¡®Futbolizaci¨®n¡¯
La l¨®gica futbol¨ªstica favorece la simplificaci¨®n de las cuestiones m¨¢s complejas, tambi¨¦n las referentes a la pol¨ªtica, como se apreci¨® en casa del PP.
Aunque sigo extraviado, y me convendr¨ªa encontrar pronto mi sitio en el mundo, carne de ca?¨®n como soy, igual que tantos periodistas amortizados, he decidido no rendirme, cuidar de la silla y la mesa de la redacci¨®n igual que de la firma ¡ªreducidos como quedamos a un n¨²mero de identificaci¨®n fiscal¡ª, y pleitear por causas que afectan al oficio, nada grandilocuentes sino asuntos que me interesan, como por ejemplo la victoria del PP. No es que quiera hablar de pol¨ªtica sino de la comparecencia de Rajoy en el balc¨®n de la sede del partido en la calle G¨¦nova despu¨¦s del 26-J cuando empez¨® a dar saltitos despu¨¦s de que la militancia saludara su salida al escenario con el manido latiguillo de ¡°Yo soy espa?ol, espa?ol, espa?ol¡±, un ritual que me pareci¨® m¨¢s propio de un presidente campe¨®n de Liga, de Europa o del Mundo, que del seguramente futuro presidente del Gobierno de Espa?a.
Asisto preocupado a la futbolizaci¨®n de la pol¨ªtica despu¨¦s de la futbolizaci¨®n del deporte, un ritual ya analizado por comentaristas ir¨®nicos y brillantes (Iu Forn) o filos¨®ficos y entendidos (Josep Ramoneda) y tambi¨¦n por especialistas como el profesor universitario Jos¨¦ Luis Rojas, clarividente cuando escribe sobre ¡°la relevancia social adquirida en los ¨²ltimos a?os por la informaci¨®n deportiva como el producto period¨ªstico m¨¢s popular, de mayor alcance social y m¨¢s consumida en muchos pa¨ªses europeos¡±, sobre todo en los del Mediterr¨¢neo. El f¨²tbol se ha convertido en el motor de la industria del entretenimiento y tambi¨¦n en el foco medi¨¢tico para desarrollar muchas tesis sobre la situaci¨®n del pa¨ªs y las relaciones Espa?a-Catalu?a. Hay dos fotograf¨ªas muy relacionadas que certifican tal sensaci¨®n: el palco del Bernab¨¦u y la condena de Messi.
No s¨¦ si Florentino P¨¦rez tiene mayor o menor incidencia sobre las cosas que le pasan al argentino y a Neymar. Igualmente desconozco si el curr¨ªculo de Marta Silva, Abogada General del Estado, vinculada al Madrid, al PP y a las empresas del presidente blanco, es suficientemente relevante como para sospechar sobre su actuaci¨®n en las causas abiertas en el Bar?a. La mayor¨ªa de aficionados coinciden de todas maneras en la sensaci¨®n de poder que transmite la zona noble de Chamart¨ªn frente al divertimento del balc¨®n de la calle G¨¦nova. Alcanza con observar que los constructores dejaron paso a los pol¨ªticos para que despu¨¦s entraran los magistrados como invitados en casa de P¨¦rez. El presidente del Madrid siempre estuvo m¨¢s interesado en hacer los diarios que en leerlos, como hace Rajoy, pues de llenarlos ya se ocupa el Bar?a con campa?as tan disparatadas como la de Messi.
La l¨®gica futbol¨ªstica favorece la simplificaci¨®n de las cuestiones m¨¢s complejas, tambi¨¦n las referentes a la pol¨ªtica, como se apreci¨® en casa del PP. Las consignas de los partidos en campa?a electoral se parecen cada vez m¨¢s a los c¨¢nticos de los estadios y a partir de iconos como el de Messi es m¨¢s sencillo pontificar sobre la vida, la naci¨®n, el Estado y Hacienda. Los argumentos se tornan a menudo populistas, interesados y estimulan el gas sentimental, para desespero tambi¨¦n de los compa?eros que se dedican al Tour, a la NBA o a los Juegos Ol¨ªmpicos.
Hay ciertamente una banalizaci¨®n tambi¨¦n del discurso deportivo por culpa del f¨²tbol y su efecto contaminante, rey del espect¨¢culo, entregado al culto al del becerro de oro, igual da que se llama Leo como Cristiano, o si se quiere Pogba.
No me parece casual sino que la futbolizaci¨®n ha sido promovida por los poderes f¨¢cticos que aspiran al control de la opini¨®n y abonan una informaci¨®n inocua y, con la excusa de la diversi¨®n, sectaria; indulgente con su equipo e implacable con el contrario, entregados todos al periodismo de club ¡ªy, por extensi¨®n, de partido¡ª-, alejado del que nos ense?aron los cl¨¢sicos, que en lugar de futbolizar la pol¨ªtica culturizaron el f¨²tbol. A quienes se dedican a evolucionar el discurso sobre el juego, les llaman hoy analistas, quiz¨¢ para diferenciarlos de los periodistas.
Hay sitio para todos en la industria del entretenimiento que gusta a Rajoy. A fin de cuentas, ni el efecto de la futbolizaci¨®n es por definici¨®n perverso y nocivo ni la influencia del polideportivo y la dimensi¨®n social y pol¨ªtica del deporte es siempre recomendable y necesaria. Hay un punto de encuentro: el respeto.
Que cada uno se gane la vida como pueda, extraviado o no, con el valor de su firma o el gancho de su personaje, pues no se trata de dar moralejas en lugar de consignas, pero ahora mismo siento que a los periodistas de f¨²tbol nos quitaron el bal¨®n con el que jug¨¢bamos tranquilamente ¡ªa veces incluso de forma an¨®nima o marginal en las redacciones¡ª y solo nos lo devolver¨¢n cuando los amos del circo lo hayan reventado, que ser¨¢ seguramente despu¨¦s de vaciar el tintero sobre Messi y el Bar?a. A los comentaristas apetece m¨¢s hablar del f¨²tbol que de pol¨ªtica y del ministro Jorge Fern¨¢ndez D¨ªaz.
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