La visita de Luis XIV a Barcelona
Jean-Pierre L¨¦aud presenta el filme de Albert Serra en la Filmoteca despu¨¦s de un ajetreado proleg¨®meno
¡°Me acuerdo de cuando Jean-Pierre L¨¦aud ven¨ªa a Barcelona y compraba absenta pura en La Pen¨²ltima, la licorer¨ªa de la Pla?a del Padr¨®. O eso dec¨ªan¡±, escribe Marcos Ord¨®?ez en Juegos Reunidos. El jueves, el actor regres¨® a Barcelona con prop¨®sitos m¨¢s cin¨¦filos: apoyar el estreno de la pel¨ªcula de Albert Serra La mort de Louis XIV, donde el actor interpreta al agonizante Rey Sol. Fue en la Filmoteca que, de paso, organiz¨® una segunda sesi¨®n, ambas con llenos absolutos, sobre la nouvelle vague. L¨¦aud deb¨ªa presentar La noche americana de Truffaut. Pero todo estuvo a punto de no ser. El actor, de salud fr¨¢gil, estaba el mi¨¦rcoles en Madrid y decidi¨® regresar a Par¨ªs. Finalmente, consiguieron traerlo a Barcelona, pero no acudi¨® al homenaje que se hab¨ªa preparado en los cines Truffaut, precisamente Truffaut, de Girona con una retrospectiva de su cine. Faltaba convencerlo para que fuera a la Filmoteca. Su director, Esteve Riambau, sabiendo de la predilecci¨®n de L¨¦aud por Saint-Simon le sugiri¨® hacer una lectura de este autor en lugar de la tradicional pl¨¢tica en una sesi¨®n de estreno. Fue un argumento convincente. Serra y L¨¦aud prepararon en el hotel la lectura que se celebr¨® en el lugar y hora prevista. L¨¦aud tambi¨¦n acept¨® saludar fugazmente a los espectadores de La noche americana al final de la proyecci¨®n. Fue breve, apenas dos frases para comentar, supongo que con iron¨ªa, que le hab¨ªan dicho que actuaba tan bien en el filme que parec¨ªa no actuar. ¡°Esta es la raz¨®n porque la pel¨ªcula gan¨® el Oscar de Hollywood¡±. Y se fue.
Que L¨¦aud acude a Saint-Simon para explicar su papel en el filme de Serra, con sostenidos episodios de mudez, no es una novedad. Este mismo mes envi¨® a Liberation una carta con citas de Saint-Simon. Las mismas citas y reflexiones que el jueves ley¨® en la Filmoteca. Saint-Simon relata el silencio que se instala despu¨¦s de una brutal palabra del rey. Apenas nadie osa respirar. Un silencio que, al final rompe el propio rey hablando de una carpa¡un animal mudo. Para L¨¦aud ¡°lo que es impresionante en la pel¨ªcula no son las pelucas o la mirada sobre la enfermedad, la medicina y la muerte. Es el silencio del rey. Hay muchas preguntas que pueden plantearse para hacer hablar al silencio, y no solamente el silencio de la muerte¡±. Y prosigui¨®: ¡°Amo interpretar este silencio que Luis XIV mantendr¨¢ hasta la muerte, est¨¢ presente la quintaesencia del misterio de la autoridad¡±. Albert Serra hizo la traducci¨®n y explic¨® que su idea del filme ?parad¨®jicamente bello- era retratar la agon¨ªa de Luis XIV de manera precisa e ¨ªntima. ¡°Una persona que se enfrenta a la muerte delante de otros, los cortesanos y el propio espectador, en una soledad triste". Y el consejero Santi Vila cerr¨® el acto con una alabanza a la pureza de una creaci¨®n que consigue un ¨¦xito no prefabricado. A la salida de la proyecci¨®n de La mort de Louis XIV, el presidente de la Generalitat esperaba en el vest¨ªbulo a su esposa Marcela Topor, que hab¨ªa ido a esta sesi¨®n tan especial. Al final, L¨¦aud, encantado con la acogida del p¨²blico, acept¨® disciplinadamente firmar aut¨®grafos. La noche termin¨® con una cena en el Hotel Espa?a.?
L¨¦aud es un personaje de un notable rigor intelectual, me cuenta Vicen? Altai¨® que en el filme interpreta a un curandero fantasioso y enga?abobos. Este L¨¦aud de 72 a?os est¨¢ muy lejos de aquel Antoine Doinel, de quien Truffaut, poniendo mucho de s¨ª mismo, construy¨® una biograf¨ªa a lo largo de cinco pel¨ªculas empezando por la entra?able 400 golpes, en la que el ni?o Doinel consegu¨ªa ver el mar por primera vez. Un personaje proclive al desencanto amoroso, mentiroso y liante, con una singular habilidad para naufragar.
L¨¦aud lleva en la mochila un historial que tiene la compa?¨ªa de buenos cineastas: Bertolucci, Pasolini (que lo entierra en una pocilga), Aki Kaurism?ki, Eustache, Philippe Garrel, Skolimovsky, Olivier Assayas... La muerte de Truffaut, el suicidio de Eustache y el asesinato de Pasolini en los a?os ochenta le llevaron a un quebrantamiento personal. En el cine, L¨¦aud ha sido muchas cosas: vigilante nocturno, mao¨ªsta, detective privado, reparador de televisores, vendedor de flores, novelista, Billy the Kid...En El ¨²ltimo tango era un alocado cineasta que quer¨ªa rodar un filme con su novia (Maria Schneider) y en El porn¨®grafo, volv¨ªa a ser un director, esta vez de porno, que buscaba el erotismo y no la simple gimnasia, eso que Berlanga llamaba ¡°cine de ¨¦mbolo¡±. En La noche americana, que no es de las m¨¢s felices pel¨ªculas de Truffaut, interpreta a un actor, gal¨¢n joven y algo chuleta. Pero el jueves en Barcelona no vino ninguno de ellos. Nos visit¨® un rey sabio y cansado.
El actor quiso cancelar la cita
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