Recuerdos y esperanzas
A sus 75 a?os, la voz de Joan Baez llen¨® ayer el escenario del Festival Jardins de Pedralbes
Un concierto de Joan Baez es m¨¢s que una actuaci¨®n musical, es un acto m¨ªstico de comuni¨®n con unos ideales que todav¨ªa no ha podido barrer la realidad cotidiana (aunque est¨¢ en ello). Una comuni¨®n que, como m¨ªnimo desde el escenario, no se balancea en la nostalgia, m¨¢s bien al contrario. Joan Baez sigue presentando con total naturalidad canciones que, tristemente, contin¨²an conservando toda su actualidad medio siglo despu¨¦s. Son recuerdos pre?ados de una esperanza contagiosa, sin l¨¢grimas ni reproches.
La m¨ªstica se repiti¨® el domingo en los jardines del palacio real barcelon¨¦s. La sensaci¨®n de que no todo est¨¢ perdido, de que todav¨ªa podemos cambiar el mundo, se apoder¨® inmediatamente de los asistentes que llenaban las gradas. Una emoci¨®n contenida que en ning¨²n momento lleg¨® a desbordarse y que, cuando todo apuntaba a un final apote¨®sico, se trunc¨® bruscamente.
Menos de setenta minutos de concierto, incluyendo un ¨²nico bis, y todos a casa con la extra?a sensaci¨®n de haber vivido algo intenso pero demasiado corto y con un raro final. En el set-list que la propia cantante se hab¨ªa preparado justo antes de comenzar su actuaci¨®n hab¨ªa incluido bises de tanto calado como Imagine y The Boxer, pero no llegaron a sonar en Pedralbes. El p¨²blico tampoco hizo mucho de su parte y cuando la cantante dijo adi¨®s, educados todos se marcharon. L¨¢stima.
Puntualmente Joan Baez hab¨ªa empezado su actuaci¨®n en solitario amparada tras su guitarra. Cabello blanco corto, camisa blanca, pantalones claros y con esa presencia de gran dama que nada tiene que demostrar comenz¨® recordando los sesenteros coffee-shops del Greenwich Village donde se forjaron tantas ilusiones. Sigui¨® versionando a Serrat con el dram¨¢tico Lleg¨® con tres heridas antes de recuperar temas cl¨¢sicos de Bob Dylan, Woody Guthrie, Pete Seeger o Kris Kristofferson, canciones populares de tanta enjundia como John Henry o The house of the rising sun y alg¨²n espiritual negro (soberbio Nobody knows).
Como en su anterior visita puso buena voluntad intentando cantar cuaderno en mano (solo intent¨¢ndolo, ella misma acab¨® diciendo "m¨¢s o menos") una canci¨®n de Llu¨ªs Llach (Mes lluny) o el tradicional Rossinyol que vas a Fran?a y concluy¨® poni¨¦ndole la carne de gallina a m¨¢s de uno con su Gracias a la vida de Violeta Parra (los m¨®viles no cesaron de grabar).
Joan Baez estuvo acompa?ado por un par de instrumentistas y una espor¨¢dica corista en algunos temas, pero en todo momento fue su voz y su presencia la que llen¨® el escenario. Y lo llen¨® con cercan¨ªa, modestia, una sinceridad desbordante y una voz todav¨ªa potente, matizada y que a sus 75 a?os conserva a¨²n toda su belleza de anta?o.
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