El factor humano
El joven mago alem¨¢n aplica m¨¢s carnalidad que sonidos pregrabados para extender el entusiasmo en la Moby Dick
Nada produce tanto gustirrin¨ªn como la m¨²sica en directo. No, ni siquiera eso que les ronda por la cabeza. Y m¨¢s si la experiencia acontece en primera fila, con los oficiantes a un palmo y los altavoces en chisporroteo palmario. Ah¨ª donde los ven, los alemanes pueden ser gente muy divertida por sus meridionales latitudes de Colonia, y as¨ª lo demostr¨® este mi¨¦rcoles Roosevelt en su debut madrile?o, que se sald¨® con un inopinado llenazo en la Moby Dick. Puede que nadie haya hecho este a?o un disco tan endiabladamente pegadizo como el suyo en los territorios del pop sintetizado, quiz¨¢ porque nunca ha dejado que la m¨¢quina pase por encima del factor humano en la balanza final.
Marius Lauber no es un programador parapetado tras la mesa de mezclas ni un mero disparador de secuencias pregrabadas, aunque las haya. Lejos de ese arquetipo, el jovenzuelo toca la guitarra, canta sin estridencias (flojito pero con elegancia) y se flanquea por un bater¨ªa y un bajista con muchas semicorcheas por delante para acabar sudando a chorros. El tr¨ªo se abona al cuatro por cuatro tanto como a la carnalidad, y no nos referimos solo a los comentarios favorables que sobre Lauber, querub¨ªn de 26 primaveras, se escuchaban por las inmediaciones. Sin corazones part¨ªos, no dramaticemos.
No hubo descanso ni para dedos ni para caderas durante 65 minutos trepidantes. Marc¨® las reglas del juego la inaugural Wait up, puro discofunk llenapistas que podr¨ªamos haber escuchado en los vinilos de nuestros t¨ªos. Esa sensaci¨®n de felicidad retro se acrecienta con la fant¨¢stica Colours, en la que solo faltaban una irrupci¨®n sorpresiva del ballet Zoom y la bola de cristalitos girando sobre nuestras cabezas.
Enlaz¨® el hiperactivo Roosevelt con Heart, que parte de un pop indie (digamos Prefab Sprout, perdonen la osad¨ªa) y se endulza con r¨¢fagas de teclados que ni en los tiempos de Human League. A?adan los estribillos en falsete de Fever o Hold on y afronten sin miedo el irrefrenable subid¨®n de temperatura. Ni Future Islands han llegado tan lejos a la hora de reformular los a?os ochenta, empe?o expl¨ªcito con la divertida versi¨®n de Teardrops (Womack & Womack) que cierra la noche. Decidido: a estos chicos tan chulos habr¨¢ que seguirlos cuidando.
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