Premio a los delatores
Los delatores, sin arrepentimiento, escapan del barco vendiendo a sus compa?eros y socios
Han empezado a cantar. En Valencia, Palma de Mallorca o Madrid, los investigados o acusados por corrupci¨®n del PP est¨¢n empezando a entonar a coro el mea culpa, a confesar a las autoridades los negocios de corrupci¨®n en que han participado. Ya no se trata de alg¨²n caso excepcional. Son muchos los que han empezado a romper el silencio a cuyo amparo, durante tantos a?os, navegaba a toda m¨¢quina el buque del PP, con la pestilente carga de intereses econ¨®micos vinculados a su poder pol¨ªtico. Es in¨²til decir los nombres, porque la lista ser¨ªa obsoleta ma?ana. Es in¨²til que Rajoy diga a Jordi ?vole que la corrupci¨®n del PP no es sist¨¦mica, que solo son 25 o 50 casos excepcionales. Es in¨²til que el ministro Fern¨¢ndez D¨ªaz siga manteniendo, porque no se ha excusado de haberlo dicho, que ¡°llama la atenci¨®n que las actuaciones judiciales en materia de corrupci¨®n s¨®lo afecten al PP en un momento pol¨ªtico tan delicado¡±, pues ¨¦l ¡°no cree en la casualidad¡±. Y es in¨²til porque quien confiesa y delata es su propia voz pol¨ªtica, la de sus compa?eros de partido.
La gente intuye, o sabe, que si cantan ahora es para obtener una ventaja en el proceso en que est¨¢n implicados. Y se pregunta si esto es legal, si es justo. Hasta principio del siglo XIX en ning¨²n pa¨ªs europeo se premiaba al delator, salvo en asuntos excepcionales de traici¨®n o relacionados con el inter¨¦s directo del monarca. Fue el fil¨®sofo Bentham, paradigma del pensamiento utilitarista anglosaj¨®n aplicado al ¨¢mbito jur¨ªdico-penal, el primero que entendi¨® preferible ¡°la impunidad de uno de los c¨®mplices que la de todos¡±. Propon¨ªa premiar al delator perdonando o rebajando su pena, pese al peligro de que ¡°entre muchos criminales, el m¨¢s malo no s¨®lo quedar¨¢ sin castigo, sino que podr¨¢ ser tambi¨¦n recompensado¡±. Porque, en efecto, generalmente los que m¨¢s saben del conjunto de las fechor¨ªas del grupo son los que m¨¢s arriba est¨¢n en su organizaci¨®n. Son los que pueden comprar su pronta libertad a mejor precio, con m¨¢s delaciones, y m¨¢s sustanciosas. Al precio de escapar de su propio barco, cuando se hunde.
La moderna legislaci¨®n premial nace en Italia en 1978 para estimular con premios de benevolencia penal a los pentiti, los arrepentidos, particularmente mafiosos. Inicialmente la justicia italiana fue muy generosa, permitiendo en ocasiones, seg¨²n la importancia de la colaboraci¨®n, no s¨®lo una mera reducci¨®n de la pena, sino incluso una remisi¨®n total. El sistema de premiar a los arrepentidos fue eficaz, pero ha sido criticado en Italia por sus riesgos, por el encaje procesal de sus informaciones, por la dudosa veracidad de los pentiti, y por la discutible constitucionalidad del modo de obtener sus confesiones.
En Espa?a tambi¨¦n se ha optado por el utilitarismo pragm¨¢tico. Hasta 1995 hab¨ªa una circunstancia atenuante que permit¨ªa rebajar la pena si el delincuente, antes de empezar el proceso, confesaba su delito ¡°por impulsos de arrepentimiento espont¨¢neo¡±. La dimensi¨®n moral del arrepentimiento fue perdiendo su valor, poco a poco. Hoy ya es indiferente la moralidad del arrepentimiento o el momento de la confesi¨®n. Se permite hasta la ¡°confesi¨®n tard¨ªa¡±, ya empezado el juicio. S¨®lo interesa que el delator facilite la actividad policial y judicial, en el momento que sea, y por la raz¨®n que sea, moral, o de ventaja personal. Naturalmente, la primera condici¨®n para acceder al beneficio penal es que el delator confiese la verdad, toda la verdad. No valen mentiras, ocultaciones ni insuficiencias que confundan al juez a favor del delator. Por ejemplo, la famosa confesi¨®n de Pujol, autoacusaci¨®n mendaz con el enredo de la herencia paterna, de ning¨²n modo podr¨¢ tener ninguna ventaja penal.
El Tribunal Supremo dice que la ventaja, la bonificaci¨®n, depender¨¢ de la utilidad pr¨¢ctica de la confesi¨®n, para la mejor o m¨¢s r¨¢pida persecuci¨®n de los dem¨¢s miembros del grupo criminal. Y tambi¨¦n depender¨¢ de la importancia de los datos confesados, seg¨²n la importancia de los delitos o de los responsables delatados. El delator o arrepentido, de todos modos, ser¨¢ condenado por el delito confesado, pero la bonificaci¨®n puede llegar a rebajar la pena hasta su suspensi¨®n, es decir, hasta ni siquiera entrar en la c¨¢rcel.
Los delatores, sin arrepentimiento, escapan del barco vendiendo a sus compa?eros y socios. El buque del PP, con su pestilente carga, ha empezado a zozobrar. Pero no se hunde porque cantan. Cantan, solamente, porque ha empezado a hundirse.
Jos¨¦ Mar¨ªa Mena fue fiscal jefe del Tribunal Superior de Justicia de Catalu?a.
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