¡°Nadie nos contrata por ser refugiados¡±
La espera para obtener el asilo, que en muchas ocasiones se alarga a?os, somete a una pareja de ucranios a un limbo social que las entidades intentan mitigar
Silencio a cambio de 30 euros. Ese era el dinero que un polic¨ªa de una ciudad de Crimea le ped¨ªan a la madre de Vladimir para no revelar a sus vecinos y compa?eros de trabajo la orientaci¨®n sexual de su hijo. Y lo que es peor, su convivencia con otro hombre. Del chantaje se pas¨® a las llamadas amenazantes: esa informaci¨®n terminar¨ªa en manos de grupos hom¨®fobos organizados. La escalada del enfrentamiento entre los nacionalistas rusos y ucranios aument¨® la presi¨®n. Fueron a hablar con un abogado y la polic¨ªa: ¡°Ser gays es problema vuestro¡±. Hab¨ªa que escapar.
Vladimir, de 31 a?os, y Kirill, de 27, recuerdan su huida sentados en sala de la sede la Asociaci¨®n catalana para la integraci¨®n de homosexuales, bisexuales y transexuales inmigrantes (ACATHI), una entidad ¨²nica en el territorio espa?ol. Piden que ni sus nombres reales ni sus caras aparezcan publicados, pues est¨¢n pendientes de que el Gobierno central determine si les concede el asilo. Una espera que dura ya m¨¢s de un a?o y cuyo fin no se ve a¨²n en el horizonte.
¡°Los trabajadores sociales son amables, pero no tienen los recursos¡±
¡°Nos dicen que hay que esperar. Todo es un c¨ªrculo vicioso. Queremos trabajar, no queremos ayudas, pero nadie nos contrata por ser refugiados¡±, explica Vladimir, ingeniero naval de formaci¨®n. Kirill, ingeniero de alimentos, asiente: ¡°En Ucrania la vida era dura, pero nunca tuvimos que pedirle a nadie nada¡±.
La pareja pasa por los problemas a los que se enfrentan casi todos los refugiados a la espera de la carta de asilo, explica Rodrigo Araneda, presidente de ACATHI. Las entidades cuentan con pocos medios para poder atender todas las demandas de ayuda. ¡°Est¨¢n en el limbo¡±, se lamenta Araneda.
Vladimir y Kirill terminaron en Espa?a porque era el pa¨ªs al que dos j¨®venes sin sellos en el pasaporte pod¨ªan llegar m¨¢s f¨¢cilmente, seg¨²n les recomendaron en una agencia de viajes. ¡°Como buscan turistas, todo es m¨¢s sencillo¡±, explican. Los ucranios llegaron a Lloret de Mar como un par de turistas rusos m¨¢s. De ah¨ª pasaron a Barcelona donde despu¨¦s de muchas preguntas descubrieron el Servicio de Atenci¨®n a los Inmigrantes, Extranjeros y Refugiados del Ayuntamiento. Tuvieron mucha suerte y en un mes les dieron la cita para comenzar todo el proceso de solicitud el asilo en la Subdelegaci¨®n del Gobierno. Una espera que ahora, seg¨²n Araneda, tarda m¨¢s de tres meses. Los solicitantes tienen que aportar pruebas que muestren el acoso que los ha llevado a abandonar sus pa¨ªses y, en este caso, entrevistas por separado que revelen la veracidad de su relato.
Los voluntarios ofrecen desde pisos vac¨ªos hasta clases de espa?ol
El Ayuntamiento de Barcelona ya ha empezado a gestionar las peticiones de voluntarios dispuestos a colaborar con los refugiados. Desde que la alcaldesa Ada Colau compartiera el pasado viernes a trav¨¦s de las redes sociales su voluntad de convertir Barcelona en ciudad refugio, las solicitudes de familias dispuestas a ofrecer vivienda para acoger a los refugiados ha ido en aumento.
Fuentes municipales avanzaron ayer que todav¨ªa no disponen de cifras exactas ni de un canal oficial para ordenar todas las peticiones. Las solicitudes se est¨¢n llevando a cabo a trav¨¦s de las redes sociales y de llamadas y cartas dirigidas al Ayuntamiento. Gabriela Rodr¨ªguez, una joven activista, ya se ha adelantado al Consistorio y ha dise?ado una p¨¢gina web para registrar el conjunto de ayudas ofertadas. "La mayor¨ªa escribe para preguntar en qu¨¦ puede ayudar y aporta un resumen de su perfil", asegura Rodr¨ªguez. Las ayudas, ofrecidas desde distintas ciudades del pa¨ªs, oscilan desde facilitar pisos vac¨ªos para acoger a los refugiados, hasta familias que se prestan a donar alimentos, cocinar para ellos o impartir clases de espa?ol.
Los ahorros se acababan y el Consistorio les dio una plaza para dormir en un albergue para sin techo. No tardaron en descubrir la palabra maric¨®n, recuerda Kirill. De all¨ª pasaron a la tutela de la Comisi¨®n Espa?ola de Ayuda al Refugiado (CAER), que les ofrec¨ªa alojamiento en Madrid, donde tambi¨¦n recibieron las primeras clases de castellano. Una habitaci¨®n para ambos pero solo por seis meses. Tras ese tiempo, el Gobierno les entreg¨® un permiso provisional para trabajar. ¡°La tarjeta, roja, no se ve aut¨¦ntica. Ni en los bancos saben que es v¨¢lida. Tiene una duraci¨®n de seis meses, ?qui¨¦n te va a contratar as¨ª?¡±, se queja Vladimir. La pareja ya ha trabajado en limpieza y en algunas ocasiones han acudido a entrevistas de trabajo donde se pide hablar ruso. ¡°Ven que tu documento es temporal y te descartan. No quieren problemas¡±, asegura.
El Gobierno les dio una ayuda de 350 euros a cada uno al mes por medio a?o m¨¢s. ¡°Todo funciona de forma muy extra?a. Te dan la ayuda cuando demuestras que ya tienes un alquiler. Si no tengo dinero para la fianza, ?c¨®mo lo hago?¡± critica Kirill. ¡°Los trabajadores sociales son muy amables, te escuchan, pero no tienen los recursos suficientes para ayudarte¡±, agrega. Algo en lo que Araneda tambi¨¦n insiste y pide al Estado tambi¨¦n destinar m¨¢s dinero para la atenci¨®n de los inmigrantes. ¡°Ser j¨®venes y estar en contacto con sus familias los penaliza a la hora de poder recibir ayudas¡±, agrega Araneda.
ACATHI tiene un piso donde hay varios inmigrantes y all¨ª est¨¢n ahora los dos ucranianos. La pareja decidi¨® volver a Barcelona ¡°porque hay m¨¢s oportunidades y empresas rusas¡±, aunque tendr¨¢n que volver a Madrid cuando se re¨²na la Comisi¨®n que otorga los asilos, donde est¨¢ ACNUR como observadora. ¡°Nos dicen que los casos de Ucrania est¨¢n en stand by, a la espera de ver qu¨¦ pasa con el conflicto¡±, aseguran los tres.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.