Buc¨®licos y valientes
Nunatak, el sexteto de Cartagena crece en directo con un sonido ambicioso
Tras unos d¨ªas gloriosos de conciertos en la ciudad, no parec¨ªa f¨¢cil para un grupo a¨²n primerizo sobreponerse al efecto an¨ªmico de una noche de perros, un viernes de pilas sulfatadas, un mes genuinamente antip¨¢tico. Pero no parecen los cartageneros Nunatak, crecidos sobre el escenario hasta la condici¨®n de sexteto, el tipo de muchachos propensos a acobardarse. M¨¢s de 200 personas acabaron asomando por la sala Moby Dick para adentrarse en los encantos de un segundo disco, Nunatak y el pulso infinito, que confirma las sospechas previas: les costar¨¢ colarse entre las bandas m¨¢s populares del circuito indie, quiz¨¢ porque no acaban de parecerse a ninguna otra, pero aqu¨ª hay chicha, sustancia, ambici¨®n. Y, sobre todo, canciones.
Parten Nunatak de presupuestos cercanos al folk, pero casi siempre optan por ir ganando cuerpo antes que refugiarse en el minimalismo. Los mimbres son cl¨¢sicos y los desarrollos, valientes. Hay gusto por la tradici¨®n buc¨®lica, hasta puede que por grupos espa?oles en la ¨®rbita de Los ?ngeles o M¨®dulos. Hay querencia por las tem¨¢ticas medioambientales, incluso la propuesta de una ¡°entrada verde¡± con la que contribuir a la conservaci¨®n del Mar Menor. Pero todo ese bagaje se actualiza en direcciones parejas a las que les hemos escuchado a Beirut o DeVotchKa. Y el resultado es, claro, seductor.
Desde la inaugural No volver¨¦ a verte, los murcianos (par¨¦ntesis: ?qu¨¦ les echan en el agua a los m¨²sicos murcianos?) optaron por la fuerza desbocada, el impulso hiperactivo. Enlazaron canciones como si la energ¨ªa cin¨¦tica les impidiera detenerse. La bater¨ªa tend¨ªa a los ritmos galopantes y el bajo, a esas notas pedales que sugieren perseverancia. Y eran tan atractivos los ramalazos medio mexicanos del trompetista Jos¨¦ Manuel Lucas como los esbozos al violonchelo de Pedro Hern¨¢ndez, un joven de hechuras cl¨¢sicas que aport¨® teclados imaginativos (esos ecos de clavicordio en Luz en su voz) y, mejor a¨²n, unas segundas voces exquisitas para subrayar los crescendos m¨¢s ¨¦picos y temperamentales.
Puede que Adri¨¢n Guti¨¦rrez no sea todav¨ªa el cantante m¨¢s carism¨¢tico del circuito, aunque el ukelele le confiere un entra?able aire campestre y acent¨²a sus querencias hacia Sigur R¨®s. Y quiz¨¢s sobren ya a estas alturas piezas como El mundo a tus pies, extra?amente banales en un contexto de miras m¨¢s elevadas. Pero entran ganas de integrarse en el paisaje con Soy viento, soy fuego, una composici¨®n muy afortunada. Y un himno, m¨¢s que de elementos, esencial.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.