¡°Hay que mirar m¨¢s al suelo, que nos da de comer¡±
El mayor incendio del verano en Galicia ha desolado Entrimo (Ourense). El fuego ha arrasado m¨¢s de 3.000 hect¨¢reas de un paisaje espectacular que no se recuperar¨¢ "en 25 o 30 a?os"
Viaje a la toponimia ennegrecida. Olelas, A Illa, Lantemil, Bouzadrago, Pereira, Ra¨ª?a Meng¨¢n, Cabeza da Vella, Regueira e Penedo Pinto. La Serra do Quinxo y su paisaje encantado, ¨²nico en Europa, enorme frontera seca con Portugal, ha sucumbido al mayor fuego del verano en Galicia. La Xunta admite una cifra de 3.000 hect¨¢reas, la mitad arboladas; los vecinos creen que son muchas m¨¢s. Despues de una semana en llamas, las lluvias que empezaron a caer a comienzos de esta echaron la mano decisiva a los medios de extinci¨®n para espantar la cat¨¢strofe en este s¨ªmbolo gran¨ªtico del municipio de Entrimo (Ourense, 1.251 habitantes). Ahora O Quinxo es una desolada mole cubierta de esqueletos de madera quemada: pinos negros, vi?as, maizales, huertas, colmenas consumidas, entre los que sobreviven impasibles pero completamente negros los "bolos" calcinados, afloramientos de piedras redondeadas que salpican la tierra, t¨ªpicas de estas monta?as que cabalgan a 1.160 metros sobre el parque natural transfronterizo de Peneda G¨ºres (por la parte lusa) y Baixa Limia-Serra do Xur¨¦s (por la ourensana).
"Triste", sin gana ninguna de ir a comprobar cu¨¢nto se derriti¨® de los dos kil¨®metros de manguera que tra¨ªa a su casa de Olelas el agua del manantial de A Illa, Rosa Barroso lee en franc¨¦s la enc¨ªclica Laudato Si del papa Francisco. La oda a la naturaleza, la defensa cerrada del medio ambiente que hace el pont¨ªfice frente al capitalismo salvaje, cala mucho m¨¢s hondo en esta emigrante retornada de los Alpes despu¨¦s de conocer, ya tan mayor, el averno en Entrimo. "Voy a hacer que la Xunta la traduzca al gallego para repartirla en los colegios", dice la en¨¦rgica jubilada. "No habla de religi¨®n para nada, sino del amor a la madre tierra", sigue explicando, "la maldita pol¨ªtica... los que nos gobiernan deber¨ªan aprender que hay que mirar m¨¢s al suelo, que es el que nos da de comer".
Rosa, que vivi¨® al pie de las monta?as en Annecy (Francia) y en Sicilia (Italia) y ha viajado mucho durante 42 a?os antes de regresar al lugar en el que naci¨®, cree que el gran fuego del verano ha ense?ado "muchas cosas" a los vecinos de Entrimo. "Hay que plantar menos pino, que es una aut¨¦ntica flama, y m¨¢s frondosas; hay que tener siempre limpio el monte, que aqu¨ª estaba comido por la maleza; hay que agrandar las pozas y hacer cortafuegos el doble de anchos, porque las pi?as son antorchas que saltan disparadas como balas y cruzan de sobra los que ahora hay...", comienza a enumerar. "El trabajo lo es todo. Hay que emplear en esto a los j¨®venes, que est¨¢n en el paro, porque aqu¨ª somos todos viejos y ya no podemos rozar". Seg¨²n la gente de las tierras abrasadas, el fuego empez¨® en la parte de Portugal, "que arde todos los a?os", y luego salt¨® al municipio vecino de Lobios y al de Entrimo, donde se ceb¨®.
Bienvenido Barroso, representante vecinal de A Illa, relata que la lengua ardiente entr¨® por Olelas, prendi¨® en los pinares resecos, rebosantes de resina, e inflam¨® despu¨¦s todo, "llegando a cruzar el puente" ya en el embalse de Lindoso, la gran reserva de agua construida sobre poblaciones anegadas que este verano, como siempre, ha regalado l¨ªquido a muchos municipios de Ourense y Portugal castigados por los incendios forestales. "Con toda esa agua que tenemos... pero los medios de extinci¨®n de la Xunta llegaron tarde", protesta, "dicen que estaban trabajando en otros sitios, que estaban atareados en el ayuntamiento de Mu¨ª?os [Ourense]".
"Si se lo hubieran tomado en serio el primer d¨ªa [seg¨²n Medio Rural, el fuego se declar¨® el martes 6 a las 18.46 horas] hubieran frenado las llamas, pero avanzaron sin control" por la serra dos bolos y luego "fueron imparables", lamenta. "El segundo d¨ªa fue criminal: el viento soplaba fuerte en nuestra direcci¨®n", contin¨²a describiendo, "la Cabeza da Vella ardi¨® como si la hubieran rociado con gasolina... desapareci¨® un paisaje maravilloso, nuestros pinares eran ya grandes, fuera de serie, daba gusto verlos. Est¨¢bamos orgullosos de nuestra fuente, de nuestra ¨¢rea recreativa, de todos estos montes llenos de sorpresas".
"Este a?o a¨²n tenemos la le?a del pasado, pero el siguiente el invierno va a ser muy duro", sigue el hombre repasando su desgracia. "Por haber no hay ni toxo para hacerle la cama al ganado, aunque la verdad es que en mi pueblo los viejos tampoco tenemos ya ganado... Pero hemos perdido mucho dinero en los montes repoblados con eucalipto y pino tea, que ya estaban para vender en unos cinco a?os. Hasta dentro de 25 o 30, esto no se vuelve a recuperar".
Solo O Quinxo abarca "m¨¢s de 2.000 hect¨¢reas" que compraron al Estado ("al abuelo del Rey viejo", cuentan por aqu¨ª algunos) en el siglo XIX los cinco pueblos colindantes (A Illa, Bouzadrago, Olelas, Pereira y Lantemil) para luego dividirlo. "Somos 85 accionistas y unas 400 personas que comemos de esta riqueza que ahora se perdi¨®", insiste el representante de A Illa. Hasta ahora, en esos terrenos pastaban libres dos centenares de vacas cachenas que han perdido en siete d¨ªas su gran despensa de alimento. "Yo fui desde el primer momento muy pesada con los bomberos", recuerda Rosa, "tan pesada que logr¨¦ que salvaran esta colina de encima de Olelas, donde crece monte bajo para prepararle la corte a las vacas" y sobre todo "la carballeira de mi abuelo, donde me cri¨¦. Si me ardiese la carballeira morir¨ªa".
"Aqu¨ª nunca hab¨ªamos visto nada igual. La gente viv¨ªa tranquila, relajada, y fuimos dejando medrar la maleza", reconoce el vecino de A Illa: "Ahora estamos todos asustados, aunque ya no queda nada que quemar, porque ardi¨® la sierra completa. Yo no creo que sean 3.000, sino 6.000, las hect¨¢reas que perdimos". Los vecinos empiezan a hacer balance de las p¨¦rdidas a medida que se van reponiendo del disgusto. El alcalde socialista, Ram¨®n Alonso, anuncia que va a pedir "todas las ayudas posibles", al Estado y a la Xunta. "Seguramente no nos dar¨¢n nada, pero por si se da la casualidad voy a sacar foto de todas las fincas que perd¨ª: mis vi?as, mi ma¨ªz, los pinos", comenta Bienvenido. "La negra ya la tenemos... que nos den algo por lo menos para poder repoblar".
"Maldita pol¨ªtica", vuelve a clamar Rosa cuando se le comenta la posibilidad de solicitar ayudas. "Que nuestro Ayuntamiento no sea del mismo partido que el Gobierno frena muchas cosas", afirma sin dudarlo. "De todas formas, aqu¨ª venga todos a criticar a la Xunta porque no actu¨® r¨¢pido... Y yo con eso no estoy de acuerdo: las brigadas hicieron lo que pudieron. Entrimo era una brasa que se extendi¨® y los pobres no daban hecho".
El fuego, que oblig¨® a decretar la situaci¨®n 2 de alerta cuando acech¨® varios n¨²cleos habitados, avanz¨® con total impunidad por enclaves con restos arqueol¨®gicos poblados de corzos, raposos, lobos, ¨¢guilas, caballos salvajes y reba?os, y se hizo fuerte en lugares inaccesibles donde los medios terrestres no pod¨ªan trabajar. Seg¨²n los datos que facilit¨® el Gobierno gallego, a lo largo de las siete jornadas se emplearon "13 helic¨®pteros, cuatro aviones, 84 motobombas, 62 agentes, 164 brigadas, dos palas y un t¨¦cnico". Pero no bast¨®.
"Si hay un infierno, es algo parecido a esto", dice el regidor local de este municipio al sur en el que Galicia se acaba. Alonso asegura que tiene "sensaci¨®n de abandono", de "falta de inter¨¦s", por la "ausencia de equipos adecuados cuando a¨²n se pod¨ªa atajar" y de medios a¨¦reos "en los momentos m¨¢s delicados". En su opini¨®n, el origen del problema est¨¢ en "el olvido de la Galicia rural" y esto se ve agravado por una gesti¨®n "ineficaz" y "descoordinada" de los servicios de extinci¨®n. El apoyo fue "escaso", critica, y los entrime?os "se vieron desamparados".
La Xunta se defiende. Se excusa en la gran cantidad de "humo y niebla", que anulaban la visibilidad e "imped¨ªan actuar". Tambi¨¦n en lo intrincado del terreno, imposible para las palas que intentaban abrir cortafuegos. Y asegura que despleg¨® sus medios ("m¨¢s de 250 personas", adem¨¢s de los de la Unidad Militar de Emergencias [UME], los bomberos comarcales y los grupos de emergencias supramunicipales) en el lugar "con la m¨¢xima diligencia" y siguiendo siempre "criterios t¨¦cnicos".
?"Volv¨ª a casa hace ya 24 a?os y desde entonces no par¨¦ de luchar por esta tierra", cuenta Rosa de Olelas. "Plant¨¦ casta?os y carballos con los ni?os de la escuela, restaur¨¦ molinos y canastros [h¨®rreos], pero esto sigue muy abandonado. En primavera, los vecinos vendimos un pinar a una empresa portuguesa. El tipo nos hizo una jugarreta. Nos pag¨® una miseria, 10 euros la tonelada, y se llev¨® los pinos pero luego no limpi¨®. Dej¨® la maleza y todas las ramas secas. Hay que mirar m¨¢s al suelo, que es el que nos da de comer".
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