Colau, la hora de la verdad
La alcaldesa afronta la definici¨®n y puesta en marcha de pol¨ªticas propias
No se enter¨® por el ajustado escrutinio. La activista Ada Colau (Barcelona, 1974) supo de la victoria electoral de Barcelona en com¨² cuando la llam¨® el alcalde Trias para felicitarla. El pr¨®ximo martes se cumple un a?o de las elecciones que, tras un par¨¦ntesis de cuatro a?os de gobierno de CiU, devolvieron la alcald¨ªa de Barcelona a la izquierda, que la perdi¨® en 2011 despu¨¦s de 32 a?os de gobiernos socialistas.
La victoria fue ajustada: 17.000 votos. Colau ha gobernado su primer a?o de mandato con solo 11 concejales de 41, el ejecutivo m¨¢s minoritario en el ayuntamiento m¨¢s plural, con siete partidos. Uno de ellos, el PSC, con cuatro concejales, est¨¢ a punto de entrar en el Gobierno de un Ayuntamiento de ADN socialista; la alcaldesa suele reivindicar el legado de Pasqual Maragall. El pacto con el l¨ªder de los socialistas, Jaume Collboni, llega coincidiendo con el fin del primer a?o del mandato. Con m¨¢s manos para atender ¨¢reas y distritos, las cuentas de este a?o aprobadas y tras un a?o de m¨¢s anuncios que medidas concretas, ha llegado la hora de la verdad para Colau.
La alcaldesa y los suyos valoran el conocimiento de ¡°la casa¡± adquirido durante el primer a?o y conf¨ªan en coger velocidad en los tres a?os que quedan de mandato. Tambi¨¦n se han dado cuenta de que los ritmos de la administraci¨®n son los que son; de que sigue habiendo desahucios pese a los esfuerzos; y de que las inercias y herencias pesan mucho en la gesti¨®n de la ciudad y requieren de mucha energ¨ªa. La ordenanza de terrazas y el 'top manta', son conflictos que comenzaron en mandatos anteriores.
Celebran las ordenanzas fiscales aprobadas y dos modificaciones presupuestarias (de 96 y 275 millones de euros) que destacan que se destinar¨¢n a su prioridad: combatir las desigualdades. En todos los casos han contado con el apoyo de PSC, ERC y CUP; pero est¨¢ por ver c¨®mo actuar¨¢n los dos ¨²ltimos tras el pacto con los socialistas.
Cinco desencuentros con Collboni
Tranv¨ªa. Aunque el l¨ªder de los socialistas en el Ayuntamiento, Jaume Collboni, evit¨® la foto y quien acudi¨® fue el concejal Daniel M¨°dol, el PSC particip¨® del frente com¨²n junto a CiU, Ciutadans, ERC y PP que exigi¨® al gobierno de Colau que priorice la llegada del metro a la Zona Franca antes que la uni¨®n de los tranv¨ªas por la Diagonal.
Can Vies. Fue precisamente Daniel M¨°dol (PSC) quien a las tantas de la tarde, en la comisi¨®n de Urbanismo de abril afirm¨®: "Si entramos en el Gobierno, lo primero que pediremos es el derribo de Can Vies". Un centro social ocupado que el alcalde Xavier Trias intent¨® desalojar y tuvo que dar marcha atr¨¢s y que la alcaldesa ha confirmado que el ayuntamiento busca c¨®mo indultar. Tanto Colau como la concejal de Urbanismo y el de Sants insisten en que estudian una soluci¨®n que haga compatible el mantenimiento del edificio con la construcci¨®n de la pasarela para acceder al caj¨®n de las v¨ªas.
Ronda de Dalt. Una de las condiciones de Collboni fue introducir una partida para iniciar los trabajos de cobertura de la Ronda de Dalt a su paso por el norte de la ciudad, una obra presupuestada en 400 millones de euros. El ejecutivo de Colau, con todo, ha rebajado las expectativas de los vecinos y estudia c¨®mo resolver con la mitad de inversi¨®n una cuesti¨®n pendiente desde hace d¨¦cadas. Los vecinos conf¨ªan en que el PSC haga de bisagra.
Un espacio para Juan Carlos I. En v¨ªsperas a la conmemoraci¨®n de la proclamaci¨®n de la Segunda Rep¨²blica, el gobierno anunci¨® el cambio de nombre de la plaza de Juan Carlos I por plaza del Cinc d'Oros. Collboni consider¨® al d¨ªa siguiente que el monarca es una figura hist¨®rica que deber¨ªa tener un espacio en la ciudad.
Prostituci¨®n. Aunque las competencias municipales en la materia son limitadas, Barcelona en com¨² defiende un marco legal que regule la prostituci¨®n voluntaria, en el sentido de preservar los derechos de las profesionales del sexo. En este debate, Collboni es tajante: defiende la abolici¨®n de la prostituci¨®n.
Colau lleg¨® exhibiendo contundencia. Durante el primer mes y medio en el cargo anunci¨® que revisar¨ªa la ordenanza de civismo (aprobada por el PSC), enterr¨® los Juegos de Invierno, retir¨® acusaciones penales contra activistas, paraliz¨® la privatizaci¨®n de guarder¨ªas, apart¨® a la direcci¨®n heredada de Barcelona Regional, retir¨® el busto del Rey Juan Carlos I del sal¨®n de plenos¡ y la medida de mayor calado: el 2 de julio dict¨® una moratoria de concesi¨®n de licencias de alojamientos tur¨ªsticos para congelar nuevas aperturas, hacer una foto y decidir d¨®nde se podr¨¢ crecer. La moratoria estaba en el programa electoral, nadie puede decir que no estuviera avisado, defendi¨®.
Ha pasado casi un a?o y el Plan Especial Urban¨ªstico de Alojamientos Tur¨ªsticos (PEUAT) est¨¢ en exposici¨®n p¨²blica. No ser¨¢ f¨¢cil aprobarlo. Incluso el PSC ha pedido durante este a?o que se levantara la moratoria en los barrios menos presionados por el turismo. A la CUP le sabe a poco porque permite abrir hoteles en la periferia. Y la derecha lo ve un lastre para la gallina de los huevos de oro, el turismo, y la acusa, en general, de sectaria y de escuchar solo a los suyos. Otra cuesti¨®n que pinta complicada para el gobierno es la uni¨®n de los tranv¨ªas por la Diagonal, despu¨¦s de que todos los partidos salvo la CUP comparecieran en frente com¨²n para reivindicar que se priorice la llegada del metro a la Zona Franca.
Tranv¨ªa y PEUAT no son las ¨²nicas carpetas abiertas. El listado de anuncios de temas que se abordar¨¢n pero de los que no hay desenlace es largo. No se ha decidido qu¨¦ figura reemplazar¨¢ el busto del Rey, el nomencl¨¢tor de referencias borb¨®nicas que se quiere eliminar no tiene alternativa. Se ha frenado la ampliaci¨®n del centro comercial La Maquinista pero no se conoce el desenlace. Se est¨¢ estudiando una alternativa de pasarela al caj¨®n de Sants para indultar Can Vies, si se perforan las dos fases del t¨²nel de Gl¨°ries. Se ha anunciado tambi¨¦n la revisi¨®n de la pol¨ªtica fiscal en funci¨®n de las rentas, del catastro, de la ordenanza de civismo, del parque de alquiler p¨²blico para detectar fraude, la realizaci¨®n de un inventario de empresas municipales y externalizaciones, la revisi¨®n de contratos u organismos y consorcios en los que participa el Ayuntamiento, de la T-Movilidad¡ ¡°Levantaremos alfombras¡±, prometi¨® la alcaldesa en su discurso de investidura.
No se ha resuelto el debate sobre la prostituci¨®n, no se ha presentado el Plan Director de la Guardia Urbana (que prev¨¦ eliminar los antidisturbios). Y hay abiertas mesas para decenas de intervenciones como Ronda de Dalt, Meridiana, el salario de ciudad, la moneda local y el Plan de Turismo. Adem¨¢s de pol¨¦micas que no cesan, como los horarios comerciales. O proyectos que llevan lustros de retraso y que no dependen s¨®lo del Ayuntamiento: la estaci¨®n de la Sagrera o el traslado de La Modelo.
Gestionar la expectativa
Adem¨¢s de la gesti¨®n del d¨ªa a d¨ªa de la ciudad, en la que todo el mundo coincide en que fue clave la elecci¨®n de Jordi Mart¨ª como gerente, la alcaldesa se enfrenta a la presi¨®n de lo que llama ¡°gestionar la expectativa¡± de quienes la votaron. En alguna ocasi¨®n ha afirmado tambi¨¦n que se cansa de s¨ª misma, de ver tanta Colau en los titulares. Cuando m¨¢s inc¨®moda se la ve es en los plenarios, donde la oposici¨®n le reprocha falta de di¨¢logo. A ella le desconcierta que los grupos a veces le digan una cosa en privado y la contraria en p¨²blico. En cambio, se ha lucido en los encuentros internacionales, como la semana pasada en Naciones Unidas, y agradece los encuentros quincenales con vecinos y sin filtros. ¡°Un chute de realidad¡±, lo llama, como ir en metro, que ya solo utiliza a veces para ir o volver a casa. Durante el d¨ªa utiliza un monovolumen en el que se desplaza con su equipo. Tiene escoltas 24 horas, visten casual, y a veces les trae de cabeza cuando se mueve por el ayuntamiento: ella dice que es como un castillo; y ellos no la localizan. Puertas adentro, en las bases de Barcelona en com¨², hay cierto malestar porque a menudo las decisiones del ejecutivo no son compartidas ni consultadas a los ejes o barrios, cuando el mantra es ¡°mandar obedeciendo". Y aunque Colau mantiene que la movilizaci¨®n y los contrapoderes son necesarios, el propio Gobierno ha descapitalizado a los movimientos sociales fichando a decenas de sus principales activos.
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