Energ¨ªa y oligopolios
Deber¨ªamos adoptar un modelo basado en energ¨ªas renovables porque no contaminan
En una sociedad formalmente ¡°libre¡±, cuando un grupo, o un Estado, busca m¨¢s poder, intenta conseguir el control de los recursos b¨¢sicos que necesitan los ciudadanos para vivir. ?Qu¨¦ significa esto? Veamos¡
En ¨²ltimo t¨¦rmino, para vivir, las personas s¨®lo necesitamos energ¨ªa e informaci¨®n. La energ¨ªa de los alimentos permite mantener vivas las c¨¦lulas de nuestro cuerpo y nos da fuerza muscular. La energ¨ªa que obtenemos de todas las otras fuentes materiales, nos permite regular las temperaturas, desplazarnos, fabricar herramientas y hacer cosas imposibles de hacer con nuestras solas fuerzas¡ La informaci¨®n que recibimos a trav¨¦s de los sentidos permite que nuestras neuronas puedan conocer, pensar, decidir, y hasta amar. El control sobre la vida personal se puede conseguir, pues, a trav¨¦s del control de la energ¨ªa y del control de la informaci¨®n. Se puede a?adir, claro, un elemento morboso: el del control de la capacidad de matar.
En la lucha por el poder vemos, entre otros, cuatro caminos que se siguen alternativa o simult¨¢neamente: controlar en lo posible los recursos alimentarios, monopolizar en lo posible los recursos energ¨¦ticos, intentar controlar los medios de informaci¨®n, y tambi¨¦n, intentar controlar las armas. Las caracter¨ªsticas naturales de cada territorio geogr¨¢fico, sus recursos alimentarios y sus recursos energ¨¦ticos, as¨ª como su ¡°riqueza humana¡± entendida como capacidad de generar informaci¨®n y conocimientos, explican mucho sobre la cuota de poder de cada Estado.
No voy a seguir con esta explicaci¨®n general. Me quiero centrar solamente en el segundo aspecto: los recursos energ¨¦ticos. Sabemos que toda la energ¨ªa de que podemos disponer tiene su origen en la que el sol genera y nos env¨ªa, o en la que nos envi¨® hace siglos. Pero en un caso y en el otro, las cosas funcionan de forma muy distinta. La primera la podemos aprovechar de forma m¨¢s o menos inmediata: podemos utilizar la radiaci¨®n solar, el viento, las mareas, los r¨ªos, o los seres vivos (vegetales o animales). La otra la hemos de recuperar quemando la materia viva fosilizada desde tiempo atr¨¢s en forma de petr¨®leo, carb¨®n o gas natural. Partiendo de esta distinci¨®n renovable/f¨®sil, podemos explicar y entender muy bien la geoestrategia de la energ¨ªa. (Olvido voluntariamente la fisi¨®n y la fusi¨®n. No creo que estas cambien las cosas¡)
El reparto mundial de los recursos f¨®siles est¨¢ totalmente determinado por la geolog¨ªa (existencia de yacimientos de carb¨®n, gas o petr¨®leo), lo que genera situaciones de gran dependencia de unos territorios respecto de otros. Por otra parte, la recuperaci¨®n supone la necesidad de enormes inversiones fijas en grandes centrales de generaci¨®n y en extensas redes de distribuci¨®n. Las inversiones est¨¢n s¨®lo al alcance de grandes grupos econ¨®micos, con costes fijos y variables muy importantes. Estas caracter¨ªsticas permiten que algunos Estados y algunas grandes empresas puedan obtener beneficios muy altos a costa de los consumidores finales.
La energ¨ªa procedente actualmente del sol, aunque depende de la climatolog¨ªa, est¨¢ mucho m¨¢s repartida, y sus costes de recuperaci¨®n son mucho m¨¢s bajos ya que el combustible es gratuito y los gastos son solamente los de amortizaci¨®n de las inversiones en parques de transformaci¨®n y en elementos de almacenamiento.
Debido a sus caracter¨ªsticas naturales, territorios como Europa, Espa?a o Catalu?a, deber¨ªan centrar su estrategia energ¨¦tica en cinco direcciones: adoptar un modelo basado muy mayoritariamente en energ¨ªas renovables, abandonando las f¨®siles cuya combusti¨®n adem¨¢s emite CO2; mejorar la eficiencia general en el uso energ¨¦tico; favorecer la generaci¨®n distribuida y la autogeneraci¨®n, evitando los grandes costes de distribuci¨®n; promover los veh¨ªculos el¨¦ctricos; y en priorizar la investigaci¨®n y el desarrollo de m¨¦todos mejores de transporte y almacenamiento (redes inteligentes, nuevas bater¨ªas, e hidr¨®geno¡).
Ello reducir¨ªa mucho los costes, mejorar¨ªa mucho nuestras econom¨ªas, aumentar¨ªa nuestra autonom¨ªa energ¨¦tica, y contribuir¨ªa a evitar los efectos del cambio clim¨¢tico. Chocar¨¢, evidentemente, con los intereses actuales de los pa¨ªses productores de petr¨®leo y de gas, y con los de aquellos oligopolios empresariales que dominan el sector y que se resistan a adaptarse. Por ello son decisiones pol¨ªticas dif¨ªciles; pero posibles.
Joan Maj¨®, ingeniero y exministro.
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