5 horas en Lesbos
El Papa sac¨® un gran provecho medi¨¢tico de su fugaz visita, pero la isla es el escenario de un drama mil veces repetido
Pas¨® Jorge Mario Bergoglio cinco horas en Lesbos para ¡°atraer la atenci¨®n del mundo¡± y nos encandil¨® con uno de esos mon¨®logos, interiores o exteriores, que por ventura ser¨¢n, dentro de unas d¨¦cadas o de unos siglos, historia o literatura. Tuvo tiempo para encasquetarnos unas cuantas frases solemnes, ampulosas, ¨¦ticamente impecables y muy originales, como esta: ¡°Los refugiados no son n¨²meros, sino personas con rostros, nombres e historias¡±, como lo son las putas extorsionadas por las mafias, las mujeres degolladas por la pareja o ex pareja o los ni?os violados por los sacerdotes, pongo por caso.
Ilumin¨® nuestras mentes abotargadas con unos cuantos titulares de brocha gorda, sint¨¦ticos y lapidarios. Predic¨® con el ejemplo, llev¨¢ndose a doce sirios a los aposentos vaticanos. Los creadores de opini¨®n aplaudieron y jalearon su gesto ¡°imprevisto¡±, sobre todo en Catalu?a, donde los secesionistas m¨¢s progres reclaman al gobierno estatal el derecho a la adopci¨®n de refugiados. ?Qu¨¦ m¨¢s se le puede pedir? Cinco horas no dan para mucho. En realidad, como la noticia ocurre dentro del avi¨®n, donde se oficia la verdadera rueda de prensa, aunque sea una ceremonia de compadreo, cinco horas con Mario (en Lesbos) s¨ª dan para sacarse el birrete. Dan para tomar caf¨¦, para abrazarse a centenares de personas, para tomar el sol, para charlar con unos y otras, para posar ante las c¨¢maras y para ir profiriendo mensajes enlatados de paz y buena voluntad. Los pol¨ªticos son unos in¨²tiles, la iglesia es la salvaci¨®n: misi¨®n (evangelizadora) cumplida.
No se le puede pedir al santo padre que en cinco horas se acuerde del mon¨®logo interior de Carmen Sotillo, esa mujer de la novela de Miguel Delibes que, sola ante el cuerpo de Mario, su difunto marido, nos conmovi¨® con su furibunda demanda de libertad en una Espa?a, la de hace cincuenta a?os, en la que las consortes eran mucho menos que ¡°n¨²meros¡± de sus esposos. S¨ª hay que exigirle a Mario que, si pasa cinco horas en Lesbos, mencione que esa isla es la patria de Safo, una mujer lib¨¦rrima de hace 2.700, la primera poeta lesbiana de la historia, cuyos atrevidos versos han hecho historia y que pag¨® amargamente con el suicidio los desenga?os y las incomprensiones de sus conciudadanos: la vida explica la poes¨ªa y la poes¨ªa explica la vida, la de ahora y la de hace veinticinco siglos.
No es de recibo tampoco que Mario no recuerde en Lesbos que unos cuantos kil¨®metros en direcci¨®n sur, siguiendo la costa, est¨¢ la playa de Bodrum, donde naci¨® Her¨®doto, el padre de la historia universal, la m¨¢s comercial y cinematogr¨¢fica novela de aventuras jam¨¢s escrita, qui¨¦n sabe si inventada o real. Esa playa en la que un uniformado recogi¨® el cuerpo exang¨¹e del ni?o Aylan, tras los restos de un naufragio, como los infinitos que ha conocido el mar nuestro y que nadie sintetiz¨® mejor que Luis de G¨®ngora en once s¨ªlabas, el tuit de la poes¨ªa: ¡°N¨¢ufrago y desde?ado, sobre ausente¡± (el presente del desastre, el desd¨¦n de los que no quieren acogerlo y la ausencia de los seres queridos que han quedado atr¨¢s). Poes¨ªa e historia cuyo desconocimiento nos averg¨¹enza, no porque nos tenga que servir para seducir a una persona o darnos pisto en una charla de biblioteca o de bar, sino porque entre Lesbos y Bodrum est¨¢ una parte y casi el todo de la cuna de la civilizaci¨®n, la nuestra, y conocerla es imprescindible para interpretar correctamente todo lo que pasa hoy y actuar en consecuencia.
Cuando uno lee en la prensa que ¡°se est¨¢ activando de nuevo la ruta central del Mediterr¨¢neo a trav¨¦s de Libia y del canal de Sicilia, mucho m¨¢s larga y peligrosa¡±, piensa de inmediato en la Eneida, el poema fundacional de la construcci¨®n de Europa, de lo que somos como ciudadanos comunitarios y como ¡°personas con rostros, nombres e historias¡±.
La vida de Eneas, desde la ca¨ªda de Troya, es la de un refugiado como la de tantos sirios hoy, que huye de una patria milenaria y pr¨®spera arrasada por sus vecinos y enemigos ac¨¦rrimos. Su traves¨ªa por el mar Mediterr¨¢neo es una descripci¨®n pormenorizada de las mil y una calamidades y desgracias (tempestades, hambrunas, enfermedades) en pos de un lugar de destino, donde simplemente se pueda vivir la vida. Desde el puerto de Antandro, en el norte del golfo de Lesbos, hasta su meta final en Roma, pasando por Sicilia y Cartago, la Eneida cuenta y canta los padecimientos marinos de Eneas, el primer paria m¨¢s o menos europeo, zarandeado y esquivado por griegos y romanos, tirios y troyanos, dioses y hombres, como si fuera cualquier desarraigado sirio. Nos lo recuerda la literatura, que un d¨ªa fue historia, como la historia de hoy ser¨¢ un d¨ªa literatura, indudablemente ¨¦pica, seguramente tr¨¢gica.
Manel Martos es doctor en Humanidades y editor.
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