La cabalgata interior
El autor escribe sobre la magia y los recuerdos de la infancia y la cabalgata de Reyes
Tras la niebla, las calles alineadas con todos mis muertos, fantasmas entra?ables de navidades en blanco y negro, escritores de otros tiempos y amigos invisibles que fueron testigos de cartas que se enviaban por globo o se dejaban en los zapatos al filo de la puerta. A lo lejos, sigue la estrella incandescente que ya casi nadie confunde con fuegos artificiales y las nubes intactas de ayer que s¨ª se confunden con los grises y negros nubarrones del hoy que era un ma?ana en que alguien predijo la posibilidad de que se perder¨ªan los sue?os. Una brisa despeina la inquietud y de pronto, enredados en el pelo, descubres intactos los magos sabios de un tiempo sin tiempo en el que nadie sab¨ªa explicarte para qu¨¦ diablos sirve la mirra que cura las heridas y sana las cortadas profundas del alma. Llevas entre ideas las sombras de los tres reyes e incluso un cuarto viejo bueno que cuenta la leyenda que se le hizo tan tarde para ver al ni?o en el pesebre que lleg¨® a Jerusal¨¦n el d¨ªa en que lo crucificaban.
Recorres las mismas calles embadurnadas de luces de todos los colores y reconoces el paisaje de una biograf¨ªa que se escribe d¨ªa con d¨ªa, cada hora transcurrida como un p¨¢rrafo vivido que no podr¨ªa corregir ni el mejor editor al amanecer entre dulces con la lectura tentativa de lo por venir. Caminas entre niebla de una madrugada que no es ajena y enumeras las deudas pendientes con tus deudos, con los miles de desahuciados y hambrientos que extienden la mano en espera de un instante de compasi¨®n y sosiego y de pronto, recuerdas que en el fondo los deseos de tu infancia no han cambiado salvo por una nueva etimolog¨ªa de la inocencia con la que callas y recuerdas. Llevas sobre el fleco las pisadas de elefantes invisibles, dromedarios que no son camellos y un caballo blanco que relincha cada vez que lo niegas en p¨²blico, pero por hoy llevas la silenciosa cabalgata en la conciencia como el hombre que agradece calladamente el milagro impalpable de confirmar durante unos instantes que sigue siendo ni?o.
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