El mandato electoral del 27-S
El independentismo ha llegado muy lejos en su acumulaci¨®n de fuerzas, pero si no consolida su posici¨®n se arriesga a perderlo todo
Puede parecer un ejercicio ocioso ante la escandalera del 3% y el creciente pesimismo instalado en las filas de Junts pel S¨ª acerca de la investidura de Artur Mas, pero no hay que dar por cerrada todav¨ªa la discusi¨®n sobre el mandato electoral surgido de las elecciones del 27-S. Sobre todo porque no hay nada que permita aceptar, como a veces pretenden los m¨¢s entusiastas y querr¨¢n reflejar incluso en una declaraci¨®n del Parlamento, que de las ¨²ltimas elecciones auton¨®micas haya surgido algo parecido a un mandato para proclamar la independencia.
Sin m¨¢s del 50% de los votos a favor, por brillantes que sean los malabarismos, nadie puede entender dentro y fuera de Espa?a que JxS¨ª tenga la obligaci¨®n y el derecho contra¨ªdos en las urnas de aplicar su programa de independencia expr¨¦s en 18 meses y mucho menos de hacer una declaraci¨®n unilateral tal como le piden los m¨¢s aguerridos. La cruda realidad legal y constitucional, la ¨²nica que se entiende en el escenario internacional, trat¨¢ndose como es el caso de una democracia europea y un Estado de derecho, es que de momento no hay camino para conseguir as¨ª la independencia tal como propugnan JxS¨ª y la CUP en su programa.
La mayor¨ªa exigible para que el Parlamento catal¨¢n actuara soberana y legalmente en tal direcci¨®n es la de los dos tercios necesarios para reformar la ley electoral y el Estatuto. Las resoluciones que aprobara una mayor¨ªa tan cualificada, aunque desbordaran la Constituci¨®n, dif¨ªcilmente podr¨ªan ser desatendidas en el Parlamento espa?ol y en la Uni¨®n Europea, que se ver¨ªan obligados, el primero a negociar, y la segunda a reconocer la decisi¨®n y a presionar a Madrid para la negociaci¨®n.
Con lo que hay ahora, ese 39,6% de votos y 62 diputados, sumados al dif¨ªcil y quiz¨¢s imposible complemento del 8,2% de votos y 10 diputados de las CUP, JxS¨ª no tiene un mandato claro e indiscutible para su plan, ni siquiera en el caso de que consiguiera los dos diputados que le faltan para la investidura de Mas o de otro de sus candidatos. Esa es una mayor¨ªa para gobernar la autonom¨ªa, no para romper con el Estado auton¨®mico. El ¨²nico mandato que se deduce de las urnas es el de negociar sobre el futuro de Catalu?a y hacerlo desde su leg¨ªtima y por primera vez expl¨ªcita posici¨®n independentista.
A la vista de los resultados y de la divisi¨®n del voto en dos mitades, si Mas tiene un mandato es para negociar una consulta en la que se incluya la eventualidad de la independencia
Un mandato de negociaci¨®n de la independencia no es lo mismo que un mandato para hacer la independencia y ni siquiera para hacer un refer¨¦ndum de independencia. Mas se encuentra ahora, si consigue la investidura, en la misma posici¨®n que Salmond en 2011 tras vencer en las urnas y antes de que Cameron aceptara su propuesta de refer¨¦ndum: no era obvio que el premier brit¨¢nico lo acordara; y ni siquiera era la independencia la ¨²nica opci¨®n que el premier escoc¨¦s quer¨ªa someter a votaci¨®n, pues estaba dispuesto a propugnar una tercera v¨ªa, a la que llamaba devolution max, que quer¨ªa incluir en el refer¨¦ndum. Obtuvo menos votos que Mas, pero el Scottish National Party ten¨ªa en cambio la mayor¨ªa absoluta para formar Gobierno, cosa que no tiene JxS¨ª.
A la vista de los resultados y de la divisi¨®n del voto en dos mitades, si Mas tiene un mandato es para negociar una consulta en la que se incluya la eventualidad de la independencia. No lo tiene para el camino de los hechos consumados ni para la desconexi¨®n con la legalidad constitucional que culmine con un refer¨¦ndum de ratificaci¨®n. No lo puede hacer porque est¨¢ fuera de la ley, pero tambi¨¦n porque no tiene suficiente fuerza electoral.
S¨ª la tiene en cambio para abrirse a quienes consideran imprescindible consultar a los catalanes sobre su futuro en raz¨®n del viejo y sensato argumento de que es la ¨²nica forma de revertir los efectos de la sentencia del Constitucional de 2010. Es decir, para regresar al derecho a decidir. Pero tambi¨¦n a otras cosas: a la multilateralidad, al di¨¢logo sin condiciones, al reconocimiento de la pluralidad catalana. Y a la sensatez y al realismo: el independentismo ha llegado muy lejos en su acumulaci¨®n de fuerzas, pero si no consolida pronto sus posiciones para negociar se arriesga a perderlo todo.
Parecer¨¢ poco cre¨ªble a estas alturas, pero lo propio y sensato es que unos y otros accedan a sentarse a negociar sin restricciones y con todas las posibilidades abiertas: los unos, para discutir una reforma constitucional cuya aprobaci¨®n por los catalanes se considere el ejercicio del derecho a decidir tan reivindicado; y los otros, para escuchar la propuesta de un refer¨¦ndum de independencia. Si todos se muestran abiertos a todo, es f¨¢cil que al final se consiga la salida que a todos convenga.
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