Sereno

Cuentan de un sereno de Madrid que del poco dormir y mucho andar dio en cantar amaneceres a las dos de la madrugada y enrevesar las horas de todo mediod¨ªa. El hombre ¡ªde nombre Timoteo Monde?o de Calatrava¡ª tuvo a bien evitar el pen¨²ltimo beso que se daba una pareja en Atocha, convencido de que evitaba una reyerta y felicit¨® en el and¨¦n del metro Arg¨¹elles al conductor por confundirlo con el Capit¨¢n Nemo (Timoteo apareci¨® en el Telediario refiri¨¦ndose en todo momento a los vagones alineados a su espalda, como ¡°el mejor submarino que haya visto jam¨¢s¡±).

En sus rondas confund¨ªa el Ministerio del Aire con El Escorial, la Almudena con una pasteler¨ªa y Cibeles con Neptuno; hablaba a solas por las madrugadas recorriendo Recoletos y hay quien asegura que pasaba noches enteras sobre aceras de Princesa esperando tranv¨ªas que ha tiempo dejaron de pasar. En recorridos por Gran V¨ªa lleg¨® a sentirse viajando por Manhattan y en plena calle de Preciados le daba por cantar; evitaba chiringuitos, estancos y poltronas aunque consta en actas y selfies que gustaba de solteronas. Con llaves anacr¨®nicas y estrabismo declarado, Timoteo Monde?o erraba sin rumbo ni tiempo por las calles de Madrid: analistas y psiquiatras, cada quien que va a lo suyo, s¨®lo dicen ¡ªcon asepsia¡ª que no es cosa de espantar.

Con el chuzo se defiende de macarras y mastines, con la capa cree que vuela cuando duerme en Chamart¨ªn; con la gorra a nadie ofende y el bigote relamido cubre gestos y murmullos que ya nadie puede o¨ªr. Timoteo de pasos suaves, a la espera del aplauso, va gritando sus serenos a las tres como si n¨¢; desconoce a los cajeros, los tel¨¦fonos sin cuerdas, la Bernarda de pelo rojo y al Fulanito de Tal. Sin embargo, a estas fechas se le ha dado, por urgencias de un domingo, pluriempleo en las encuestas de la fiesta electoral.

Una empresa m¨¢s de hipsters que de an¨¢lisis directo tuvo a bien subcontratarlo para estad¨ªstica instant¨¢nea, consulta r¨¢pida y muy secular. No es lugar para informar el saldo, s¨®lo quiero celebrar, que un Sereno de otros tiempos, con farola, chuzo y capa tuvo a bien andar despacio en terreno singular. Lo que dicen los sabihondos, los ilusos y quejosos nada tienen en com¨²n con el resultado del juglar: de las noches en volandas, de sus rondas sin horarios, un Sereno s¨®lo afirma que otro a?o, mal que pese, Espa?a entera vuelve y huele otra vez a Navidad. En espera de otro Gordo ¡ªpremio grande y tradicional¡ª y en espera de los votos, las propuestas y las quejas, el mejor regalo de ?ste ser¨¢ copiarle la serenidad.[PIEPAG]

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