Resaca poselectoral
No ha habido castigo para la corrupci¨®n y la coincidencia de los sondeos electorales ha permitido al PP articular una estrategia maniquea de polarizaci¨®n que le ha dado resultados
Los resultados del 26-J, con la inesperada remontada del PP y una aritm¨¦tica que hace otra vez muy dif¨ªcil la formaci¨®n de gobierno, han dejado en el aire algunas constataciones de amargo sabor:
La corrupci¨®n no penaliza. El PP ha subido en votos y esca?os, mientras sus tres principales competidores han retrocedido. Eso significa que la corrupci¨®n no ha tenido castigo. Y, en consecuencia, que el PP ha visto premiada su estrategia de ignorar la corrupci¨®n y seguir gobernando como si nada ocurriera. Que Rajoy haya aumentado los apoyos con toda la corrupci¨®n que acumula el PP y despu¨¦s de que emergieran en la corta legislatura pasada nuevos y graves esc¨¢ndalos, indica que al electorado de derechas no le importa que quienes est¨¢n en el poder sean corruptos, si son de los suyos. Mejor corruptos que en la oposici¨®n. Especialmente sangrante resulta que Jorge Fern¨¢ndez D¨ªaz haya ganado 34.000 votos en Barcelona a pesar de la indecencia pol¨ªtica que se aprecia en las conversaciones grabadas en su despacho de ministro de Interior, que revelan como utiliz¨® los resortes del Estado para perjudicar a sus adversarios pol¨ªticos. El mensaje que queda en el aire es desolador.
?Se prescindir¨¢ de la corrupci¨®n a la hora de formar gobierno? El PP ya ha comenzado a presionar al PSOE para que permita su investidura alegando que en ning¨²n pa¨ªs de Europa se entender¨ªa que no se dejara gobernar a la fuerza m¨¢s votada. Pero es que en ning¨²n pa¨ªs de la Europa avanzada, salvo en la Italia de Berlusconi, es imaginable que un partido con ese historial pueda volver a gobernar.
El manique¨ªsmo funciona. ¡°Vamos a ganar a los malos¡±, repiti¨® muchas veces Rajoy en la campa?a. Ha triunfado la estrategia de la polarizaci¨®n, pero no una polarizaci¨®n ideol¨®gica, sino maniquea y simplista, la de los buenos (nosotros) contra los malos (ellos). La campa?a se sustent¨® en realidad sobre dos ideas: ¡°que vienen los malos¡± y ¡°bajaremos los impuestos¡±. Es decir, el miedo y el bolsillo. Que esta estrategia haya dado resultado indica qu¨¦ tipo de cultura impregna a una parte del electorado, siempre predispuesta a dejarse enga?ar, siempre que le digan lo que quiere o¨ªr, aunque la realidad vaya por otro lado.
Las redes y el resto: mundos paralelos. El activismo de las redes sociales puede dar la impresi¨®n de que Espa?a hierve en la efervescencia de la protesta social. Las redes son un caldo de cultivo muy id¨®neo para la protesta. De hecho, el tuit est¨¢ hecho a la medida de los esl¨®ganes y tambi¨¦n de los exabruptos. Permite crear c¨ªrculos de afinidades muy amplios, en los que la redundancia de un determinado pensamiento provoca la falsa impresi¨®n de que se trata de una opini¨®n muy extendida y compartida. Pero no es as¨ª. Las redes son, efectivamente, una plaza p¨²blica amplia y ruidosa. Pero hay otras plazas, silenciosas y con frecuencia timoratas, que se apoyan sobre bastones, muy poco proclives al cambio y que s¨®lo se expresan en las urnas. Las encuestas deber¨ªan, en teor¨ªa, captar los estados de ¨¢nimo y las intenciones de esos dos mundos que evolucionan en paralelo, pero no es seguro que lo hagan.
Los sondeos, un nuevo actor pol¨ªtico. No siempre aciertan, pero su influencia es indiscutible. Todas las encuestas vaticinaban un sorpasso de Unidos Podemos sobre el PSOE al menos en votos, y algunas, incluso en esca?os. La unanimidad en la predicci¨®n dio carta de naturaleza a la estrategia del PP de polarizar la campa?a en torno a Unidos Podemos e ignorar al PSOE, para poderse presentar como la encarnaci¨®n del orden frente a los extremismos. Los sondeos, convenientemente aderezados, actuaron como un actor pol¨ªtico m¨¢s en la campa?a electoral.
?Expresaron bien el estado de ¨¢nimo y las intenciones de los votantes? Nunca lo podremos saber, pero hay motivos para albergar dudas. Especialmente si se tiene en cuenta que la ¨²ltima encuesta, la que se hizo a pie de urna, err¨® tambi¨¦n al predecir el sorpasso de Unidos Podemos sobre el PSOE. Si se equivoc¨® la que se hizo sobre votos ya emitidos, ?como podemos confiar en las que se hacen sobre intenci¨®n de voto? Las encuestas generaron una realidad, no sabemos hasta qu¨¦ punto virtual, que aliment¨® potentes expectativas. Y cada vez m¨¢s, los resultados electorales se interpretan en funci¨®n de las expectativas generadas. Eso le permiti¨® al PSOE aparecer como vencedor, pese a que perdi¨® cinco diputados y obtuvo, una vez m¨¢s, los peores resultados de su historia, con retrocesos importantes incluso en sus feudos. Lo mismo cabe decir de Converg¨¨ncia. Mantener los diputados pese a perder votos fue considerado un ¨¦xito, pero su declive contin¨²a. Como el del PSOE.
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