Riofr¨ªo reabre sus puertas al p¨²blico
El edificio, a una hora y cuarto de Madrid, reabre tras catorce meses cerrado para su mejora y redecoraci¨®n
El palacio real de Riofr¨ªo acaba de estrenar una nueva y aseada imagen. Enclavado sobre un paisaje de fresnos, encinas y robles frecuentado por ciervos, zorros y liebres, dista apenas una hora y cuarto de la Puerta del Sol, por la carretera de A Coru?a rumbo a Segovia. Durante un a?o y dos meses, la zona residencial del palacio ha permanecido bajo zafarrancho, para mejorar y reordenar sus fondos y adaptarlos a una realidad muse¨ªstica nueva y hacerla m¨¢s pr¨®xima al p¨²blico. Quien se acerque a partir de ahora a este enclave segoviano podr¨¢ contemplar c¨®mo se viv¨ªa en una mansi¨®n real concebida como magno pabell¨®n de caza desde su construcci¨®n, en 1762, ideada por Virgilio Rabaglio.
El visitante podr¨¢ descubrir en sus salones y estancias el esplendor de sus obras de arte -pintura, escultura, mobiliario suntuoso- incrementadas ahora hasta 500 con piezas procedentes de otros Sitios Reales regentados por Patrimonio Nacional. El organismo patrimonial estatal ha movilizado a sus mejores especialistas y conservadores para poner al d¨ªa la gran mansi¨®n palaciega.
El palacio fue mandado construir por la reina Isabel de Farnesio, esposa de Felipe V. Se alza sobre un promontorio natural que domina un enclave arbolado y adehesado de 700 hect¨¢reas de superficie. Sus bosques se despliegan a los pies de la sierra de la Mujer Muerta, surcados por los r¨ªos Fr¨ªo y Peces, no lejos del pueblecito de Navas de Riofr¨ªo. De planta cuadrada de 84 metros de lado, su fachada principal presenta 17 oquedades de otros tantos balcones y ventanas dispuestos en cada una de sus tres plantas; desde lontananza destaca por el color rosado de sus muros y por los agudos pin¨¢culos que lo coronan.
Dos grandes ¨¢reas dividen el recinto: una, residencial, ahora remozada y redecorada, donde tuvieron habitaci¨®n Francisco de As¨ªs de Borb¨®n, rey consorte de Isabel II y su hijo Alfonso XII, m¨¢s otra zona, dedicada desde 1951 a la caza y a la cineg¨¦tica, que aguarda una remodelaci¨®n ulterior.
El resplandor ha sustituido a la dejadez m¨®rbida en la cual el palacio languidec¨ªa desde tiempo atr¨¢s: el nuevo fulgor sale al paso del visitante en destellantes l¨¢mparas cuajadas de lagrimones de vidrio; vajillas y menajes de bru?idos metales; en el mobiliario mimado por ebanistas de maderas nobles; en desempolvados y ahora lustrosos tapices de los hermanos Van der Gotten; en historiados cortinajes de cretona, 0espejos de sabor veneciano, relojes sobredorados, porcelanas francesas, esmaltes pol¨ªcromos y fotoesculturas talladas en bronce por Willh¨¨me o Christofle, que embellecen sus suntuosas estancias: despachos, dormitorios con camas de baldaquino adamascado, sala de billar, ¡ incluso una capilla circular abalconada, al modo barroco. Alfombras de nudo turco o persa tapizan los suelos palaciegos, para combatir la frialdad ambiental que los envuelve. El palacio ha de visitarse con ropa de abrigo, incluso en primavera y verano, porque el fr¨ªo se desplaza con soltura por las enfiladas que alinean las estancias dispuestas por sus cuatro fachadas.
No hay rinc¨®n donde no cuelgue un lienzo de autores como Francisco de Zurbar¨¢n, Anton van Dyck, Vicente Carduccio, Luis Trist¨¢n, Francesco Rizzi o de sus talleres, con algunas obras tan ex¨®ticas como la llamada del Elefante, de Luis Bonito, regalo del sult¨¢n Effendi en 1752 a Carlos VII de Sicilia antes de convertirse en Carlos III de Espa?a. Precisamente fue su madre, la reina Isabel de Farnesio, quien mandara edificar esta mansi¨®n regia, a semejanza de un palazzo de Tur¨ªn bien que con elementos del Palacio Real madrile?o, como la escalera imperial -en Riofr¨ªo con dos brazos-, que da acceso y salida al recinto.
El circuito, durante el cual no se permite hacer fotograf¨ªas, se completa con un museo de la Caza, con excelentes naturalizaciones de la avifauna ib¨¦rica realizadas por el taxidermista Jos¨¦ Luis Benedito sobre dioramas de paisajes pintados por Emilio Ruiz del R¨ªo. El ecosistema que rodea al palacio, seg¨²n reza un aviso, ¡°permanece intacto¡± gracias a su incesante preservaci¨®n mediante pr¨¢cticas cineg¨¦ticas racionales. No es dif¨ªcil escuchar las berreas de los c¨¦rvidos cuando llega el oto?o ni tampoco asistir al desmogue, la ca¨ªda de la cuerna, de estos animales que recorren libremente los frondosos bosques contiguos.
Palacio Real de Riofr¨ªo. Carretera Madrid-Segovia. Taquilla abierta de 10.00 a 17.00. (24, 25, 31 de diciembre y 1 y 6 de enero, cerrado). Entrada 4 euros.
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