Un Madrid salvaje
Las ¨¢guilas y los buitres m¨¢s majestuosos de nuestra fauna se pueden contemplar a escasos metros de distancia y en libertad sin salir de los l¨ªmites de la regi¨®n
Sin cercados ni jaulas. Las ¨¢guilas y buitres m¨¢s majestuosos de nuestra fauna se pueden contemplar a escasos metros de distancia, en libertad, en varios puntos de Madrid. Una propuesta salvaje para quien decida quedarse aqu¨ª en Semana Santa.
Son las siete de la ma?ana. Aparece un zorro. Asoman primero sus orejas, que se recortan sobre el valle del r¨ªo Lozoya, con las cumbres de Pe?alara al fondo. Receloso, alerta, merodea entre la carro?a, extrae un buen trozo y se retira a devorarlo. Un cuervo contempla la escena desde una rama y emprende el vuelo hacia la comida, que atrapa con sus garras sin detenerse.
Pocas personas conocen que estas escenas, propias de un safari, se pueden contemplar a diez o treinta metros, acomodados en el interior de escondites, levantados en paisajes naturales de la Comunidad de Madrid, que reciben tambi¨¦n el nombre anglosaj¨®n de hides.
Desde el que est¨¢ situado en el valle del Lozoya, entrada la ma?ana, las cornejas, c¨®rvidos m¨¢s peque?os, tambi¨¦n entran en escena poco antes de que lo haga un imponente buitre leonado. ¡°Han llegado a entrar ¨¢guila imperial y con m¨¢s frecuencia lo hacen buitres negros, y ya en primavera y verano milanos negros¡±, relata Omar Alonso, responsable de Wild Iberian Nature, empresa gestora del hide de Lozoya. El buitre negro y el ¨¢guila imperial est¨¢n en peligro de extinci¨®n dentro del cat¨¢logo de especies de fauna y flora amenazadas de la Comunidad de Madrid, lo que aumenta el inter¨¦s por asistir a sus evoluciones desde estos ¡°palcos vip¡± de la naturaleza.
A media ma?ana, los buitres ya se cuentan por decenas, unos volando y otros comiendo, en una organizada jerarqu¨ªa entre los comensales. Pero falta el ¨¢guila real, la rapaz m¨¢s grande de la Pen¨ªnsula, que entra en la carro?a junto a numerosos milanos reales, todo aderezado con escarceos y trifulcas entre estos actores salvajes. Un aut¨¦ntico documental en vivo y en directo.
El ¨¢guila imperial ib¨¦rica, rapaz que solo habita en la Pen¨ªnsula, es asidua visitante de otro hide, el que lleva Explorer Spain cerca de El Escorial. Mar¨ªa L¨®pez, de esta ¨²ltima agencia, explica que ¡°estamos cerca de la colonia m¨¢s importante de la provincia y nuestros clientes saben que es una de las especies que pueden observar y fotografiar con m¨¢s facilidad, adem¨¢s de buitres, milanos y ratoneros¡±. La oferta de Explorer Spain incluye otros escondites para todos los p¨²blicos en los que observar aves m¨¢s peque?as (currucas, mitos, herrerillos¡) y uno enfocado a la berrea del ciervo, que ocurre desde finales de agosto hasta el mes de septiembre.
Bienvenida sea la carro?a
Para atraer a las rapaces y otras carro?eras a las cercan¨ªas de los escondites, sus gestores diseminan pedazos de carne de pollo procedentes de granjas. Esto se podr¨ªa entender como una alteraci¨®n en el comportamiento de las aves en libertad: ¡°La Comunidad a¨²n no ha aprobado la normativa sobre dep¨®sito de cad¨¢veres en el campo tras la prohibici¨®n decretada tras el mal de las vacas locas. Este suplemento alimentario no viene mal a los animales¡±, cuenta el responsable de especies amenazadas de la Sociedad Espa?ola de Ornitolog¨ªa (SEO/BirdLife) Nicol¨¢s L¨®pez-Jim¨¦nez.
La contemplaci¨®n de esta selecta fauna salvaje en territorio madrile?o conlleva parecidos sacrificios a los que rigen los safaris por lugares m¨¢s ex¨®ticos y en busca de tigres, osos, elefantes o hipop¨®tamos. De entrada, nadie garantiza que se vea seguro todo lo relatado, aunque el reparto de carro?a en las inmediaciones de los escondites favorece que alg¨²n comensal con alas aparezca fijo si se respetan las normas de comportamiento.
¡°Se madruga bastante porque hay que entrar en el escondite cuando a¨²n no ha amanecido y permanecer en ¨¦l unas seis horas en casi completo silencio, para conseguir que los animales se acerquen sin problema a la carro?a; y se sale cuando ha cesado la actividad, para no interferir en su comportamiento¡±, comenta Alonso. Algunos escondites est¨¢n dotados de un peque?o retrete, pero en otros hay que tirar de recipientes ad hoc para hacer las necesidades.
Una sesi¨®n en un escondite para observar rapaces suele costar entre los 100 y los 150 euros por persona, y dura unas seis u ocho horas. ¡°En ocasiones hay tanto movimiento que la gente se tira de sol a sol¡±, comenta Diego Mart¨ªn, responsable de Monachus Ecoturismo y Medio Ambiente. Si se compara con otras ofertas de turismo o deporte de aventura en la regi¨®n, la estancia en los escondites no resulta tan cara: un salto en parapente o volar en globo cuestan m¨¢s o menos lo mismo, ¡°pero solo una hora de actividad¡±, matizan desde las empresas.
En las Comunidades aleda?as a Madrid tambi¨¦n han proliferado este tipo de instalaciones dedicadas al avistamiento de animales. En Segovia aparecen el Colectivo Az¨¢lvaro (en el pueblo de El Espinar) o Vultour (en Cantalejo). En ?vila, Hides Fotogr¨¢ficos, hace una propuesta por los alrededores de El Barraco mientras Fotos Naturaleza la organiza en Candeleda. Por otro lado, en algunos parques y espacios protegidos de la regi¨®n hay observatorios y rutas gratuitas.
Hasta ahora, la gran mayor¨ªa de personas que usaban estas instalaciones sol¨ªan ser aficionadas a la fotograf¨ªa. Pero eso est¨¢ cambiando. Algunos de los escondites de Wild Iberian Nature est¨¢n enclavadas en un camping de Gargantilla de Lozoya, lo que facilita tambi¨¦n que familias con ni?os y ni?as alojadas en ¨¦l se acerquen a casetas instaladas frente a bebederos y comederos a los que bajan urracas, arrendajos, perdices, escribanos y, de noche, con suerte, ginetas y gatos monteses.
Noche de ¡®fototrampeo¡¯
El comportamiento sigiloso y precavido de las aves nocturnas y de los carn¨ªvoros salvajes (tejones, gatos monteses o gardu?as) hace que su avistamiento directo sea m¨¢s complicado. Por este motivo, se dise?an rutas nocturnas espec¨ªficas donde puede sonar la flauta y dar con uno de ellos. Para no irse de vac¨ªo, se recorren puntos donde dejan huellas y otros rastros y adem¨¢s se ofrece la posibilidad de practicar el fototrampeo. Esta ¨²ltima modalidad consiste en la instalaci¨®n de la c¨¢mara en un punto recurrente de visita de un gato mont¨¦s o un tej¨®n que se dispara de forma autom¨¢tica cuando aparece el animal.
Para peque?os ornit¨®logos
Madrid rebosa avifauna salvaje por los cuatro costados: desde El Retiro y la Casa de Campo a la sierra de Guadarrama, sin olvidar las vegas de los r¨ªos y las estepas del este. Hay que recordar que en la regi¨®n se mueven de manera habitual u ocasional m¨¢s de 300 especies diferentes.
En la mayor¨ªa de las ocasiones no hacen falta hides para que los m¨¢s peque?os se adentren en el mundo de la observaci¨®n e identificaci¨®n de aves y disfruten con decenas de gaviotas en Madrid R¨ªo ¡ªmiles si les llevamos al embalse de Santillana¡ª o con solitarios petirrojos y p¨¢jaros carpinteros en el parque de su barrio.
Para comenzar se puede visitar cualquiera de los quince centros de educaci¨®n ambiental entre la capital y el resto de la provincia. En todos ellos siempre abren un hueco para exposiciones, talleres, paseos y juegos relacionados con las aves.
Conviene estar atentos tambi¨¦n a las programaciones de talleres que ofrecen los ayuntamientos a los colegios. Recientemente, el de Legan¨¦s anunci¨® la participaci¨®n de 400 escolares en rutas para conocer la fauna de sus parques.
La principal asociaci¨®n de defensa de las aves de Espa?a, la Sociedad Espa?ola de Ornitolog¨ªa (SEO/BirdLife), cuenta con un club (Aventurer@s) especialmente dedicado a los m¨¢s peques de la casa. Adem¨¢s de rutas ornitol¨®gicas por diversos parajes de la Comunidad de Madrid, ni?os y ni?as pueden vivir en directo el anillamiento de aves o aprender a elaborar cajas nido.
Fotografiar en Madrid a este elenco de fauna salvaje, est¨¦n o no en espacios protegidos, requiere tarmitar permisos ante la Comunidad que en algunos casos hace desistir del empe?o. Desde Monachus Ecoturismo y Medio Ambiente, otra empresa ubicada en el valle del Lozoya con escondites para observar fauna, Diego Mart¨ªn tranquiliza a los clientes: ¡°Nosotros nos encargamos de gestionar los permisos legales para que los visitantes solo se preocupen de una cosa: cu¨¢ndo y por d¨®nde aparecer¨¢n los buitres, las ¨¢guilas, los gatos monteses...¡±.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.