Ay, la clase obrera...
Sorprende que los sindicatos de aqu¨ª se hayan apresurado a salir al paso de las reservas de sus compa?eros de Madrid respecto del independentismo, y lo hayan hecho con los argumentos del soberanismo
Vaya por delante mi simpat¨ªa pol¨ªtica y mi reconocimiento al destacado papel que jugaron los sindicatos en la pasada d¨¦cada, cuando fueron pr¨¢cticamente los ¨²nicos que alzaron la bandera de la defensa de los intereses de los trabajadores en el momento en el que, con Zapatero, se estaban iniciando buena parte de esas reformas estructurales (hay que ponerse a temblar cuando se escucha la expresi¨®n) que no hicieron m¨¢s que agravarse con el Gobierno del PP. Pero, como escrib¨ªa el poeta Jos¨¦ ?ngel Valente, ¡°lo peor es creer tener raz¨®n por haberla tenido¡±, y el coraje de dichas organizaciones ante aquel desaf¨ªo no ha tenido continuidad cuando se han planteado otros, de signo totalmente distinto, pero que igualmente afectan a los trabajadores y a los sectores sociales m¨¢s desfavorecidos. Pienso, c¨®mo no, en el desaf¨ªo independentista, ante el cual los sindicatos mayoritarios en Catalu?a han adoptado una actitud no siempre f¨¢cil de entender.
Cuando se aprobaron los ¨²ltimos Presupuestos presentados por el Gobierno de CiU en la pasada legislatura, Oriol Junqueras hizo unas declaraciones reveladoras para justificar su apoyo a los mismos: eran unos presupuestos claramente antisociales, pero los apoyaban para no obstaculizar el proc¨¦s. Se conoce que para el l¨ªder de ERC el proc¨¦s constituye un valor absoluto por encima del sufrimiento concreto de los ciudadanos, que, con total seguridad, se remediar¨¢ en el momento en el que se alcance la independencia. Su profundo convencimiento no nos viene de nuevas. A tal grado llega que, cuando en el programa Salvados dedicado a ¨¦l y que transcurri¨® en el hogar de una familia sevillana, Jordi ?vole le pregunt¨®: ¡°?Plantear¨ªais la independencia aunque pens¨¢rais que os va a ir mal?¡±, la respuesta de Junqueras no pudo ser m¨¢s rotunda: ¡°Me niego a plantear esta tesis¡±, lo que provoc¨® el comentario guas¨®n de uno de sus anfitriones: ¡°Te niegas a plantear lo que no te viene bien (...) te creas una pel¨ªcula¡±.
Por supuesto que no habr¨ªa que descartar que algunos de los que priorizan el proc¨¦s sobre el bienestar de sus conciudadanos m¨¢s desfavorecidos lo hagan porque, a diferencia de estos, su situaci¨®n econ¨®mica particular les permite sobrellevar, sin mayores estrecheces, unos Presupuestos como los mencionados. De otra forma no se termina de entender que las declaraciones de Junqueras pasaran pr¨¢cticamente desapercibidas, sin provocar un clamor escandalizado entre los suyos.
En todo caso, las organizaciones sindicales no pueden incurrir ni de lejos en actitudes parecidas. Desde ese punto de vista, lo que m¨¢s sorprende no es que los sindicatos mayoritarios aqu¨ª se hayan apresurado a salir al paso de las declaraciones de sus compa?eros de Madrid cuando estos han manifestado sus reservas respecto al proceso independentista, y que lo hayan hecho acogi¨¦ndose a las argumentaciones m¨¢s habituales del soberanismo en relaci¨®n con la naturaleza de Catalu?a como sujeto pol¨ªtico, su consiguiente derecho a decidir, la importancia del principio democr¨¢tico y otras generalizaciones an¨¢logas.
Sorprendente que los sindicatos hayan rehuido entrar en un debate que afecta directamente no solo a sus afiliados, sino tambi¨¦n a las clases trabajadoras en general
Lo sorprendente es que hayan rehuido entrar en un debate ¡ªel de en qu¨¦ forma podr¨ªa repercutir en la situaci¨®n econ¨®mica un escenario de secesi¨®n¡ª que afecta directamente no solo a sus afiliados, sino tambi¨¦n a las clases trabajadoras en general. Y lo hace a¨²n m¨¢s sorprendente si se compara con la actitud que han adoptado otros agentes sociales, desde patronales a grandes bancos, pasando por destacados empresarios, los cuales, aunque haya sido a rega?adientes y defendiendo sus particulares intereses, se debe reconocer que han terminado definiendo su posici¨®n al respecto.
?No hubiera sido lo razonable que los sindicatos hubieran hecho lo propio y, tras un an¨¢lisis serio y riguroso, hubieran entrado a valorar pros y contras de la propuesta independentista para los sectores a los que representan? En vez de ello, aceptaron, es de suponer que presionados por el oficialismo, la premisa soberanista de que vivimos una situaci¨®n hist¨®rica excepcional que obliga a aparcar cualquier otro asunto y a priorizar una cuesti¨®n de orden pol¨ªtico sobre lo propiamente sindical.
Pero la supuesta radicalidad democr¨¢tica que representa esa reivindicaci¨®n de una consulta en la que permanecen encastilladas las organizaciones sindicales, reivindicaci¨®n abandonada ya incluso por el propio independentismo, en realidad no deja de ser un burladero decisionista para aplazar al m¨¢ximo el momento de poner las cartas boca arriba y definir su posici¨®n respecto al modelo territorial. El 27-S, sin embargo, mostr¨® que la ambig¨¹edad empieza a salir muy cara.
Manuel Cruz es catedr¨¢tico de Filosof¨ªa Contempor¨¢nea en la UB
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