Hijo de Querencia
El autor extra?a Madrid, con sus murmullos, sus caf¨¦s y sus gentes
So?¨¦ que un hombre calvo recorr¨ªa una calle an¨®nima, aunque parec¨ªa conocida, acompa?ado por otros dos hombres bajitos que parec¨ªan ac¨®litos. El hombre llevaba un letrero que, por ambos lados, rezaba ¡°Madrid¡±. Los tres iban rezando letan¨ªas donde se alcanzaba a descifrar el canto repetitivo: ¡°Madrid se arregl¨® para una Olimpiada que no lleg¨®¡± y balbuceaban planes peatonales para la Gran V¨ªa y el repoblamiento de unos ¨¢rboles y la reconstrucci¨®n de unas bancas para solaz de los andantes en Recoletos. Iban los tres con un paso sincronizado que confund¨ªa mi sue?o. Avanzaba sin alcanzarlos y sin embargo, sent¨ªa nostalgia y anhelo de esperanza con s¨®lo saberme tras una manta que anunciaba el lugar donde he sembrado medio coraz¨®n de vida.
Al despertar, leo que Querencia fue una mujer que se crey¨® eterna y que se aparec¨ªa en los sue?os de viajeros y habitantes de la antigua villa del oso y del madro?o como la entra?able cantaleta que ha de subrayar ¡ªa diferencia de otras ciudades¡ª que Madrid es madre y madrastra, que aqu¨ª cabemos todos y los son ser¨¢n los que est¨¢n por hospitalidad y sonrisa, por ese largo saludo que quiz¨¢ no precisa convertirse en abrazo cuando un madrile?o brinda la bienvenida al forastero reci¨¦n llegado¡ y al parecer, yo so?¨¦ al hijo de la Querencia, ya calvo ya acompa?ado por dos monaguillos de su culto a la ciudad hermosa, la villa que en realidad duerme menos que las dem¨¢s y atardece siempre con suspiros de un morado que se esfuma all¨¢ por el Palacio de Oriente y amanece en voces roncas de mujeres que siempre han de fardar el sabor del agua fresca de grifo.
Madrid que se abre de brazos al mediod¨ªa en las calles anchas por donde los que llevan prisa se detienen a mirar absortos la calma hermosa de los que caminan del brazo sin tiempo y los que pasan las horas en los caf¨¦s con mesas de l¨¢pida mirando pasar la biograf¨ªa de los dem¨¢s como un espejismo cinematogr¨¢fico al filo de la m¨²sica que emana de tanto Madrid que se queda en las venas y se tat¨²a en el pecho de quienes sabi¨¦ndose ya tan de Madrid han de pasar qui¨¦n saber cu¨¢ntos d¨ªas lejos de sus p¨¢rpados, alejados de sus murmullos y anhelando volver cuanto antes.
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