Atraco imperfecto junto al Retiro
El cirujano Ignacio Frade sufre en su casa el asalto de dos sicarios. El despliegue policial mantiene el centro en vilo durante horas
Suena el timbre. Son las 14.40 del pasado lunes en un tranquilo inmueble del n¨²mero 9 de la avenida del Mediterr¨¢neo (Retiro). La empleada de hogar se acerca a la mirilla. Al otro lado, dos hombres se identifican como inspectores de Hacienda: ense?an algo parecido a un carn¨¦. La mujer les abre la puerta. A partir de ah¨ª, se desarrolla un asalto a la vivienda del conocido cirujano pl¨¢stico Ignacio Frade, en el que ¨¦l mismo resulta herido. Detr¨¢s, una historia en la que la polic¨ªa sospecha que pueden estar dos de sus exmujeres, que querr¨ªan hacerse con parte de las ganancias del m¨¦dico.
El m¨¦dico que testific¨® en el ¡®caso Me?o¡¯
El doctor Ignacio Frade fue testigo clave del juicio de Antonio Me?o, el joven que qued¨® en coma durante 23 a?os tras una operaci¨®n de rinoplastia realizada el 3 de julio de 1989 y muri¨® en 2012.
Sus padres litigaron y fueron condenados en 2009 por el Tribunal Supremo a pagar 400.000 euros en costas. Decidieron entonces acampar con su hijo ante el Ministerio de Justicia. Frade se enter¨® del caso en ese momento y les ofreci¨® declarar.
El m¨¦dico asegur¨® que estuvo presente como aprendiz en la intervenci¨®n y observ¨® que el tubo de anestesia se desconect¨®, sin que el anestesista estuviera en la sala.
Los dos hombres, de unos 50 a?os y sin ning¨²n acento, entran en la vivienda blandiendo sendas pistolas. Obligan a la mujer y al padre del cirujano, ?ngel, de 94 a?os y postrado en una silla de ruedas, a meterse en una de las habitaciones del piso. A la mujer la ponen unas bridas en las manos, mientras que al hombre lo amordazan. ¡°Danos la llave de la caja fuerte¡±, le dicen a la mujer. Quieren documentos y dos mochilas que guarda el cirujano en su casa.
La mujer no sabe de qu¨¦ le est¨¢n hablando. Tambi¨¦n le piden las llaves de la cl¨ªnica, que est¨¢ en la primera planta del mismo edificio. Justo en ese momento llega el cirujano, ajeno a todo lo que est¨¢ pasando. Los dos hombres van hacia ¨¦l y le propinan sendos culatazos, que le provocan dos brechas por las que sangra abundantemente.
El cirujano logra escapar y pedir auxilio. Se produce entonces una historia sacada de una mala pel¨ªcula de acci¨®n. El tel¨¦fono de emergencias 091 recibe una llamada en la que se comunica que hay un atraco con rehenes en una cl¨ªnica. Hasta ah¨ª, lo oficial. Pero la bola de nieve crece y crece seg¨²n pasan los minutos. Se habla al poco de que es una cl¨ªnica dental situada a ras de calle. No era as¨ª.
Cara ensangrentada
Los polic¨ªas de Seguridad Ciudadana y de la comisar¨ªa de Retiro, que son los primeros en llegar, acordonan toda la zona y cortan el tr¨¢fico en la avenida del Mediterr¨¢neo. Tambi¨¦n se desplazan all¨ª varias furgonetas de las unidades de intervenci¨®n policial (UIP, los antidisturbios). El m¨¦dico sale con la cara ensangrentada, y su empleada de hogar con el rostro visiblemente nervioso. Arriba todav¨ªa permanece ?ngel, el padre del m¨¦dico.
Pero la bola de nieve no cesa. Llegan los agentes del Grupo Especial de Operaciones (GEO) destinados a la Jefatura Superior de Polic¨ªa de Madrid. Y con ellos toda su parafernalia: un turismo, un todoterreno, una furgoneta dotada con todos los medios. Se bajan varios polic¨ªas con uniformes grises de intervenci¨®n y subfusiles. La mala pel¨ªcula gana adeptos en la calle, y la gente se arremolina tras el cord¨®n de seguridad. Al poco, los agentes, armados hasta los dientes, revientan las puertas de la vivienda y de la cl¨ªnica. Tal y como se esperaba, no queda ni rastro de los atacantes. La puesta en escena parece la de unas pr¨¢cticas del GEO en pleno centro de Madrid, con el consiguiente enfado de algunos mandos, que ven desproporcionado todo el despliegue. Muy lejos queda ya aquello de un atraco con rehenes en una cl¨ªnica dental.
Un responsable de la comisar¨ªa, tocado con un sombrero, se hace cargo de las investigaciones. Habla con el cirujano y todo empieza a cuadrar. Los dos asaltantes, pese a tener muy buena informaci¨®n, eran unos aut¨¦nticos chapuzas. Sab¨ªan lo que buscaban y hasta la hora a la que iba a comer el doctor Frade a su casa. De hecho, le ense?aron por el m¨®vil m¨¢s de 300 folios de los documentos que estaban buscando. Pero les sirvi¨® de poco. Al m¨ªnimo rev¨¦s, salieron huyendo de la casa.
El cirujano empieza a dar las claves instantes despu¨¦s del asalto. Aquellos hombres le resultan conocidos. Y la forma en que han exigido los avales y papeles del doctor le resultan sospechosos. Tambi¨¦n que le pidieran dos mochilas que guarda en su casa. Ese detalle s¨®lo lo sabe alguna de sus exmujeres. A partir de ah¨ª, las investigaciones se centran en las anteriores parejas de Ignacio Frade.
El m¨¦dico acude a una cl¨ªnica de La Moraleja a que le curen las heridas, tras haber sido atendido en un primer momento por el Samur. A la vuelta habla con los medios de comunicaci¨®n y da detalles de los asaltantes. Lo que no dice es que ya ha sufrido otros dos robos en su casa. Uno hace semanas y el otro en 2014.
Los agentes del Grupo XIII de Polic¨ªa Judicial investigan el caso. En definitiva, se trata de un robo. Frustrado eso s¨ª, porque los sicarios no se llevaron nada, pese a todo el ruido que montaron. Algunas fuentes no descartan incluso que los dos hombres fueran buscando no s¨®lo documentaci¨®n del m¨¦dico, como ¨¦l afirma, sino incluso el posible dinero de pagos en efectivo que recibe por sus intervenciones.
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