El Hermitage vuelve al punto cero
Los promotores presentan el proyecto del museo, a¨²n sin permiso de la Autoridad Portuaria, a los vecinos de la Barceloneta
El Guadiana es un r¨ªo muy particular. Emerge, se esconde, reaparece. Lo mismo le pasa al proyecto del Museo Hermitage en Barcelona. Despu¨¦s de que este diario revelara en 2012 las negociaciones entre la Autoridad Portuaria de Barcelona (APB) y un grupo promotor para abrir una franquicia del equipamiento ruso en unas naves cercanas al hotel W, el tema a veces aparece con grandes titulares, sin ning¨²n tipo de concreci¨®n, y vuelve a desaparecer. La posibilidad de que una parte de la rica colecci¨®n de arte de los zares llegue a la capital catalana volvi¨® a sacar la cabeza el pasado martes. El proyecto fue presentado por sus impulsores a los vecinos de la Barceloneta y con nueva fecha de apertura: finales de 2018.
Desde el Puerto insisten en que no se ha solicitado ning¨²n tipo de permiso o de concesi¨®n para que el museo tire adelante. Sin embargo, Adolf Romagosa, gerente de la empresa que gestiona los espacios p¨²blicos del Port Vell y que depende de la APB intervino en la presentaci¨®n, seg¨²n explicaron varios de los presentes. Junto a ¨¦l estaban al menos dos miembros de la empresa promotora Cultural Development BCN, entre ellos su cabeza visible, el arquitecto Ujo Pallar¨¦s.
¡°Dan el proyecto por hecho y vinieron a explicarlo¡±, explica Manel Mart¨ªnez, representante de unas de las asociaciones de vecinos de la Barceloneta. Un portavoz del Ayuntamiento explic¨® que el Consistorio conoce y est¨¢ estudiando el proyecto aunque le ¡°preocupa su poca integraci¨®n con el entorno¡±. Y se reafirm¨® en la misma idea que se sosten¨ªa desde el mandato anterior: no se le dar¨¢ un euro. As¨ª, lo ¨²nico que existe en firme es un gaseoso convenido firmado hace cuatro a?os por el expresidente Artur Mas, el ex consejero de Cultura Ferran Mascarell y las autoridades rusas durante una visita a Mosc¨². La sensibilidad respecto al proyecto, sin embargo, ha cambiado dentro del nuevo Departamento de Cultura que encabeza Santi Vila.
Despu¨¦s del anuncio inicial, se barajaron varios sitios para ubicar el local que albergar¨ªa las piezas del museo de San Petersburgo: la facultad de N¨¢utica, la Aduana, un edificio de nueva construcci¨®n dentro de la zona portuaria. La decisi¨®n de volver a las naves cerca del W¡ªconstruidas en la segunda mitad del siglo XIX y que est¨¢n en el Cat¨¢logo de Patrimonio Arquitect¨®nico¡ª lleva as¨ª al proyecto a su punto cero.
De la colecci¨®n solo se sabe que el proyecto muse¨ªstico ser¨¢ del investigador Jorge Wagensberg y que tendr¨¢ la relaci¨®n entre ciencia y arte como hilo conductor, sin especificar qu¨¦ y cu¨¢ntas piezas se expondr¨¢n. Los vecinos expresaron a los promotores su temor sobre el impacto que tendr¨ªa en la movilidad la llegada del museo, que planea recibir 500.000 visitantes anuales.
Este diario intent¨® contactar, sin ¨¦xito, con Pallares y su equipo, para conocer detalles del proyecto. Seg¨²n los vecinos, el museo se abrir¨¢ al barrio con una zona gratuita y se buscar¨¢ que los 70 puestos de trabajo que se generen recaigan en el barrio en la medida de lo posible. Una promesa repetida por cada proyecto que llega a esta zona. Tambi¨¦n relatan que vuelve a surgir la idea de conectar la nueva bocana con una pasarela o con algo similar a un vaporetto. Promesas del Puerto, que tambi¨¦n son como el Guadiana.
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