Verano de sospechas
El PP, desde Barcelona, exige el cumplimiento de las leyes, las vigentes y las nuevas prefabricadas por ellos para la ocasi¨®n
El acontecimiento m¨¢s triste, desolador e indignante de este verano es sin duda el ¨¦xodo de las poblaciones que pretenden llegar a la Uni¨®n Europea huyendo de las guerras y matanzas de Siria y otros territorios conflictivos pr¨®ximos. La imagen del ni?o muerto, los heridos desatendidos, el sufrimiento de familias exhaustas, mueven a la compasi¨®n. El drama de una multitud desesperada desencadena la solidaridad ciudadana, pero tambi¨¦n temores y ego¨ªsmos defensivos individuales y colectivos, as¨ª como mezquindades econ¨®micas e ideol¨®gicas de algunos gobiernos. La culta Europa ha comprendido que no es posible desentenderse de ese ¨¦xodo interminable. Los gobernantes han decidido coordinar sus esfuerzos para atender a esa masa de fugitivos. Pero, inevitablemente, aqu¨ª salta la sospecha.
El criterio de atenci¨®n prioritaria lo marcar¨¢ la especialidad de los ministros que abordar¨¢n las soluciones. El d¨ªa 14 se reunir¨¢n los de Interior para ¡°fortalecer la respuesta europea¡±, obviamente, con el peso de sus normas e instituciones de contenci¨®n. Acudir¨¢ el ministro de Interior, Jorge Fern¨¢ndez D¨ªaz, que no es un ejemplo de calidez solidaria. Aportar¨¢ su experiencia en las fronteras de Ceuta y Melilla. Mientras regatea vergonzosamente cuotas de refugiados, podr¨¢ ofrecer a Europa modelos de ¡°concertinas¡±, aquellos fuelles de alambradas acuchilladas que se hicieron c¨¦lebres por su in¨²til crueldad.
El ministro de Interior ha protagonizado otras peripecias este verano que parecen nimiedades ante la magnitud del drama del ¨¦xodo sirio. El 29 de julio recibi¨® a Rato. Ser¨ªa injusto e imprudente olvidarlo. Todav¨ªa no sabemos para qu¨¦ se vieron, ni de qu¨¦ hablaron. Las explicaciones del ministro en el Congreso son inveros¨ªmiles. Aleg¨® que era su obligaci¨®n recibir a Rato por motivo de su seguridad, pese a que todav¨ªa dispone de escolta policial permanente. Pero no consta que aportara datos sobre las graves amenazas que, seg¨²n ¨¦l, se cern¨ªan sobre Rato como para exigir la intervenci¨®n directa del ministro. La insuficiencia notoria de razones y la incongruencia de las excusas impiden que decaigan las sospechas.
El PP protagoniza nuevas actuaciones an¨®malas de dif¨ªcil justificaci¨®n, desde la extra?a reuni¨®n de Fern¨¢ndez D¨ªaz con Rato a la reforma del Constitucional por la v¨ªa de urgencia.
Bas¨¢ndose en estas sospechas los socialistas presentaron una denuncia penal para que se averiguara si en la entrevista se cometi¨® alg¨²n delito o se proyect¨® su posterior comisi¨®n: tr¨¢fico de influencias, revelaci¨®n de secretos, prevaricaci¨®n, omisi¨®n de persecuci¨®n de delitos. Sin embargo, las sospechas no sirven para abrir una investigaci¨®n penal. El Tribunal Europeo de Derechos Humanos (caso Klass.1978) ya hab¨ªa sentenciado que para iniciar una investigaci¨®n policial o judicial hacen falta ¡°buenas razones o fuertes presunciones¡± de que las infracciones est¨¢n a punto de cometerse. Algo m¨¢s que sospechas, aunque algo menos que indicios racionales. Con este criterio, el Tribunal Constitucional ha recordado insistentemente a jueces y polic¨ªas que la investigaci¨®n penal no est¨¢ para satisfacer la necesidad gen¨¦rica de prevenir o descubrir delitos o despejar sospechas sin base objetiva, por muy leg¨ªtima que sea esta aspiraci¨®n. La investigaci¨®n derivada de meras conjeturas es inconstitucional. El problema es que la l¨ªnea que separa las conjeturas y sospechas de las ¡°buenas razones o las fuertes presunciones¡± es difusa, cargada de subjetivismos. Podr¨ªamos pensar que la ausencia de explicaciones veros¨ªmiles, y la contradicci¨®n entre las versiones del ministro y de Rato, desencadenan razonablemente algo m¨¢s que sospechas. La fiscal¨ªa y los jueces, sin embargo, creyeron que eran algo menos. Con una interpretaci¨®n estrecha y rigurosa de las leyes archivaron la denuncia. No nos ayudar¨¢n a saber de qu¨¦ hablaron. Por eso s¨®lo nos queda la sospecha.
La l¨ªnea que separa las conjeturas y sospechas de las ¡°buenas razones o las fuertes presunciones¡± es difusa.
Y cuando parec¨ªa que ya no hab¨ªa nada m¨¢s que sospechar, el PP, desde Barcelona, exige el cumplimiento de las leyes, pero no solo las vigentes, sino adem¨¢s otras nuevas prefabricadas por ellos para la ocasi¨®n. Anuncia una sospechosa proposici¨®n de reforma parcial de la ley del Tribunal Constitucional. Es sospechosa la f¨®rmula empleada por el presidente del Congreso para la admisi¨®n a tr¨¢mite de la proposici¨®n de ley, sorteando la preceptiva intervenci¨®n de la Mesa del Congreso. Es sospechoso el urgent¨ªsimo cauce parlamentario empleado, sorteando los informes necesarios del Poder Judicial y del Consejo de Estado. Es sospechoso comprometer al Tribunal Constitucional en severas funciones sancionadoras, acumuladas a las ya vigentes, que son suficientes, proporcionales, duras y efectivas. Aunque do?a Soraya procure ofrecer una imagen t¨¦cnico-jur¨ªdica as¨¦ptica de la reforma, su asepsia ha sido desbaratada por las burdas amenazas extrajur¨ªdicas de nuestro Le Pen local, que, al parecer, no precisa ser parlamentario para legislar al galope.
Jos¨¦ Mar¨ªa Mena fue fiscal jefe del Tribunal Superior de Justicia de Catalu?a.
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