Mario Gas, pistolero de ideas
El actor interpreta en el Teatre Romea junto a Rosa Renom ¡®El fil¨®sofo declara¡¯, un western intelectual escrito por Juan Villoro
El escritor Juan Villoro (Ciudad de M¨¦xico, 1956) creci¨® rodeado de fil¨®sofos. Su padre, Juan Villoro, uno de los intelectuales m¨¢s reconocidos de su pa¨ªs, invitaba a casa constantemente a colegas de profesi¨®n. Lo hac¨ªa porque m¨¢s all¨¢ de este campo no conservaba muchos amigos, recuerda su hijo. ¡°Mi padre era muy cordial, pero no muy sociable. As¨ª que de peque?o casi todos los adultos que conoc¨ª eran fil¨®sofos registrando excentricidades¡±, explica el escritor. A Villoro le interes¨® siempre el cortocircuito que une la mente y la emoci¨®n, ¡°el idiotismo de la inteligencia¡±, a?ade, el motivo por el que hombres muy brillantes se vuelven torpes en el cuerpo a cuerpo, en el mundo exterior alejado de sus anaqueles y sus libros. Muchas de estas sensaciones recorren su obra El fil¨®sofo declara, que se estrena hoy en el Teatre Romea.
El montaje pone a dos intelectuales frente al espejo, con su ternura y sus miserias, y aborda la relaci¨®n de dos grandes amigos, aunque rivales, que han llevado vidas antag¨®nicas: Un personaje llamado Profesor (Mario Gas), vive en un estado de introspecci¨®n, entregado a su mente, en una casa que en realidad es un b¨²nker para resguardarse de lo mundano. Se desplaza en silla de ruedas, se relaja incordiando y se irrita pensando. ¡°La obra no importa, no en este pa¨ªs. Importa lo que un cretino babea en televisi¨®n¡±, asegura el Profesor. En cambio, Pato Berm¨²dez (Ricardo Moya), un fil¨®sofo mediocre, se dio pronto cuenta de sus dotes de seductor y se lanz¨® a?os atr¨¢s a perseguir toda clase de frivolidades. De puertas afuera, acab¨® triunfando. Ambos han compartido estudios, desaf¨ªos, amores y fatigas, pero su amistad es tambi¨¦n enemistad. Y van a encontrarse por ¨²ltima vez para enfrentarse en una suerte de duelo bajo el sol. Por este motivo el director del montaje, Antonio Castro, lo define como un western filos¨®fico. ¡°En lugar de balazos, hay ideas que se convierten en emociones¡±, relata Castro.
La acci¨®n se inicia cuando la esposa del Profesor, interpretada por Rosa Renom, invita a cenar a Berm¨²dez. Est¨¢n nerviosos, en casa, esper¨¢ndole, cuando irrumpe en la estancia una sobrina acabada de aterrizar de la India. ¡°Se adentra en un nido de monstruos¡±, avanza Renom. Tambi¨¦n entra en acci¨®n el ch¨®fer de la familia. Sin embargo, las apariencias se van colapsando porque nada es lo que parece. Tampoco la esposa del profesor, rendida a ¨¦l. Sobre el escenario, Renom y Gas se dedican frases de alto voltaje sexual. La mujer vive entregada a su marido. ¡°Ha encontrado al amor de su vida y es cuesti¨®n de prioridades. Hoy en d¨ªa tenemos en la cabeza la idea de mujer liberada. Pero mi personaje ha escogido otra cosa y es feliz. Aunque lo pudiera parecer, no es sumisa. Me parece envidiable que haya gente as¨ª¡±, declara Renom.
Ambos actores vuelven a trabajar juntos tras Muerte de un viajante de Arthur Miller. ¡°Ten¨ªamos muchas ganas de coincidir. Es una obra ideal porque son personajes con muchos resortes, poli¨¦dricos. No s¨¦ si es por la silla de ruedas, por la complejidad del personaje o por la vertiginosidad del desarrollo, pero cuando terminamos de hacer un pase quedo agotado f¨ªsica y mentalmente¡±, afirma Gas, quien ha tenido que aprender a moverse presuntamente impedido sobre el escenario.
?xito en M¨¦xico
El fil¨®sofo declara bascula entre la comedia, la tragedia y la s¨¢tira. Se estren¨® en 2010 en M¨¦xico, donde cosech¨® un gran ¨¦xito. Tras representarse en Argentina, Israel y Brasil, el montaje recalar¨¢ en el Teatre Romea hasta el 11 de diciembre. Despu¨¦s previsiblemente iniciar¨¢n una gira por Espa?a. Tanto Villoro como Castro avisan, sin embargo, al espectador: Pese a las apariencias, no es una obra sobre filosof¨ªa porque lo que les ocurre a los dos compa?eros de fatigas pasa en todos los ¨¢mbitos de la sociedad. ¡°Hay mucha gente que se encierra dentro de un castillo interior. Son conductas que encierran derrotas, abrigos para no ense?arse, aunque luego sea alguien que reparta zarpazos. El Profesor pasa como un coche de gran cilindrada, en dos segundos, del grito al refunfu?o¡±, indica Gas. ¡°Un carpintero puede ser extraordinario pero terminar alej¨¢ndose del mundo. Y puede haber otro carpintero no tan bueno, pero que es un gran vendedor y muy simp¨¢tico y entonces logra colocar siempre sus muebles¡±, reflexiona Gas. Al fin y al cabo, la imbecilidad es independiente de la profesi¨®n, y ni los intelectuales se escapan de caer en ella.
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