El Ruedo ya no da miedo
Los vecinos de este enorme edificio de realojo al borde de la M-30, en Moratalaz, intentan dejar atr¨¢s la leyenda negra de los a?os noventa
Para Francisco la civilizaci¨®n termina en la calle del Corregidor Diego de Valderr¨¢bano. Este vecino de Moratalaz, que no quiere dar su apellido, pasea a su perro sin perder de vista el horizonte. Un bloque circular ubicado a orillas de la M-30. ¡°Eso de ah¨ª es territorio comanche¡±, sostiene. Pero el can no opina lo mismo. Y estira la correa todo lo que puede. ¡°Que no, que no. Que yo no paso de aqu¨ª. Ah¨ª entras, pero no sales¡±, se dice a s¨ª mismo este jubilado. No hay forma de que cruce hasta la avenida del Doctor Garc¨ªa Tapia. Donde empieza, seg¨²n ¨¦l, ese territorio vedado. Pero si se le escapara el perro lo que ver¨ªa ser¨ªa el ambiente t¨ªpico de un pueblo de 1.317 habitantes: con mujeres departiendo a las puertas de su casa. Ni?os correteando. Y alg¨²n que otro matrimonio apresurando el paso para no llegar tarde a misa. Alguno le mirar¨ªa con extra?eza. Como se mira a todo forastero. Pero despu¨¦s volver¨ªa a su partida de domin¨®. Es decir, ni drogadictos pinch¨¢ndose. Ni peleas de gallos. Ni carreras de motos. Lo que Francisco se imagina que ocurre en El Ruedo.
La mala fama de este edificio de realojo es eso mismo: mala fama. Enraizada en la memoria, las habladur¨ªas y los cat¨¢logos policiales de ¨¦pocas pasadas. Porque s¨ª que es verdad que El Ruedo, en el sureste de Madrid, tuvo unos a?os m¨¢s espinosos. Cuando los tirones de bolsos y el goteo de toxic¨®manos eran habituales. Pero aquello es historia. Lo aseguran fuentes policiales y otros que se juegan el tipo: los taxistas. A ninguno de ellos les tiembla el volante al escuchar la calle de F¨¦lix Rodr¨ªguez de la Fuente o la avenida del Doctor Garc¨ªa Tapia: ¡°Eso es El Ruedo, ah¨ª vive un amigo m¨ªo¡±. Las calles sobre las que se enrosca ese particular bloque de viviendas dise?ado por el arquitecto Francisco Javier S¨¢enz de Oiza. Esta obra recibi¨® en 1991 el Premio de Arquitectura y Urbanismo del Ayuntamiento de Madrid. Habr¨¢ a quien le guste. Otros consideran que aquello tuvo desde el principio forma de c¨¢rcel. Una manera de aislar a estos vecinos del resto de Moratalaz. Y hacer que cualquier cosa que pasase dentro resonase con m¨¢s fuerza. Al contrario que en su exterior. Con esos ventanucos que se pensaron para repeler el sonido de la M-30. Pero tras esa muralla de ladrillos rojizos no se esconde gran cosa. La mayor¨ªa es gente corriente que se enfrenta a su alquiler o su hipoteca y paga tambi¨¦n todos los impuestos pertinentes como el de bienes inmuebles (IBI) o la tasa de basuras. Superado el problema de la droga, ahora luchan contra la suciedad o el hacinamiento. Y contra su leyenda. Porque d¨¦cadas despu¨¦s los antecedentes de El Ruedo no han prescrito en el imaginario colectivo.
Algunos restaurantes de comida a domicilio no reparten aqu¨ª. O dejan el pedido en la otra acera. Y como ellos, algunos supermercados. Piden mantener el anonimato. ¡°Hemos tenido malas experiencias¡±, se justifican. Aunque no precisan cu¨¢ndo. Los datos policiales hablan, sin embargo, de una bajada de los delitos durante 2014 en todas las comisar¨ªas de la regi¨®n salvo en Arganzuela y Tetu¨¢n donde se incrementaron un 1,7% y un 2,3%. En Moratalaz, la Polic¨ªa Municipal realiz¨® el a?o pasado 154 intervenciones con detenidos e imputados. La cifra m¨¢s baja de la toda la ciudad junto con Barajas (168). Los n¨²meros que se manejan sobre El Ruedo har¨ªan que Francisco, el paseante esquivo, ampliara, quiz¨¢s, su punto de vista. Fuentes municipales se?alan que no cuenta con un nivel elevado de avisos. Y un polic¨ªa con cierta experiencia en Moratalaz lo corrobora: ¡°El tr¨¢fico de drogas ha ido a menos. Y ah¨ª nadie roba a nadie. Hay muchos coches dentro y solemos hacer batidas para comprobar si son robados. Pero no es una zona especialmente conflictiva, salvo para nosotros. Muchas veces cuando entramos nos tiran macetas o piedras. No quieren la ayuda de la polic¨ªa¡±.
Los vecinos de esa mole circular tienen otra visi¨®n: ¡°Nos tratan como a delincuentes. Basta con que digas que eres de aqu¨ª para que te paren, te pidan el DNI, te pongan contra la pared¡ ?Estamos se?alados!¡±. Esa presunta mala fama les viene desde 1990. Ese a?o comenzaron a llegar a este edificio de la M-30 los primeros realojados del poblado chabolista del Pozo del Huevo (Villa de Vallecas). El Ruedo se dise?¨® para dar cobijo a 346 familias con ingresos bajos. El propietario era el Instituto de la Vivienda de Madrid (Ivima) -hoy es la Agencia de Vivienda Social, la fusi¨®n del Ivima con el Instituto de Realojamiento e Integraci¨®n Social- y en el lote estaban incluidos adem¨¢s siete locales y 160 plazas de garaje. Del Pozo del Huevo llegaron finalmente 312 familias. Algo que no gust¨® a los vecinos del barrio de la Media Legua, donde est¨¢ el edificio. Montaron un buen revuelo. Y en 2009 le siguieron los residentes del distrito de Retiro. El Ayuntamiento proyect¨® ese a?o una pasarela para sortear la M-30 que un¨ªa a estos vecinos, de clase alta, con los ocupantes del piso de S¨¢enz de Oiza. Es decir, que ni a unos ni a otros les agradaba tenerlos cerca. Pero en El Ruedo, cuando se les menciona ese rechazo, sacan pecho: ¡°A nosotros tampoco nos gustan ellos. Pero aqu¨ª no nos comemos a nadie¡±. Un 30% de los que ah¨ª habitan son de etnia gitana y la mayor¨ªa profesa la fe evang¨¦lica. ¡°Hay m¨¢s payos, pero El Ruedo es uno, hermano¡±.
Basta darse una vuelta por esta corrala para comprobar c¨®mo ese orgullo de barrio ha ido calando de generaci¨®n en generaci¨®n. Aquellos primeros realojados tuvieron hijos. Muchos. Y ahora sus nietos corretean por aqu¨ª. Son los xulos. Con equis. As¨ª firman en la pared Jos¨¦e. Santi. Periko. Macho. Y Paco. No levantan dos palmos y ya saben lat¨ªn. Pero, por suerte, no conocen esa ¨¦poca m¨¢s oscura que marc¨® a un bloque entero. Y se?al¨® a sus descendientes como en una suerte de maldici¨®n gitana. En un aparte, Enrique Jim¨¦nez -70 a?os, hablar pausado- aborda sin rodeos la leyenda de El Ruedo: ¡°Los que trapicheaban en el Pozo, lo hicieron despu¨¦s aqu¨ª. Yo mismo trapicheaba. Pero uno de mis hijos se muri¨® por la droga y tom¨¦ conciencia. Y adem¨¢s la presi¨®n de la polic¨ªa fue muy fuerte. Tuvimos una ¨¦poca mala. Pero aqu¨ª ya no se vende, eso te lo digo yo¡±. Tiene siete hijos. Y pese a su edad y el respeto que desprende, niega ser un patriarca: ¡°Aqu¨ª ni hay hero¨ªna ni patriarcas. Aqu¨ª semos todos republicanos. ?Coca¨ªna? Tampoco. Si se ve algo es alg¨²n porro. Y coca¨ªna hay en todo Madrid. El Ruedo no es un punto de venta¡±.
Es mediod¨ªa y en el patio se ha formado un corrillo. Alguna vecina cotillea la escena desde la ventana. Otro inquilino de unos cuarenta a?os toma la palabra: ¡°El problema es que arrastramos la fama que tuvimos cuando ven¨ªan aqu¨ª los toxic¨®manos. Pero aqu¨ª viven m¨¢s de mil familias. No puedes juzgar a un barrio entero por un pu?ado. Es muy injusto porque la inmensa mayor¨ªa somos currantes¡±. El resto asiente. Dicen que es la misma historia de siempre. Unos cr¨ªan la fama y otros cardan la lana. O en formato vecinal: un inquilino se convierte en el punto del d¨ªa en la comisar¨ªa m¨¢s cercana y al resto le toca pagar la derrama. ¡°Y buena parte de la culpa la ten¨¦is vosotros, los periodistas. Que siempre sac¨¢is lo malo¡±. Pedro, un muchacho de barba recortada que no dice su apellido, agarra las manos de uno de estos vecinos y ense?a las palmas: ¡°Mira, manos de alba?il. Y ese que va por ah¨ª, con el pan y el peri¨®dico, es Felipe. 40 a?os currando de pocero para alimentar a sus cinco hijos. Y yo, que soy conductor de autob¨²s. O t¨², Isma, que eres futbolista¡±. El aludido, Ismael Jim¨¦nez, asiente t¨ªmido. Pero luego saca el m¨®vil y ense?a uno de sus goles. Tiene 33 a?os y juega en el Atl¨¦tico de Pinto, de Tercera Divisi¨®n. Pero ha militado en el Celta B o el M¨¦rida, ambos de Segunda B. Y dice que se rompi¨® una pierna cuando ten¨ªa tres ofertas para jugar en Primera: Celta, Racing de Santander y Zaragoza. ¡°Una putada, pero bueno¡±, asume este centrocampista con vocaci¨®n ofensiva. Ha montado una escuela de f¨²tbol en El Ruedo. Y los 58 cr¨ªos que est¨¢n apuntados andan revolucionados con el m¨ªster. Le pusieron de nombre Atl¨¦tico Moratalaz. Y en noviembre debutan en la Liga municipal de f¨²tbol 7 de Palomeras. ¡°Algunos son unos aut¨¦nticos cracks¡±, adelanta Pedro, el conductor.
A lo mejor alguno de ellos llega tambi¨¦n a profesional. Podr¨ªa ser una v¨¢lvula de escape. Porque aqu¨ª la vida pega duro. Durante a?os, Ismael compatibiliz¨® los entrenamientos con la venta ambulante y con sus estudios de soldador. La estad¨ªstica -contra la que luchan asociaciones educativas como Caminar; 27 a?os dando la cara por El Ruedo- dice que muchos de esos xulos abandonar¨¢n la Educaci¨®n Secundaria Obligatoria (ESO) en unos a?os para echar una mano a sus padres. Si para entonces la venta ambulante sigue. Porque esa econom¨ªa de subsistencia se ha visto interrumpida por la crisis y la proliferaci¨®n, dicen, de tiendas asi¨¢ticas: de sacar unos 120 euros a la semana vendiendo bisuter¨ªa, fruta o ropa, a no conseguir eso en un mes. Bien lo sabe Adolfo Garc¨ªa, vendedor de 45 a?os. Lleva toda la ma?ana tratando de que los vecinos caten sus melones ¨Cpor cinco euros, te llevas cuatro-, pero ese resoplido indica que la cosa no va bien. ¡°Antes te daba para comer, vivir, sacar a tu familia y comprarte unas zapatillas. Pero ahora esto es un desastre¡±, explica mientras se seca el sudor. Apenas un instante porque hay que seguir con el meg¨¢fono: ¡°?Melones, melones a cala y a prueba!¡±.
Fuentes municipales cifran la tasa de paro juvenil de esta corrala en un 53% (la media estatal se situaba en julio en un 49,2%). Precisamente, la poblaci¨®n que m¨¢s abunda aqu¨ª: un 18% tienen entre 20 y 29 a?os. En cuanto al nivel de estudios, el 66% del total de los que viven ah¨ª tiene el certificado de escolaridad; un 23,21% posee el t¨ªtulo de Educaci¨®n General B¨¢sica (EGB) o la ESO; un 2,3%, Formaci¨®n Profesional de Grado Medio; y un 1,7% tiene el antiguo Bachillerato Unificado Polivalente (BUP). Sin estudios consta un 2,9%. En el Plan de Barrio en el que est¨¢ incluido El Ruedo -y donde figuran las necesidades que las asociaciones de vecinos le plantean a la Junta de distrito- constan diversos talleres de formaci¨®n como: electricidad, fontaner¨ªa o peluquer¨ªa. Ante esa falta de empleo, muchos optan por poner en pr¨¢ctica lo aprendido en su d¨ªa a d¨ªa: ¡°Quien sabe de peluquer¨ªa le corta luego el pelo a sus colegas por cinco euros¡±. Pura supervivencia. Que es a lo que se dedica la mayor¨ªa en El Ruedo: a sobrevivir. Algo que Francisco ver¨ªa si cruzara esa frontera. Le hab¨ªamos dejado en ese l¨ªmite de Moratalaz; al borde de lo que ¨¦l consideraba civilizado. Pero si consume fruta es posible que provenga del cami¨®n de Paqui Caballero y su marido.
A esta hora, las dos de la tarde, est¨¢ doblada: ¡°Friego y me acuesto¡±. Son transportistas. Y cada d¨ªa a las tres de la ma?ana suena el despertador para ir a Mercamadrid, cuenta esta mujer de 52 a?os mientras apura su casa y ¨¦l devora un bocadillo improvisado. Viven en un d¨²plex de tres habitaciones y 95 metros cuadrados por el que pagaban 180 euros de alquiler. ¡°Se lo compramos al Ivima, aunque ahora no recuerdo por cu¨¢nto. Pagamos 300 de hipoteca, m¨¢s 125 de tasa de basura, m¨¢s 485 de IBI¡¡±, se desespera. En El Ruedo, la mayor¨ªa de las viviendas son similares a la de Paqui. Las hay de una, dos o de tres habitaciones. Los alquileres oscilan entre los 150 euros y los 600. Y lo m¨¢s habitual de encontrar suelen ser d¨²plex de unos 80 metros cuadrados. Otra vecina, que prefiere no decir su nombre, asegura que le compr¨® su piso al Ivima por 40.000. Lo cual increment¨® la factura a final de mes: de pagar 200 euros de alquiler por su vivienda de 84 metros cuadrados, a desembolsar 570 al banco. ¡°M¨¢s 15 de comunidad. Y la luz, y el agua. Y todo esto con una pensi¨®n de invalidez de 480 euros que le qued¨® a mi marido despu¨¦s de haber trabajado 37 a?os de-mos-tra-dos¡±, reivindica esta mujer de 49 a?os. Con tres nietos y tres hijas: ¡°La mayor, auxiliar de geriatr¨ªa y las otras dos, administrativas. Es un barrio normal. Lo que pasa que tenemos mala fama. Es verdad que alg¨²n supermercado no te trae la compra a casa. O alg¨²n restaurante te lo deja ah¨ª, en la acera de enfrente. Pero eso habr¨¢ sido por alguna travesura porque aqu¨ª vienen todos. Otros supermercados, la mayor¨ªa de los restaurantes, el chino, los taxis, el autob¨²s, Correos, las ambulancias, el cami¨®n de la basura¡ Lo que hay es un problema de hacinamiento y suciedad. Sobre todo en los garajes que est¨¢n tapiados porque ah¨ª iban los yonquis. Bueno, y al principio ten¨ªamos muchos desperfectos: en mi casa encend¨ªas la luz del sal¨®n y se encend¨ªa la luz del pasillo de arriba. Y los muebles tuvieron que ser a medida porque nos toc¨® la curva¡±.
De ese hacinamiento da fe Encarna Iglesias. Esta mujer de 29 a?os cuenta su historia entre gimoteos: ¡°Vivo con mi suegra, mi marido, mis tres hijos y dos cu?ados en el mismo piso. Llevo desde 2007 echando la solicitud al Ivima. Cobro la renta m¨ªnima y estoy con ataques de ansiedad. Podr¨ªa meterme de okupa y no lo hago para no perder la solicitud¡±. Y hace bien. Porque desde la Agencia de Vivienda Social, su casero, es decir la Comunidad de Madrid, especifican que entre los requisitos para solicitar una vivienda figura ¡°no encontrarse ocupando el inmueble sin t¨ªtulo suficiente para ello¡±. De esa promoci¨®n de 346 viviendas que el Ivima sac¨® en 1990, la Agencia de Vivienda Social conserva 171; el 49%. De ellas, hay algunas que est¨¢n alquiladas; libres pero pendiente de reparaci¨®n; y otras ocupadas. Seg¨²n dicen, solo les consta una vivienda vac¨ªa. Pero los pisos no se sortean: ¡°Se adjudican por baremo a trav¨¦s del cupo de especial necesidad. Y se asignan en atenci¨®n a la puntuaci¨®n obtenida¡±.
En El Ruedo lo que sucede en la calle, como que haya un solo barrendero o que correteen a veces las ratas, es competencia municipal. Desde la Junta de Moratalaz explican que el alcantarillado externo se revisa de oficio y se refuerzan los tratamientos constantemente. Y se realizan adem¨¢s tareas de limpieza con camiones y se lleva a cabo la recogida de hojas. Lo que pasa de puertas para dentro ya es cosa de la Agencia de Vivienda Social y los vecinos. Pero aqu¨ª el ambiente es digno del bloque del 13 rue del Percebe: en algunos edificios conviven alquilados, propietarios, subarrendados y okupas. Esta situaci¨®n lleva a que muchos, ante los impagos de sus compa?eros de escalera, tengan que organizarse para limpiar el portal. O que en algunos pisos funcione el ascensor y en otros, no, se queja Fermina Pach¨®n, de 66 a?os y con problemas de cadera. Desde la Comunidad aseguran que atienden las peticiones de abono de los gastos de comunidad si lo reclama la comunidad de propietarios. Y que limpian de forma peri¨®dica los garajes, el otro foco de problemas. Cuando este peri¨®dico los visit¨®, estaban rebosantes de basura. ¡°Si no se entregaron a los propietarios fue por la problem¨¢tica de la promoci¨®n¡±, dejan entrever. Y no descartan que se puedan vender en un futuro. ?A qui¨¦n? No lo precisan.
Entretanto se ha hecho de noche. Y algunas farolas de la calle de F¨¦lix Rodr¨ªguez de la Fuente brillan por su ausencia. ¡°A veces se encienden y a veces, no¡±, comentan en la penumbra algunos vecinos. Algo que a la Junta de ese distrito no le consta. Desde el otro lado de la frontera, El Ruedo centellea como su fama. Intermitente.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.
Archivado En
- Moratalaz
- Francisco Javier S¨¢enz de Oiza
- Gitanos
- Minor¨ªas raciales
- Minor¨ªas ¨¦tnicas
- Etnias
- Distritos municipales
- Minor¨ªas sociales
- Grupos sociales
- Sociedad
- Ayuntamiento Madrid
- Madrid
- Ayuntamientos
- Gobierno municipal
- Comunidad de Madrid
- Administraci¨®n local
- Espa?a
- Pol¨ªtica municipal
- Administraci¨®n p¨²blica
- Pol¨ªtica