Mishima despide su gira entre sonrisas y melancol¨ªa
El grupo llen¨® la sala Apolo en el adi¨®s de ¡®L¡¯¨¤nsia que cura¡¯
Una de las razones que mueven a ser m¨²sico se manifest¨® con toda su carga emocional en la sala Apolo en la noche del martes. Toda la sala, toda, llena, entradas agotadas, cantaba y volaba con sus brazos mientras el grupo en escena afrontaba esas canciones que un d¨ªa dejaron de ser suyas para pertenecer a quienes en aquel momento, frente a ellos, ya actuaban como propietarios y due?os absolutos de ellas. Y no se trataba de fans enajenados por el donaire del cantante, por la parsimonia se?orial de su teclista, por el descaro de su guitarrista o por la altura hier¨¢tica de su bater¨ªa, sino porque la complicidad, destilada tras centenares de escuchas, establec¨ªa una familiaridad de cuadrilla, de grupo de amigos que sin equ¨ªvocos leen las frases entre l¨ªneas y habitan en un mundo de similares problemas, esperanzas, frustraciones y aspiraciones. Un grupo y sus fans. Mishima despidiendo la gira de L¡¯¨¤nsia que cura, diciendo adi¨®s a sus canciones hasta que sean empujadas por las a¨²n no compuestas.
Mishima tiene dos salas en Barcelona, y por las dos han pasado en esta despedida. Una es peque?a, Heliog¨¤bal, una prolongaci¨®n de su propia casa. En ella se sumaron a las fiestas de celebraci¨®n de su vig¨¦simo aniversario, y en Apolo, donde han sintonizado con la masa de sus seguidores, reiteraron su adi¨®s ya no tan en familia. Y entre los seguidores del grupo parece existir un v¨ªnculo invisible que les otorga una inopinada familiaridad. Tanto que entraban ganas de felicitar a un par de embarazadas que asist¨ªan al concierto tal y como si fuesen unas primas tan s¨®lo algo lejanas. En una lectura menos emp¨¢tica su estado de gravidez pautaba el paso del tiempo, haciendo pensar que seguramente no conoc¨ªan a sus parejas cuando Mishima cantaban Miquel a l¡¯acc¨¦s 14, una de las piezas que interpretaron de su primer disco en catal¨¢n, del ya lejano 2005.
En esta tesitura el concierto fue una celebraci¨®n de aquellos que ya comienzan a conjeturar, en serio, m¨¢s all¨¢ de las bromas, con el final de la juventud. Es el mundo de Mishima, el de las personas que solapan los a?os agitados con aquellos en los que la agitaci¨®n se mueve a gatas. Y una de las muchas canciones que expresan este momento, Neix el m¨®n dintre de l¡¯ull, una letra de pareja, no necesariamente biso?a, encarando las preguntas que hablan de afrontar la vida, fue interpretada por La Iaia, quienes tomaron el escenario para versionar en clave m¨¢s hirsuta y el¨¦ctrica este tema de Mishima. Ellos como invitados espaciales junto a la incorporaci¨®n de vientos y cuerdas, fueron los elementos que iluminaron una noche de fiesta.
Como todas las noches especiales tuvieron muchos momentos para clasificar en el rinc¨®n de los instantes que permanecen. Cada asistente guard¨® el suyo, uno que aunase plasticidad, sigilo, empat¨ªa y entrega. Fue cuando antes de entrar las cuerdas en No et fas el llit por encima del silencio que reinaba entre el p¨²blico se percibi¨® el tenue siseo, podr¨ªa pensarse que mayoritariamente de ellas, que acompa?aba la correcta pronunciaci¨®n de las muchas eses que hay en las primeras estrofas de un tema que habla de otro de los asuntos m¨¢s cercanos a la asistencia, el de las parejas que lo fueron: ¡°Diu que ja no et fas el llit / i que plores a la nit¡±. Cuchillos de lengua, dientes, labios y saliva rajando el silencio para hacer propia, otra vez, una letra qui¨¦n sabe si tambi¨¦n vivida.
Y sonaron cerca de una treintena de canciones en una noche de dos horas y media que pasaron tan r¨¢pido como la juventud cuando se bordean los 40. No falt¨® ning¨²n ¨¦xito, menos a¨²n en el tramo abierto tras El corredor con Ossos dins d¡¯una caixa y que desembocar¨ªa en los bises tras un goteo de expansiones tambi¨¦n incluidas en su ¨²ltimo trabajo, no s¨®lo en los viejos. Poco antes se hab¨ªa cerrado el tramo m¨¢s ¨ªntimo del concierto, el de las baladas en sentido estricto, donde brill¨® Aqu¨ª hi va un do casi desnudo para alentar suspiros. Los de una generaci¨®n que se est¨¢ haciendo mayor junto a su grupo favorito. Fue hermoso. Y adem¨¢s un excelente concierto con Mishima sonando como lo que es, un grupo maduro y hecho. Nobleza obliga.
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