Los mitos invaden Temporada Alta

El mito ¨Cde distinta procedencia, culturas y edades¨C se hizo teatro en Temporada Alta. Mitos milenarios, nacidos en los albores del tiempo, fijados para la posteridad en la epopeya del Mahabharata, el libro de los libros de la cosmolog¨ªa hind¨². Mitos de Occidente, nombres propios de la historia que en manos de Shakespeare se transforman en personajes m¨¢s grandes que la vida y con Mankiewicz se hacen inmortales iconos de la cultura popular. Marco Antonio y Cleopatra; un patricio y militar romano y una reina egipcia-tolomea.

Con la grandiosidad ¨¦pica del Mahabharata Peter Brook revolucion¨® hace treinta a?os el teatro europeo. Battlefield es un regreso sincr¨¦tico a aquella colosal aventura esc¨¦nica, centr¨¢ndose en el devenir del rey vencedor de una guerra de exterminio y c¨®mo afrontar el d¨ªa despu¨¦s de la victoria con el peso de miles de muertos en su consciencia. Una f¨¢bula moral que por su asc¨¦tica traducci¨®n esc¨¦nica casi parece una ceremonia mon¨¢stica. Quiz¨¢ la relaci¨®n convencional que ofrece un teatro a la italiana no sea la m¨¢s adecuada para una propuesta que pr¨¢cticamente se encuentra en el l¨ªmite de lo teatral por la esencialidad que exhiben los oficiantes. Ni siquiera deber¨ªamos hablar de actores. Se percibe un abandono consciente de la necesidad de invocar las sombras de los personajes. Ejercen m¨¢s como mensajeros de una ancestral sabidur¨ªa. Un apostolado repartido entre cuatro hombres y una mujer. Cuidadores de antiguas ense?anzas engastadas en viejas historias que callan cuando han trasmitido la ense?anza (el ciclo eterno de la destrucci¨®n y reconstrucci¨®n) para que la m¨²sica (tambor) resuma la sentencia v¨¦dica.

Tiago Rodrigues propone en Ant¨®nio e Cle¨®patra otro tipo de destilado dram¨¢tico: algo m¨¢s de una hora para construir el retrato ¨ªntimo de dos personajes a partir de la ¨²ltima escena que comparten en la tragedia de Shakespeare y en la pel¨ªcula de Mankiewicz. El continente abstracto para acoger un flash-back desde el presente de su muerte hasta el momento de su pasado en el que se abren las primeras grietas a su historia como amantes, contrincantes y gobernantes. El p¨²blico asiste a un ritual de deconstrucci¨®n de una pasi¨®n que consume a sus protagonistas. El choque de dos universos antag¨®nicos: el solar apol¨ªneo romano y el lunar dionisiaco egipcio-hel¨¦nico. Pero Rodrigues opta por un fuego fr¨ªo, por una expresi¨®n minimalista y c¨ªclica de la palabra, por una estructura oral gir¨®vaga que juega con la identidad de los personajes y la de sus int¨¦rpretes, los bailarines y core¨®grafos Sofia Dias y V¨ªtor Roriz. Manipuladores de unas marionetas que acabaran poseyendo sus cuerpos.

Una dramaturgia que levanta un muro contra la posible empat¨ªa del espectador, a pesar de la evocadora banda sonora de Alex North para el monumental peplum. Un interesante contrapunto musical que ejerce de corriente subterr¨¢nea de las emociones que recorren una propuesta que evoca pret¨¦ritos experimentos teatrales.