Incautar la estelada
El car¨¢cter pac¨ªfico y democr¨¢tico del soberanismo catal¨¢n es una ofensa para los que no quieren combatirlo pol¨ªticamente, sino simplemente negarle carta de naturaleza
1. Un juez de lo contencioso administrativo ha dejado en evidencia al PP, en su nuevo intento de criminalizar el independentismo: las esteladas no podr¨¢n ser incautadas en el estadio Calder¨®n. El desprop¨®sito ha sido enmendado, pero el episodio es extremadamente revelador del desprecio a las libertades y de la pulsi¨®n autoritaria de la derecha.
La ley contra la violencia en el deporte es uno de los habituales ejercicios de hipocres¨ªa que caracterizan la relaci¨®n entre la pol¨ªtica y el espect¨¢culo deportivo de masas. Los gobernantes sacan todo el partido que pueden de este vertedero de bajas pasiones que son los estadios y se ponen estupendos con leyes con las que pretenden situarse por encima de las querellas que ellos mismos intentan capitalizar. En consecuencia, generan disposiciones confusas e imprecisas para poderlas manejar a su antojo.
Alguien ha tenido una ocurrencia: un enfrentamiento con el independentismo catal¨¢n en la final de la Copa del Rey podr¨ªa beneficiar al PP. Sabedores de que en Catalu?a no tienen nada que perder porque ya son un partido marginal, los dirigentes populares han visto en el f¨²tbol una oportunidad de provocar y activar al independentismo, ahora que ha perdido fuelle en los medios, pensando que as¨ª podr¨ªan arrancar votos patri¨®ticos en el resto de Espa?a. Aunque est¨¦ muy instalada la idea de que con tal de conseguir votos todo vale, cuesta entender que, por ventajismo electoral, gentes con responsabilidades de gobierno provoquen una situaci¨®n que puede generar enfrentamientos y malestar y, por supuesto, realimentar el victimismo independentista. Y desde luego ser¨ªa peor, y me resisto a creerlo, que el razonamiento fuera fundado. Y que el PP obtuviera los r¨¦ditos electorales que espera.
2. Conforme a la hipocres¨ªa que rige a este ejercicio, el argumento de la fiscal¨ªa y de los que arropan a la delegada Dancausa es el cumplimiento de la ley. Si fuera as¨ª, el Gobierno deber¨ªa proceder por prevaricaci¨®n contra las autoridades que permiten que cada domingo entren miles de esteladas en el campo del Bar?a, e incluso tres o cuatro en el campo del Espa?ol. Pero el objetivo era otro: demonizar al independentismo catal¨¢n.
Lo que la ley proh¨ªbe es la exhibici¨®n de ¡°pancartas, s¨ªmbolos, emblemas o leyendas, que por su contenido o por las circunstancias en las que se exhiben o utilicen de de alguna forma inciten, fomenten o ayuden a la realizaci¨®n de comportamientos violentos o terroristas¡±. Con esta descripci¨®n, ?por qu¨¦ no prohibir la entrada de la bandera espa?ola que los ultras han utilizado a menudo como ense?a de sus desmanes? La ley del poder es la arbitrariedad. Y lo que se pretend¨ªa era colocar en las mentes de los ciudadanos la asociaci¨®n entre independentismo y comportamientos violentos y terroristas. El car¨¢cter pac¨ªfico y democr¨¢tico del soberanismo catal¨¢n es una ofensa para los que no quieren combatirlo pol¨ªticamente, sino simplemente negarle carta de naturaleza. El juez ha desbaratado las incautaciones pero lo que buscaba el PP ya se ha conseguido: reactivar la confrontaci¨®n.
3. La ley habla tambi¨¦n de que los emblemas ¡°puedan constituir un acto manifiesto de desprecio a las personas participantes en el espect¨¢culo deportivo¡±. El intento de prohibici¨®n de las esteladas conseguir¨¢ lo contrario de lo que se dice hip¨®critamente que se buscaba. Los silbidos al monarca y otras personalidades del Estado subir¨¢n en decibelios en proporci¨®n directa a la provocaci¨®n del Gobierno. El juez ha evitado el bochorno, pero no la irritaci¨®n.
4. Estamos simple y llanamente ante un problema de libertad de expresi¨®n. En una democracia, nada ni nadie queda fuera de la cr¨ªtica, por mucho que el PP lo ignore. Las instituciones no se pueden esconder bajo el manto de lo sagrado, es decir, aquello que no se puede tocar. Que cada cual silbe a quien quiera. Muchos miles de aficionados barcelonistas se sienten identificados con la estelada, s¨®lo desde una idea muy autoritaria de la democracia se puede pretender quitarsela de la mano. El juez, aplicando un sentido elemental de los derechos democr¨¢ticos, ha dejado en rid¨ªculo al PP. Y aliviado al soberanismo, temeroso a la hora de dar una respuesta contundente. Por ejemplo, boicotear la final. Para muchos, m¨¢s vale Copa del Rey en mano que la independencia volando. Esta es la debilidad del independentismo y sus adversarios lo saben.
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