Regresa la filosof¨ªa al caf¨¦ de la esquina
Bakewell nos habla de la insurrecci¨®n intelectual que se incub¨® mientras las tropas del nazismo desfilaban por Europa y de c¨®mo se encontraron los protagonistas de la impetuosa y subversiva filosof¨ªa
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Ahora que una orden ministerial asegura haber extirpado la filosof¨ªa de los planes de estudio, quiz¨¢ sea un buen momento para regresar a los caf¨¦s y devolver a esta venerable disciplina el vigor de los viejos pensadores. En lugar de recitar las interminables parrafadas que las monograf¨ªas dedican a los fil¨®sofos de anta?o, el flane?r cansado de vagar por las ficciones de la realidad virtual experimentar¨¢ en carne propia el anhelo de la sabidur¨ªa: el af¨¢n con el que aquellos maestros se jugaron la vida. Y en vez de deambular como un d¨®cil consumidor de relatos fabricados por encargo, el nuevo fil¨®sofo de caf¨¦ perseguir¨¢ sin mirar atr¨¢s el significado de su vida y comprender¨¢ qu¨¦ sentido tiene lo que sabe.
Por ello es tan oportuno y recomendable el libro reci¨¦n aparecido en Espa?a: En el caf¨¦ de los existencialistas ((Ariel, 2016), de la autora que nos deleit¨® con su exquisita semblanza de Montaigne: Sarah Bakewell. La mezcolanza de g¨¦neros que maneja ¡ªbiograf¨ªa, ensayo, historia¡ª describe aquella metamorfosis del pensamiento y la seducci¨®n de una filosof¨ªa que s¨®lo puede ser entendida como estilo de vida. Es decir, no como el artificio erudito ni la c¨®moda c¨¢tedra de los cl¨¦rigos, ni la elocuencia de los gur¨²s que la ofrecen como un manual de autoayuda, ni el alarde medi¨¢tico de los pregoneros de oficio, sino como un modo arriesgado de estar en el mundo. La filosof¨ªa como imperativo ¨¦tico de una existencia soberana, como conciencia l¨²cida del ser, como sagacidad, inteligencia y plenitud de la personalidad.
La evocaci¨®n que hace Bakewell de la impetuosa corriente de pensamiento y estilo que conocemos como existencialismo no incurre en la frivolidad que anuncia la edici¨®n espa?ola: Sexo, caf¨¦ y cigarrillos o cuando filosofar era provocador. En realidad el subt¨ªtulo de la edici¨®n original dice Freedom, Being and Apricot Cocktails: una alusi¨®n a la an¨¦cdota que protagonizaron Sartre, Beauvoir y Raymond Aron el d¨ªa que descubrieron las ense?anzas de Husserl. ?No es desesperante la imagen que damos los lectores espa?oles?: quiz¨¢ a usted le importen un comino los existencialistas, pero ?qu¨¦ tal si le cuento lo mucho que follaban?
Afortunadamente, la autora prefiere contarnos la aventura vital de unos escritores y pensadores enfrentados a la perturbaci¨®n, la dificultad de existir y los falsos consuelos del mundo. Nos habla de la insurrecci¨®n intelectual que se incub¨® mientras las tropas del nazismo desfilaban por Europa y de c¨®mo se encontraron o leyeron los protagonistas de la impetuosa y subversiva filosof¨ªa: adem¨¢s de los citados Sartre y Beauvoir, Albert Camus, Karl Jaspers, el turbio Heidegger, la jud¨ªa y monja carmelita Edith Stein (masacrada en Auschwitz), Iris Murdoch, el iracundo Norman Mailer, el apuesto Merlau-Ponty, la bella Juliette Greco, el trompetista Boris Vian, el atormentado Arthur Koestler¡
?C¨®mo podemos entender hoy la influencia del existencialismo y el aura heroica que envolvi¨® a sus pensadores? La corriente de ideas, opiniones e intervenciones que modularon la pol¨ªtica, la est¨¦tica y la literatura de su tiempo se refleja fielmente en la evocaci¨®n que lleva a cabo con admiraci¨®n y ternura Bakewell, pero una an¨¦cdota biogr¨¢fica basta para entender el fuste con que aquellos fil¨®sofos entend¨ªan sus obligaciones: Jean Paul Sartre no acept¨® en 1945 la Legi¨®n de Honor (que se le ofrec¨ªa en reconocimiento a sus acciones como miembro de la Resistencia), en 1949 se neg¨® a ser miembro de la Academia Francesa y en 1964 rechaz¨® el Premio Nobel de Literatura.
Adem¨¢s de la hondura trascendental con que el existencialismo conceb¨ªa la vida del hombre en el mundo, se ve¨ªa a si mismo como la m¨¢s radical incomodidad que debemos adoptar: el fil¨®sofo est¨¢ obligado a ser responsable de todo lo que hace (y de todo lo que no consigue llevar a cabo), afronta de cara la ansiedad del existir y se muestra en¨¦rgicamente disponible ante las situaciones de la vida.
En nuestro siglo, cuando lo que queda del hombre se ve sometido al doble acoso de la tecnolog¨ªa, que le invita a esconderse en la simulaci¨®n virtual del gran enga?o, y de los narc¨®ticos, que le ayudan a olvidar la verdad de la angustia, el legado de los existencialistas tiene un aspecto inquietante y prometedor. El existencialismo nos invita a volver a pensar, esto es: a aceptar que a pesar de todo podemos estar vivos.
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