La Cibeles, enjaulada entre gasas
Un innovador andamio, en forma de carpa de circo, cubre a la diosa madrile?a, que recibe un tratamiento de conservaci¨®n preventiva
La estatua de Cibeles ha quedado enjaulada. Un andamio con silueta de carpa de circo cubre por completo su efigie y su trono, alzados sobre roca, guiados por dos leones. El acceso a la carpa, abovedado por nervios met¨¢licos, recuerda a los pasillos por los que desfilan los felinos antes de salir a la pista circense y permiten temer que los leones que tiran del carro de la diosa vayan a fugarse. Todo el grupo escult¨®rico, diosa, leones, carro y amorcillos, en m¨¢rmol c¨¢rdeno de Monteslaros, se halla embutido en una fina gasa blanca, que protege a transe¨²ntes y operarios. Van a rescatar la belleza de la fuente.
Restauradores, qu¨ªmicos, aparejadores de la empresa Garanza, responsables de la limpieza del retablo mayor de la bas¨ªlica de San Lorenzo de El Escorial y su marm¨®reo Pante¨®n de Infantes, entre muchas otras intervenciones, tras secar la fuente madrile?a el pasado viernes, dispusieron cubrirla as¨ª para comenzar a adecentarla. "La restauraci¨®n de la fuente de la Diosa de La Cibeles es una prioridad. El objetivo es detener los procesos que afectan a su conservaci¨®n, seg¨²n criterios de intervenci¨®n recogidos en la legislaci¨®n de Patrimonio Hist¨®rico", cuentan desde la empresa.?
Conservaci¨®n preventiva, tratamiento de humedades y consolidaci¨®n de la piedra: tal es la tarea que se proponen acometer, con materiales tradicionales; nada de resinas, ni cementos, nada distinto de los materiales que componen la piedra. As¨ª sellar¨¢n los morteros agrietados; repondr¨¢n elementos faltantes; coser¨¢n reposiciones; fijar¨¢n elementos inestables, entonar¨¢n la crom¨¢tica y aplicar¨¢n hidrofugantes, ensayados antes en laboratorio. La Cibeles no recib¨ªa trabajos de conservaci¨®n desde?el 2002, a?o en el que se repar¨® su mano izquierda que desapareci¨® como consecuencia de un acto vand¨¢lico. Ahora, Garanza tiene hasta siete semanas para conseguirlo. Todo ello costar¨¢ m¨¢s de 59.000 euros que desembolsa el ?rea Municipal de Cultura y Deportes que dirige Celia Mayer.
No es la primera vez que ha sido cubierta la diosa, cuyo nombre Cibeles deriva del vocablo griego kibern¨®s, gobernar: por eso la llaman ¡°diosa gobernadora¡±, si bien su arraigo, hija del Cielo y la Tierra, esposa de Saturno, fue frigio, vinculado al mundo cerealero. Quienes moran en Madrid colocan por delante del nombre de la diosa el art¨ªculo ¡°La¡±, en se?al de afecto, que la personaliza y la hace m¨¢s cercana.
Durante la Guerra Civil, entre 1936 y 1939, esta monumental fuente qued¨® materialmente forrada con sacos terreros, m¨¢s un armaz¨®n de ladrillos, para eludir los impactos de la aviaci¨®n nazi e italiana, cuyas bombas incendiarias alcanzaron las cubiertas cercanas del Museo del Prado y la Biblioteca Nacional. En este agosto madrile?o, las agresiones son de otro tipo, aunque tambi¨¦n resultan da?inas para la piel p¨¦trea que distingue a la magna fontana; sus heridas proceden ahora del di¨®xido de carbono y del nitr¨®geno vertidos a la atm¨®sfera por los tubos de escape de miles de autom¨®viles que la circundan sin cesar, emisiones gaseosas que?no perdonan a nadie; ni siquiera a esta fuente prodigiosa, considerada -con la de Neptuno- una de las m¨¢s bellas de Europa. Fue ideada en 1777 por el arquitecto Ventura Rodr¨ªguez, madrile?o de Ciempozuelos, y comenzada a esculpir en 1781 por Francisco Guti¨¦rrez, Roberto Michel, Miguel Xim¨¦nez y Alfonso Bergaz.
En 1842, la fuente, entonces esquinada en la plaza, prove¨ªa de agua fresca a los 50 aguadores que, tras arrimarse a su enorme taza, recog¨ªan su cristalino licor, lo cargaban en sus ac¨¦milas y lo vend¨ªan por las plazas. Posteriormente, en 1891, bajo el mandato edilicio de un joven conde, ?lvaro de Figueroa, fue desmontada piedra a piedra, en una obra -¡°no de romanos, sino de Romanones¡±, comentaba jocoso el pueblo madrile?o- y reinstalada en el centro de la ya el¨ªptica plaza. Bajo la tierra sobre la que se yergue Cibeles fluyen aguas del arroyo de la Castellana, el mismo que, tras recibir dos afluentes, uno desde la puerta de Alcal¨¢ y otro desde el arranque de la Gran V¨ªa, acrec¨ªa aquellos misteriosos rumores nocturnos en el contiguo palacio de Linares, sede de la Casa de Am¨¦rica, cuya fachada dialoga secretamente con la efigie femenina m¨¢s c¨¦lebre ¨Cy elegante- de la ciudad.
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