la pieza mayor del concierto, la adaptaci¨®n iniciada por Arnold Sch?nberg en 1921 y completada por Rainer Riehn en 1983 de la Canci¨®n de la Tierra, el ciclo de seis canciones para tenor, mezzosoprano (o bar¨ªtono) y orquesta compuesto por Gustav Mahler entre 1908 y 1909.
MATHIAS GOERNE
Mathias Goerne, Charles Reid y Josep Pons firman en la Schubertiada de Vilabertran una Canci¨®n de la Tierra antol¨®gica.
El bar¨ªtono Matthias Goerne, el tenor Charles Reid y el conjunto instrumental ofrecieron una interpretaci¨®n soberbia, memorable de la Canci¨®n de la Tierra.
La adaptaci¨®n pensada por Sch?nberg no ten¨ªa, evidentemente, la suntuosidad ni la opulencia de la orquestaci¨®n original mahleriana, tampoco conservaba el equilibrio t¨ªmbrico original, pero ofrec¨ªa no pocos alicientes. El mayor, la presencia apabullante, subyugante de la voz, y con ella, del texto y su poder de sugerencia.
Los antiguos poemas chinos, no poco influidos por el Tao, que remiten a un sujeto que se sabe ef¨ªmero, transitorio, mientras admira serenamente, sin esperanza de dejar huella, una tierra que se perpet¨²a sin proyecto, sin conciencia moral y que encuentra en su perpetuarse sin meta su raz¨®n de ser, sonaron recogidos, intensos, inmediatos. Reid cant¨® bien, con voz poderosa y f¨¢cil, Goerne tambi¨¦n, pero ¨¦ste ¨²ltimo a?adi¨® a su interpretaci¨®n, un calor, una libertad, un cantar desde el texto, desde el sentido del texto y no desde la partitura, subyugante
La actuaci¨®n de Matthias Goerne, el artista m¨¢s fiel de la Schubertiada, contin¨²a hoy con un recital acompa?ado al piano por?Alexander Schmalcz con obras de Robert Schuman con todas las entradas, como siempre, vendidas.
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