Od¨®n Elorza en el Bes¨°s
Trapicheo de drogas y comercio con los pisos: La Mina est¨¢ que arde y el barrio Bes¨°s quiere soluciones, respuestas y su calma perdida
La peluquer¨ªa de la esquina luce dos docenas de fotos con diferentes combinaciones de cr¨¢neos rapados y crestas. Una es de Beckham. Marca la pauta de una est¨¦tica de barrio, una est¨¦tica de afirmaci¨®n a la contra, de ch¨¢ndal y zapatillas, de rap y de flamenco. Pero nada m¨¢s tranquilo que esta plaza desierta entre bloques. Me siento en un banco a mirar. El paisaje no es arm¨®nico porque un punto de desorden marca la estructura: es una plaza irregular, los bloques son grises, los bajos alternan paredes ciegas, persianas bajas y alg¨²n establecimiento, no comercial sino de expendur¨ªa, o bar o bodega. En un balc¨®n una se?ora limpia las persianas con la bata prescriptiva, una bata de hacer faenas que no se ve en otras latitudes urbanas. En los balcones, de todo: bombonas, bicicletas, mesas plegadas, ropa multicolor. La zona de juegos infantiles est¨¢ vac¨ªa, porque es horario escolar, pero todo est¨¢ cuidado y la sombra muestra densidad de ramas sin oto?o. Pasa gente, poca, pac¨ªfica, ensimismada. La plaza se llama 25 de octubre. Estamos en Sant Adri¨¤ y aqu¨ª fue la intifada del barrio Bes¨°s.
Comento aquellos hechos con dos veteranos de la Associaci¨® de Ve?ns, Eduardo y Joaqu¨ªn. El local es escueto pero suficiente y mientras hablamos van entrando y saliendo vecinos con sus recados, lo cual connota una integraci¨®n estupenda con el barrio, como si fueran parte de un sistema de irrigaci¨®n perfectamente emulsionado. Esta tarde ¡ªes lunes¡ª han convocado una ¡°quedada¡± de vecinos, que piensan repetir cada semana. Hay problemas, otra vez. Repasemos la historia. El barrio Bes¨°s, barrio de pol¨ªgonos, barrio de plazas interiores duras en todos los aspectos, es vecino de La Mina. Hace 25 a?os los separaban unos descampados a la espera de destino, que los vecinos quer¨ªan para equipamientos. Pero la planificaci¨®n ¡ªayuntamientos lejanos¡ª pretend¨ªa poner pisos. Ese fue el conflicto. Ellos dicen que necesitaban su centro c¨ªvico, sus cosas, pero tambi¨¦n hab¨ªa un trasfondo de rechazo radical a tener alojados ah¨ª gente que hubiera venido de La Mina. Hay solidaridades que no existen. No hubo pisos.
Y resulta que ahora gente marginal de La Mina ha entrado de sopet¨®n en pisos vac¨ªos del barrio, reventando las puertas, y han establecido un doble tr¨¢fico: trapicheo de drogas ¡ªLa Mina es hoy el epicentro del consumo, y no todo el consumo es local¡ª y comercio con los pisos. La justicia tarda tres a?os en echar al ocupante y mientras tanto se cambia la cerradura y se alquila a quien lo necesite, que nunca falta.
Voy a ver la zona donde todo esto est¨¢ pasando y la encuentro en perfecta calma. Bajo caminando hacia La Mina, a buscar el tranv¨ªa. El Parc del Bes¨°s sigue tan vac¨ªo como siempre, excepto un peque?o rinc¨®n con elementos de gimnasia, que re¨²ne a algunos jubilados. Todos los espacios de planta baja tienen rejas. Son pisos hechos por la Generalitat, igual que el famoso centro c¨ªvico, cosa que nos da un calendario de tiempos democr¨¢ticos. Tambi¨¦n recuerdo que toda esta zona fue objeto de c¨¢lculos especulativos m¨¢s o menos municipales.
La realidad siempre supera a las palabras, se escapa. Hace diez d¨ªas, Od¨®n Elorza, antiguo alcalde de San Sebasti¨¢n, vino a dar una conferencia en la generosa sede de RBA, como parte del legado de Pasqual Maragall que gestiona la fundaci¨®n que lleva su nombre, sentado nuestro alcalde en primera fila. Elorza fue un alcalde inteligente, ligado precisamente a Maragall y al esp¨ªritu de renovaci¨®n que Barcelona lider¨®: lo reconoci¨® nada m¨¢s empezar. Elorza hizo una conferencia interesante que sonaba a viejo, a cosa sabida: participaci¨®n, igualdad, cohesi¨®n, sostenibilidad, hace tiempo que aqu¨ª se habla en esos t¨¦rminos. Decir que no se puede dise?ar una plaza sin consultar a los vecinos a dos pasos de Glorias es una redundancia. Y tengo la sensaci¨®n de que el barrio Bes¨°s de Sant Adri¨¤ no cabe en este esquema, que esta formulaci¨®n le pasa por el costado sin ni siquiera rozarlo.
Ada Colau cerr¨® el acto, brillante: ten¨ªamos poder municipal y ciudadan¨ªa, pero ahora tenemos, dijo, un tercer factor, el mercado especulativo. Estamos colonizados por esos intereses, y s¨®lo d¨¢ndole fuerza a la ciudadan¨ªa podemos rehacer la democracia. Que se lo digan al gran Varufakis, que nos visit¨® justo una semana antes, entre pesimista y voluntarioso. La Mina est¨¢ que arde y el barrio Bes¨°s quiere soluciones, respuestas y su calma perdida.
Patricia Gabancho es escritora
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