La paradoja del voto
Tanto la continuidad de la derecha como los experimentos de la izquierda radical son escenarios indeseables. Si la izquierda moderada no logra apoyos suficientes, vamos a entrar en un callej¨®n sin salida
Las elecciones est¨¢n pensadas para elegir a nuestros representantes en las instituciones pol¨ªticas. Al mismo tiempo son unos buenos indicadores de la evoluci¨®n de los deseos y las preocupaciones de los ciudadanos. Es cierto que las encuestas de opini¨®n, cuando son rigurosas, tambi¨¦n son muy ¨²tiles para detectar tendencias, pero como a menudo se dice, la encuesta definitiva es la votaci¨®n.
Durante los ¨²ltimos a?os observo un hecho parad¨®jico y no f¨¢cil de explicar. Una gran parte de Europa, y por descontado Espa?a, ha sufrido una grave crisis econ¨®mica que ha impactado de una forma muy dura en las clases medias y en los sectores m¨¢s d¨¦biles de la poblaci¨®n, pero mucho menos en sus capas m¨¢s acomodadas. Las pol¨ªticas anticrisis han estado sobre todo orientadas a rescatar los sectores financiero y empresarial, a costa de recortes en los servicios p¨²blicos b¨¢sicos. No es pues raro que algunos de sus efectos hayan sido el incremento de la pobreza, un gran aumento de las desigualdades, y una fuerte reducci¨®n de la clase media, por empobrecimiento de muchos de sus integrantes. Es un fen¨®meno europeo, pero mucho m¨¢s acentuado en Espa?a.
Frente a esta situaci¨®n, indiscutible y altamente preocupante para las clases populares, se da la paradoja de que los partidos que se han visto m¨¢s perjudicados por los resultados electorales no han sido los partidos conservadores, los principales responsables de estas pol¨ªticas, sino los partidos de la izquierda. Dicho de otra forma: aunque la crisis ha generado gran indignaci¨®n, el voto se ha desplazado hacia la derecha, y ha permitido que en varios pa¨ªses europeos (Espa?a, Alemania, Reino Unido, Portugal¡) hayan gobernado mayor¨ªas absolutas conservadoras, y que tanto el Parlamento Europeo como, sobre todo, la Comisi¨®n, tengan esta misma orientaci¨®n.
?Por qu¨¦ el voto no se corresponde con las preocupaciones? S¨¦ que hay una explicaci¨®n de oportunidad. Los partidos que estaban gobernando en el inicio de la crisis, y que no fueron capaces de hacerle frente, fueron l¨®gicamente castigados, independientemente de su orientaci¨®n ideol¨®gica. Esto, por ejemplo, ocurri¨® en Espa?a.
Pero pienso que hay una explicaci¨®n m¨¢s profunda de matem¨¢tica electoral. La indignaci¨®n y el malestar de las capas populares no ha provocado el aumento del voto a partidos de orientaci¨®n socialdem¨®crata o excomunista (que no supieron detectarlo ni encauzarlo), sino que se ha canalizado a trav¨¦s de nuevas formaciones de izquierda m¨¢s radical, con un diagn¨®stico cr¨ªtico muy acertado, pero en muchos casos con poca capacidad propositiva y gestora. Se ha provocado una fragmentaci¨®n del voto progresista, y las caracter¨ªsticas de los sistemas electorales han premiado la mayor unidad del voto conservador.
Este panorama crea un problema de futuro. Creo que los pa¨ªses europeos, y la UE en su conjunto, tienen ya un nivel de desarrollo econ¨®mico tal, que hace imposible que su poblaci¨®n permita experimentos izquierdistas de tipo radical. Pero al mismo tiempo, si se mantienen por mucho tiempo pol¨ªticas conservadoras como las actuales, va a haber un retroceso importante tanto en el progreso econ¨®mico como en la equidad, y se va someter a grandes injusticias a una parte importante de la poblaci¨®n, lo que puede generar tensiones sociales importantes.
Tanto el experimento como la continuidad son dos escenarios indeseables, por lo menos para m¨ª. Yo he cre¨ªdo siempre, para Europa, en las soluciones socialdem¨®cratas que tan buenos resultados tuvieron en la segunda mitad del siglo pasado. Estos partidos renunciaron equivocadamente a buena parte de sus principios fiscales y de regulaci¨®n, deslumbrados por la ola liberal de finales de siglo. El mundo ha cambiado mucho con la globalizaci¨®n, y por ello hay que adaptar los principios que siguen siendo v¨¢lidos a esta nueva situaci¨®n; pero nunca tirarlos todos por la borda.
Si no se hace esto, y no se produce una nueva corriente mayoritaria de votos alrededor de propuestas de izquierda moderada, vamos a entrar en un callej¨®n sin salida. O se intentaran soluciones radicales que no prosperaran, o seguiremos sometidos a mayor¨ªas de partidos conservadores. Esta previsi¨®n es especialmente peligrosa para la UE, ya que significar¨¢ el final del proyecto europeo, pues llevar¨¢ al desencanto de todo lo que el proyecto supuso.
Joan Maj¨® es ingeniero y exministro
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