Cantando con Cranberries

Eran las diez y comenzaron a salir los m¨²sicos al escenario. Eran cinco, y puntuales. Luego sali¨® la jefa, como manda la jerarqu¨ªa. Dolores O¡¯Riordan, vestida con mucho riesgo en plan Juani de Irlanda, combinando lentejuelas de fantas¨ªa volando bajo con mini tejana, cabello tiz¨®n, atac¨® Analyse. As¨ª comenzaba una nueva edici¨®n del festival Jardins de Pedralbes. En los ¨ªdem. Ya de entrada la cantante de Cranberries comenz¨® a solicitar palmas del p¨²blico, que no se hizo de rogar, menos a¨²n cuando sonaron Animal Instinct, Wanted y Linger. A todo trapo.

En el cielo aun quedaban rastros de luz cuando tras Linger el p¨²blico manifest¨®, terco, lo bien que se lo estaba pasando.

Cranberries es un grupo que maneja melod¨ªas que se tararean sin riesgo si no se imitan los tonos de Dolores, as¨ª que el personal core¨® lo propuesto controlando sus agudos. When You¡¯re Gone fue la siguiente pieza, una suerte de calentamiento sostenido en espera de Just My Imagination, que lleg¨® cuando todo el mundo llevaba rato en pie, siguiendo el concierto como si se tratara de su recta final, cuando la empat¨ªa roza la sobredosis.

Y fue un concierto alegre, propio de composiciones llenas de oh oh oh, la la la y eh eh eh, una constante en el cancionero del grupo. Sus estribillos trotones, desbocados incluso en la versi¨®n atropellada que hicieron de Salvation, generan una empat¨ªa simpaticota de efectos espumosos.

De hecho, aunque algunos hab¨ªan pagado hasta 128 euros por la entrada Premium, 16 por las que carecen de visibilidad, todos olvidaron sus sillas como a un amor antiguo, dej¨¢ndolas abandonadas a su soledad.

Entre tanto Cranberries exprim¨ªan un repertorio de hits con pocos huecos para su cancionero m¨¢s reciente, apenas un par de temas de su ¨²ltimo disco, logr¨¢ndose que el punto nata montada con Zombie, antes de los bises.

Se resolvieron r¨¢pido, demasiado, y el p¨²blico silb¨® un final que cerr¨® abruptamente hora y media para trotar con Cranberries. Para casa. Quiz¨¢s jam¨¢s se los hab¨ªa visto tan de cerca.

Antes, en el Village, lugar al que se llega una vez transitada la alfombra roja de acceso al recinto, iniciaron su actuaci¨®n Hazte Lap¨®n, un grupo tan extra?o en aquel contexto como su mismo nombre. Ante una docena larga de se?ores y se?oras, jovencitos y jovencitas sin atisbo de apuro econ¨®mico alguno, explicaron sus tribulaciones de grupo que presume de discurrir. No s¨®lo de eso, sino de hacerlo utilizando el humor, al que se refirieron con tanto hincapi¨¦ que hicieron pensar en el obeso que hace chistes sobre s¨ª mismo con la intenci¨®n de disimular que sus quilos, en realidad, le importan.

Manuel, el cantante, explicaba prolijo el contenido de sus canciones pop con letras para hacer pensar, cincelando en la cara de su p¨²blico expresiones de incomprensi¨®n. Porque comenzar all¨ª, entre canap¨¦s y azafatas, con una canci¨®n que no descarta comerse a la propia mascota de ir mal las cosas, Hushpuppy, es como ir hacia una pared acelerando.

Pero, ventajas de los colegios de pago, nadie mostr¨® disgusto, ni tan s¨®lo cuando en Mudanzas cantaron que cuatro de ellas generan el estr¨¦s equivalente a la muerte de un familiar.

Se dijese lo que se dijese, los aplausos respond¨ªan con cortes¨ªa. Unos cincuenta minutos dur¨® uno de los conciertos m¨¢s extra?os del verano barcelon¨¦s.