Corazones y descorazonados
El d¨²o Jesse&Joy llen¨® ayer el Teatro Lara con su pop directo y sentimental en Los Matinales de EL PA?S
Su primer concierto fue en su habitaci¨®n, donde aporreaban unos cubos de detergente y rasgueaban la cuerdas de una raqueta ante un p¨²blico inexistente, mientras imaginaban canciones de The Carpenters y Neil Young. Era lo que escuchaban, en su casa de Ciudad de M¨¦xico, Tirzah Joy y Jesse Eduardo cuando su madre, mel¨®mana y estadounidense, les inculcaba el (buen) gusto por la m¨²sica desde ni?os. Ya adolescentes, cambiaron los atrezos por instrumentos reales y aprendieron a tocar en la iglesia evangelista de su barrio. Grabaron una maqueta, los fich¨® Warner Music, y naci¨® Jesse & Joy.
En diez a?os han grabado cuatro discos, han ganado un pu?ado de Grammy Latinos, han acumulado ventas millonarias de sus canciones, han versionado Imagine por encargo de Yoko Ono, han puesto banda sonora a una pel¨ªcula de Guillermo del Toro y actuado por todo el mundo, varias veces en Espa?a. La ¨²ltima ayer, en Los Matinales organizados por EL PA?S en colaboraci¨®n con Planet Events y Les Nits de l'Art.
Autodidactas de o¨ªdo privilegiado, cocinan las canciones en el estudio de grabaci¨®n. Jesse, a sus 35 a?os, toca con soltura el piano, la guitarra, la arm¨®nica y la bater¨ªa; su hermana, tres a?os menor, es tambi¨¦n solvente a las seis cuerdas, pero destaca sobre todo por otras cuerdas, las vocales, con un timbre poderoso y mel¨®dico y un control absoluto de los graves, medios y agudos. No le falta madera al d¨²o para hacer grandes canciones, otra cosa es que, de todas las influencias maternas, los mexicanos se hayan decantado m¨¢s por la dulzura de The Carpenters y hayan dado la espalda al rock le?oso de Neil Young. Y esto es lo que facturaron ayer en un teatro Lara abarrotado desde los palcos hasta la platea: pop sin complicaciones y melod¨ªas hipergluc¨¦micas para un repertorio abundoso en las cosas del amor y, sobre todo, una bater¨ªa inagotable de estribillos pegadizos, colmadores de radiof¨®rmulas a los dos lados del Atl¨¢ntico.
Y eso que Jesse sali¨® ayer al escenario con una indumentaria que pod¨ªa despistar al lego en el d¨²o: vaquero ce?ido a lo The Clash, camiseta ra¨ªda con Johnny Cash impreso y sombrero negro de ala ancha inclinado, como el de Willy Deville. Pero, exceptuando Espacio sideral, la canci¨®n que los llev¨® al estrellato y en la que, si uno se abstrae de su letra na¨ªf, puede percibir alg¨²n gui?o al nuevo folk-rock americano como el que factura M. Ward, el resto de su cat¨¢logo opta por las baladas y los medios tiempos indiscutiblemente pop, los exitazos a la primera escucha hacedores de fans dispuestos a tararearlos de cabo a rabo.
Y as¨ª, en formato ac¨²stico (acompa?aban a los hermanos un bajo, un teclado y un caj¨®n sustitutivo de caja y bombo), entre enamoramientos y descorazonamientos, Jesse & Joy repasaron sus cuatro discos ante un p¨²blico solazado con el que el d¨²o estableci¨® un di¨¢logo de lo m¨¢s cercano.
A punto de atacar ?Con qui¨¦n se queda el perro?, canci¨®n que cuenta una discusi¨®n de pareja en v¨ªas de separaci¨®n, ¨¦l coment¨® que, antes del concierto, un fan se le hab¨ªa acercado para resolver el dilema: ¡°T¨² qu¨¦date con el perro, que yo me quedo con tu hermana¡±. El aludido grit¨® desde su butaca: ¡°?Aqu¨ª me tienes, Joy!¡±. Una se?ora respondi¨® a voz en grito: ¡°Tranquilo Jesse, que yo me quedo contigo!¡±.
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