La olimpiada (popular) que incomod¨® al COI
El entusiamo con que Barcelona cuestion¨® y fue en 1936 alternativa a los Juegos de Berl¨ªn le fue recriminado al optar a los de 1992
Cuando Narc¨ªs Serra y sus colaboradores m¨¢s pr¨®ximos se lanzaron en 1981 a la aventura de la candidatura ol¨ªmpica ten¨ªan dos activos en su haber. El primero, y m¨¢s decisivo, era que un barcelon¨¦s apellidado Samaranch era el presidente del Comit¨¦ Ol¨ªmpico Internacional (COI), y el segundo, que pod¨ªan mostrar al mundo que Barcelona se hab¨ªa postulado en diversas ocasiones desde 1920 para acoger unos Juegos Ol¨ªmpicos. No obstante, esa historia ol¨ªmpica barcelonesa ten¨ªa una m¨¢cula muy negra: el desaf¨ªo de la Olimpiada Popular de 1936...
Hoy hace 80 a?os deb¨ªan dar comienzo en el estadio de Montju?c unos juegos que se hab¨ªan organizado como alternativa a los de Berl¨ªn, que ser¨ªan capitalizados propagand¨ªsticamente por Adolf Hitler. Barcelona se hab¨ªa convertido en la alternativa deportiva a unos juegos mediatizados por el nacionalsocialismo. Hoy, con sensibilidad democr¨¢tica, ese episodio no pod¨ªa ser m¨¢s que aplaudido. No obstante, el mismo bar¨®n de Coubertin consider¨® por entonces que los Juegos de Berl¨ªn fueron los mejores celebrados hasta ese momento, y que la mayor¨ªa de los dirigentes del COI de la d¨¦cada de 1930 no encontraron motivo alguno para replantearse si era conveniente celebrar el gran acontecimiento deportivo en el Berl¨ªn de Hitler.
De esta forma, la Olimpiada Popular significaba un cuestionamiento a la actitud del COI, que hab¨ªa hecho caso omiso a todas las protestas surgidas desde Francia hasta Estados Unidos, y que tomaron cuerpo en el Comit¨¦ Internacional para la Defensa de la Idea Ol¨ªmpica, que se constituy¨® en Paris a finales de 1935. Pero ese cuestionamiento se convirti¨® en un desaf¨ªo en toda regla, que caus¨® tensos debates en diversos comit¨¦s ol¨ªmpicos nacionales y en federaciones internacionales tan potentes como la de atletismo...
La familia ol¨ªmpica a¨²n recordaba "aquella afrenta liderada por comunistas"
Si esto era lo sucedido en los a?os 30, cuando se gest¨® la candidatura ol¨ªmpica de los a?os 80 para el COI lo m¨¢s importante ya no era la cuesti¨®n ideol¨®gica que estaba en la base de la Olimpiada Popular, sino que Barcelona se hab¨ªa prestado con entusiasmo a ser la alternativa a los juegos oficiales; en definitiva, a cuestionar si el COI era el verdadero garante de los ideales del olimpismo.
En Lausana y en otras latitudes del movimiento ol¨ªmpico hab¨ªa quien recordaba a¨²n ese significado de la Olimpiada Popular, hasta el extremo de que pod¨ªa socavar las posibilidades de la ciudad. Fuentes de la candidatura barcelonesa que piden el anonimato todav¨ªa recuerdan hoy que ¡°no era conveniente hablar de la Olimpiada Popular en determinados c¨ªrculos del olimpismo, que era vista como una afrenta liderada por comunistas¡±. Las mismas fuentes afirman que ¡°Samaranch fue suficientemente h¨¢bil para explicar que de aquello no hab¨ªa quedado nada¡±.
La candidatura barcelonesa de 1992 pas¨® de puntillas: no era pol¨ªticamente correcto recordarlo
Ciertamente, el recuerdo era m¨¢s presente en algunos adalides del olimpismo que en la misma Barcelona, donde la memoria de la Olimpiada Popular pr¨¢cticamente se hab¨ªa perdido. Por eso, la candidatura barcelonesa hubo de pasar de puntillas por ese jal¨®n de la historia deportiva de la ciudad. No era pol¨ªticamente correcto reivindicarla, y eso que los organizadores de la Olimpiada Popular aihab¨ªan sido los primeros en proponer una especie de olimpiada cultural paralela a la deportiva. M¨¢s todav¨ªa, que si alguien compara frente a frente los carteles de la Olimpiada Popular y el de los Juegos de Berl¨ªn no tendr¨ªa duda sobre cu¨¢l refleja la fraternidad y cu¨¢l el esp¨ªritu guerrero.
A pesar de ello, el manto del silencio fue notable; de hecho, con motivo de los Juegos de 1992 s¨®lo hubo una productora francesa interesada en realizar un documental sobre tal cuesti¨®n, aunque Pasqual Maragall s¨ª hizo una peque?a referencia en la ceremonia inaugural.
Samaranch rompi¨® reticencias diciendo que de aquello ¡°no hab¨ªa quedado nada¡±
Hubo que esperar a 2006 para que la Generalitat realizara una exposici¨®n sobre la Olimpiada Popular, pero parece que hoy mucha m¨¢s gente est¨¢ por conmemorar una Olimpiada Popular que se hab¨ªa planteado con ambici¨®n. As¨ª, el Comit¨¦ para la Commemoraci¨®n del 80 aniversario de la Olimpiada Popular, con el apoyo de las instituciones p¨²blicas, quieren recordar los valores de fraternidad e igualdad que guiaban a las entidades del deporte popular que impulsaron aquel evento. Su mensaje contra el racismo, por ejemplo, tiene absoluta vigencia. La exposici¨®n de 2006 vuelve a itinerar, reinaugurada hace pocos d¨ªas en la sede de Comisiones Obreras, y en el flamante Open Camp del estadio de Montju?c se inaugura hoy una nueva exposici¨®n, con algunos materiales in¨¦ditos procedentes del grupo de deportistas franceses que viaj¨® a Barcelona. Tambi¨¦n desde hoy, en la plaza Catalunya se podr¨¢ ver una exposici¨®n fotogr¨¢fica y un vinilo reproducir¨¢ en tama?o real la caseta que la Olimpiada Popular tuvo instalada en el mismo lugar en el verano de 1936.
Por fin parece que Barcelona se decide a recordar una propuesta que situ¨® a la ciudad en el centro del antifascismo internacional, capaz de desafiar a Hitler cuando en Europa los gobiernos democr¨¢ticos prefer¨ªan mirar hacia otro lado. Y que adem¨¢s tuvo el coraje suficiente para organizar un evento al que acudieron 6.000 deportistas y 20.000 acompa?antes de 23 pa¨ªses, unas cifras muy notables para la ¨¦poca y que contrastan con los 4.106 deportistas de 46 naciones de Berl¨ªn.
Entusiasmo y capacidad de alternativa fueron las se?ales distintivas de unos juegos abortados por el inicio de la Guerra Civil. El 19 de julio de 1936 el Ej¨¦rcito se sublev¨® en Barcelona, cuando todo estaba a punto para la inauguraci¨®n en Montju?c. La olimpiada de la paz y la fraternidad entre los pueblos sucumbi¨®, precisamente, por el estallido de la guerra.
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