Todos movilizados
Cuesta Google y ayuda advertir hasta qu¨¦ punto el neocapitalismo globalizado ha subyugado la mentalidad, la moral y las emociones con una embriagadora seducci¨®n que mana de fuentes varias. Pok¨¦mon Go, la ¨²ltima
Yerran los numerosos demagogos que a las primeras de cambio, con tal de denigrar a sus adversarios, echan mano del cent¨®n de t¨®picos que el t¨¦rmino ¡°totalitarismo¡± evoca. A diferencia de este, que a menudo deb¨ªa recurrir a la coerci¨®n policial y militar para suplir las carencias de la todav¨ªa rudimentaria industria cultural de masas, un incipiente totalismo ¡ªomniabarcante a la par que inadvertido dispositivo de hegemon¨ªa del neocapitalismo globalizado¡ª est¨¢ convirti¨¦ndose en el primer complejo de dominaci¨®n planetario de la historia. Acusadamente presentista e hict¨®pico ¡ªya que diluye el pasado y exalta el aqu¨ª (hic) y ahora (nunc) en detrimento de cualquier utop¨ªa de futuro¡ª, el totalismoen ciernes posee varios rasgos distintivos. De entrada, su capacidad para sojuzgar la vida p¨²blica, privada e incluso ¨ªntima con eficac¨ªsima sutileza, as¨ª como cualquier forma de disidencia, cr¨ªtica o alteridad. Despu¨¦s, su poder para igualar las tradiciones y culturas en una ¨²nica realidad pol¨ªtica, econ¨®mica y cultural, en una vor¨¢gine centr¨ªpeta que provoca estallidos de furia centr¨ªfuga cada vez m¨¢s violentos. A continuaci¨®n, su tendencia a hacer del consumismo desaforado, del espect¨¢culo incesante y del culto acr¨ªtico a la tecnolog¨ªa aut¨¦nticos suced¨¢neos profanos de los viejos cultos, dioses e ¨ªdolos. Y en fin, su querencia por enajenar y embrutecer a las personas ¡ªa menudo reducidas a la condici¨®n de cosas y cifras sacrificables en el altar del Progreso¡ª y por poner en jaque la naturaleza, requisito de toda vida, hasta situarla al borde del mate postrero.
Despierta comprensible y esperanzada simpat¨ªa la idealizaci¨®n de los ciudadanos como sujetos soberanos, dotados de l¨²cida raz¨®n y libre albedr¨ªo, y por tanto capaces de conducir nuestras vidas con esa deseable autonom¨ªa de criterio que Kant resum¨ªa en su c¨¦lebre ¡°Atr¨¦vete a saber¡± (Sapere aude!), pilar de la Ilustraci¨®n, la emancipaci¨®n y la democracia. Pero cuesta Google y ayuda advertir hasta qu¨¦ punto, y con cu¨¢nta sofisticaci¨®n, el neocapitalismo globalizado ha logrado subyugar la mentalidad, la moral y las emociones de las mayor¨ªas mediante una embriagadora seducci¨®n que mana de fuentes varias. Por un lado, de la industria del imaginario ¡ªpersuasi¨®n e infoentretenimiento incluidos¡ª y de la compulsiva adicci¨®n al consumismo y a la tecnolog¨ªa, cuyo recent¨ªsimo ep¨ªtome es ese dizque irresistible matarratos apodado Pok¨¦mon Go. Y por otro, ante todo, de la desapercibida aunque fervorosa asunci¨®n de las metas del complejo de dominio imperante ¡ªresumibles en la anti¨¦tica del expolio y del beneficio a ultranza, todo en aras del dios Dinero¡ª en menoscabo de los principios y finalidades preconizados por las religiones e ideolog¨ªas que la posmodernidad ha llevado a la quiebra, incluida la democracia ilustrada, el Estado del bienestar y sus derivadas socializantes y emancipadoras.
No son solo las finanzas, la informaci¨®n, la instrucci¨®n y el comercio las facetas sociales que desde hace algunas d¨¦cadas est¨¢n articul¨¢ndose en red: es el mismo sujeto humano ¡ªlos millones de personas en principio singulares y aut¨®nomas que ese vocablo engloba¡ª el que est¨¢ enredando su libertad y su fuero m¨¢s ¨ªntimo en una tupida ret¨ªcula global, tan movilizada que se dir¨ªa aquejada por un baile de San Vito planetario. Discrepancias, excepciones y diferencias son laminadas por doquier, en beneficio de un homogeneizado vivir sin grumos. Adem¨¢s de englobar y allanar espacialmente el planeta, la nueva sociedad totalista sincroniza en un tiempo ¨²nico las m¨²ltiples temporalidades, ritos y cadencias de sus pobladores. Un ritmo compulsivo, un azogado frenes¨ª imprimen reconocible diapas¨®n al espect¨¢culo pol¨ªtico y medi¨¢tico, al tinglado financiero y a la cotidianidad de las f¨¢bricas, oficinas y transportes. Pero tambi¨¦n ¡ªy esto luce menos¡ª a la vida privada e incluso ¨ªntima de millones de ciudadanos, postrados ante el ¨ªdolo de la productividad, la acumulaci¨®n de superfluidades, la cosificaci¨®n de todo cuanto respire y, en fin, la prisa por hacerlo todo con tal de nadificarse a s¨ª mismos.
La multitudinaria compulsi¨®n que la realidad aumentada de Pokemon-Go suscita es la insuperable met¨¢fora de la sigilosa, y por ello eficac¨ªsima, subyugaci¨®n de las mayor¨ªas mediante la general movilizaci¨®n de cuerpos y almas. Contra los remansos de silencio que el pensar y el sentir requieren, ruido y barullo a espuertas. Contra la sanadora lentitud, aceleraci¨®n sin tasa. Contra el fecundo vac¨ªo, saturaci¨®n del deseo y la atenci¨®n. Contra la soledad o compa?¨ªa deseablemente escogidas, hacinamiento y melaza. Todo quisque en danza, corriendo tras liebres y pok¨¦mons, as¨ª en los ocios como en los negocios. ?Qu¨¦ divertida y ecum¨¦nica servidumbre!
Albert Chill¨®n es profesor de la UAB y escritor.
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